The Objective
Hastío y estío

Antonio Maestre, cobarde e inmoral

«Este gañán tituló un artículo: ‘A Miguel Ángel Blanco lo mató la polarización política’»

Antonio Maestre, cobarde e inmoral

El periodista Antonio Maestre.

Antonio Maestre es un colaborador en distintas tertulias políticas televisivas, y también escribe artículos para algún que otro medio. Haga lo que haga, suele dar bastante vergüenza ajena, y siempre se pone del lado de la maldad. Las luces nunca están encendidas en ese pensamiento ya apagado de por sí. A veces pienso que él y Ramón Espinar son la misma persona.

Se pueden poner varios ejemplos, pero cuando dijo que el número 33 servía para hacer apología del nazismo se coronó. Se dicen qué en el país de los ciegos, el tuerto es el rey. Pues en el de los necios, Maestre sería el que se sentaría en el trono. Un trono qué en su acepción coloquial como sinónimo de váter, el susodicho lo utilizaría para vomitar esa bilis infecta y otras excrecencias. 

Ese comunicador excepcional confundió el 88 con el 33. Eso explicaría que le dé igual 8 que 80 a la hora de manifestar lo que dice. Maestre dijo que los nazis se aprovechaban de las prendas que llevaba el piloto Fernando Alonso con ese número para hacer apología de esa ideología terrible. Lo que no sabía ese genio del periodismo y de la comunicación es que ese número lo lleva como acto motivacional, pues lleva estancado en las 32 victorias en la Fórmula 1 desde hace tiempo, y está deseando pasar a ese número. 

Le faltó decir que Cristo fue el precursor del nazismo y el padre ideológico de Hitler. Para este caballero seguro que no es casual que muriera con 33 años. Además, nació en Belén, un lugar perteneciente a Palestina, por lo que seguro que odiaba a los judíos, y, por tanto, al pueblo de Israel. Al ser el hijo de Dios, sabía en lo que iba a derivar la Historia. Y es que no se me ocurre mejor futurólogo. 

Otro de sus momentos “cumbres” fue cuando se encontró con Bertrand Ndongo en las inmediaciones del Congreso de los Diputados, y este le pidió que le quitase el micrófono y se lo lanzase a la calle como había hecho con Vito Quiles. Al Da Vinci de la comunicación se le notaba asustado, aunque se hiciera el gallito, los huevos no estaban en su cesta, y las gallinas ponedoras siempre le han mirado con desprecio y lástima. 

Quiso enfrentarse a un hombre que tenía un micrófono en una mano, y en la otra el móvil con el que estaba grabando lo que pasaba. Su intento de agredir a Ndongo le dejó aún más en ridículo, que simplemente con empujarlo con el antebrazo se lo quitaba de encima con facilidad. No sé si lo recordaran, pero fue lo más parecido a esa pelea ridícula que se produjo en un partido de fútbol entre mi Real Zaragoza y el Sevilla, en el estadio de la Romareda en 2007. Diogo, lateral derecho del equipo maño, y Luis Fabiano, delantero centro del equipo sevillista, se enzarzaron en una pelea donde se lanzaron multitud de puñetazos, sin llegar ninguno al destino esperado. Todos fueron lanzados al aire, como si fuera una coreografía que tratara de acabar con el viento del cierzo de la capital aragonesa.

Pero si un servidor ha decidido escribir hoy sobre este personaje es porque se ha hecho viral en las redes sociales un artículo que escribió hace tres años para eldiario.es. Y es que a Maestre no se le ocurrió otra cosa que escribir lo siguiente: “Gregorio Ordóñez fue una víctima del terrorismo, pero también un actor político que promovió una polarización inasumible para la convivencia, que hizo que muchos de sus compañeros, que fueron menos combativos, acabaran asesinados”. Y se quedó tan pancho. Para este señorito de plató, que una persona como Gregorio Ordóñez se opusiera a unas ideas, que estas sí, son fascistas, y que pertenecen a ETA, y a su brazo político, en ese momento Herri Batasuna, ahora Bildu, azuzaba para hacer del ambiente de la sociedad vasca algo insoportable. 

Escribir eso y tener la conciencia tranquila son dos acciones antagónicas. Hay que ser un animal de bellota para querer culparle en parte de la muerte por asesinato de Miguel Ángel Blanco, y de otros compañeros de su partido y del PSOE. Tratar a Ordóñez como un generador de violencia, que le daba armas, y nunca mejor dicho, a la otra parte, para ejercerla de la única manera que sabían. 

Este gañán tituló su excrecencia: “A Miguel Ángel Blanco lo mató la polarización política”. Un servidor pensó que había sido un pistolero de ETA, pero para este hombrecillo fueron cómplices los demócratas que no quisieron ponerse de rodillas ante la extorsión y el miedo. Poner al mismo nivel a los valientes y a los tiranos. Es usted un cobarde y un inmoral. 

Publicidad