The Objective
Opinión

Ábalos soñaba con 'hacerse un Chenoa', pero solo le alcanza para un 'Torrente'

«Le reconozco el mérito, porque apostó por una de las más icónicas de nuestra cultura popular»

Ábalos soñaba con ‘hacerse un Chenoa’, pero solo le alcanza para un ‘Torrente’

Ilustración de Alejandra Svriz.

La vida imita al arte, aunque esta idea romántica de Oscar Wilde haya dado paso a una realidad más prosaica en los últimos tiempos: ahora, la vida se conforma con imitar los memes que invaden las redes sociales, y que no son otra cosa que fragmentos robados al cine o la televisión que conforman un crisol de crítica o burla, un guiño paródico que distorsiona la realidad para inmortalizarla en unos segundos y nos permite rehuir de la palabra para recurrir a una imagen que vale más que mil conceptos. Además, como sabemos que el lenguaje tiende a encoger para que el mensaje pueda hacerse más directo -hasta que llegó el postureo lingüístico de lo políticamente correcto, pero semánticamente incorrecto, que empezó a añadir los ellos, las ellas y les elles-, su éxito está en pleno crecimiento exponencial. Los memes, stickers y emoticonos tienen un prometedor futuro en la comunicación humana, sobre todo porque la tecnología permite a cada usuario crearlos, usando incluso imágenes propias, para darles el sentido que libremente le propongan. Adiós palabras, hola dibujitos y caras de Belén Esteban.

En plena catarsis judicial, estoy convencido de que José Luis Ábalos tuvo una epifanía y, cuando llegó a la conclusión de que su narrativa perdía frente a los informes de la UCO, decidió tomar cartas en el asunto para convencer a los ciudadanos no solo de su inocencia, sino también del maltrato que sufría por parte de la Guardia Civil, los jueces y la prensa que le acosaba. ¿Cómo presentarse ante el mundo como una víctima maltratada por el destino? Le reconozco el mérito, porque apostó por una de las más icónicas de nuestra cultura popular: la de Chenoa con el chándal gris comunicando ante los micrófonos su ruptura con Bisbal. Esa imagen ha cumplido 20 años (fue el 1 de abril de 2025) y sigue tan vigente como entonces.

Los cantantes, por entonces dos pipiolos, eran todo un símbolo del amor romántico: se habían enamorado en la Academia de Operación Triunfo, compartimos con ellos sus primeras miradas cómplices, sus primeros besos, incluso esa mítica actuación conjunta de Escondidos, una canción que no volverán a interpretar nunca jamás. Tras la marcha de Bisbal, Chenoa se convirtió en «la novia abandonada de España», del mismo modo que Isabel Pantoja fue «la viuda de España» tras la muerte de Paquirri. Sin maquillaje, con ojeras y el rostro marcado por el dolor, Chenoa salió a la calle ataviada con una sudadera gris y compartió con todos los españoles su triste realidad. Hasta en los carnavales hemos visto recreaciones de tan mítico momento, porque es ya Historia de España.

Lo que nadie imaginó es que alguien como José Luis Ábalos reviviera ese instante de nuestro imaginario colectivo en beneficio propio: sin maquillaje, con ojeras y el rostro marcado por un rictus forzado para fingir el dolor, el exministro salió a la calle ataviado con una camiseta gris y compartió con todos los españoles la triste realidad del registro de su vivienda y el clonado de su teléfono móvil por una orden judicial.

Pero no le ha salido bien la jugada: si Chenoa recibió hace dos décadas una oleada de empatía y solidaridad, Ábalos ha cosechado ahora una catarata de chanzas, un pitorreo apoteósico que, por si fuera poco, ha ido a peor a medida que han seguido saliendo informaciones sobre su investigación. El «triángulo tóxico», cuyos vértices conforman Koldo y Cerdán, colecciona -supuestamente- comisiones, trapicheos con cocaína, encuentros furtivos y no tan furtivos con señoritas casquivanas, y todo un sinfín de peripecias a la que se van sumando personajes femeninos: que si una miss Asturias que niega la relación porque salía con Casillas, algo que ha negado el exportero del Real Madrid; que si una estrella del cine porno con el don de esconderse un disco duro entre las piernas…

Lo curioso de todo este casposo culebrón es que el exministro, que negaba la mayor (la corrupción) mientras callaba sobre lo menor (el mamoneo sexual), ha saltado solo cuando ha salido a la palestra el nombre de Valeri Cuéllar, personaje que se presenta como «chica transexual, colombiana y Capricornio», de profesión, sus contactos. Ábalos, como buen machista de la vieja escuela, puede presumir de las muescas en su pistola dejadas por una colección de prostitutas, pero no va a consentir que le endosen «una historia con este ser. Es un impostor». Que nadie se atreva a cuestionar su virilidad, porque eso duele. Ahora, que le acusen de trincar a manos llenas no parece afectarle tanto. Todo huele a sudor, Varón Dandy y transfobia.

No es de extrañar que, viendo el panorama, Santiago Segura se muestre preocupado para seguir creando tramas potentes para la franquicia Torrente con la que arrasa en el cine español. Porque, en este caso, no es que la vida imite al arte, es que la realidad supera a la ficción.

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