Tras el funeral de Sánchez, confirmación de Feijóo
«El sexo y el pucherazo destrozan al aún presidente»

Alberto Núñez Feijóo en el Congreso Nacional del PP. | Europa Press
Y ahora, encima, resulta que los corruptos, puteros para el gran público, son también acosadores y prestidigitadores electorales, o sea, en Andalucía perversores de la limpieza en las urnas. A medida que prospera este escándalo, protagonizado de nuevo por el sinvergüenza de Cerdán y sus secuaces, tomamos nota de la vieja costumbre del «pucherazo» que en España hizo gracia durante los múltiples comicios del Siglo XIX y comienzos del XX. Hace poco más de quince años, un periodista sevillano, conocedor como pocos de las trapisondas socialistas en la región, me advirtió: «A Susana Díaz se la han llevado por delante». Se refería al colega a las trampas que había soportado la aspirante tanto en las Primarias del Sur como en el debate para la Secretaría General del PSOE. El amigo, singularmente culto, me añadía: «Robledo era un colegial al lado de estos». Hacía mención de aquel «Pollo de Antequera», no sé cuántas veces ministro, que instaló la trampa en las urnas y el voto comprado. Poca gente sabe que Romero, íntimo enemigo de Francisco Silvela, fue un enamorado de las fechorías que, ya por entonces, eran de común conocimiento en Galicia, donde los caciques amañaban resultados sin recato. El término «pucherazo» por cierto, nació en una aldea del Noroeste donde, en un recuento, dos partidos rivales se enzarzaron en el conteo de votos. Uno de los presentes se las vio tiesas con su enemigo, enarboló, literal, un martillo y destrozó el puchero donde se depositaban los sufragios. Allí nació el «pucherazo» que ahora han puesto de moda los costaleros de Sánchez.
Este no acierta una. Si fuera un político aceptable y no un filibustero, podría decirse mansamente que es también un gafe, modo «sotanillo» (Ussía dixit), o sea el cenizo que no respeta ni las señales de tráfico. Ahora Sánchez ha tenido que sacrificar a su mozo de cuerda en la Secretaría de Organización, Francisco Salazar, porque al parecer en el pasado se le ha ido la mano con algunas mujeres. La verdad es que Salazar era plato de segunda mesa porque la primera oferta para el puesto que tengo allí se la deparó Sánchez a su ministro Puente, colgante ahora. Puente le contestó: «No, por favor, presidente, aparta de mí este cáliz». Y lo dejó en paz. A Salazar, otro que tal baila, se lo han cargado las feministas antiputas por «agresor sexual». Otro de los designados, Borja Cabezón, tiene mucha bibliografía presentada, y toda de dudosa decencia. Era jefe de Enisa compañía de crédito estatal; el cargo le llegó tras no ser aceptado como presidente de la Casa de América, Borja va por las fiestas madrileñas asegurando estar en la encomienda de una forma sólo provisional. En uno de estos saraos preguntó, inocente, a sus interlocutores: «¿Vosotros creéis que voy a estar mucho tiempo en ese sitio?». Otro visitante le respondió: «Lo mismo que tu jefe: un par de meses».
Pero no sólo Salazar y Cabezón están en solfa. Fíjense lo que se cuenta y no se acaba en Valencia de la señora Torró, el mirlo rojo que Sánchez ha cazado en esa comunidad. En su vida como secretaria de Obras Públicas en el Gobierno de Ximo Puig, la citada, que hoy cumple su primer día en el cargo designado a dedo por el aún presidente, ofreció sinecuras frescas -ya se ha dicho- a Levantina de Ingeniería, una de las sociedades del triángulo tóxico, Cerdán-Ábalos-Koldo. También favoreció con dádivas jugosas a Contratas Vilor S.L. que, según la UCO, fue «partenaire» de la anterior en la construcción de la Estación de Elche. Torró favoreció así mismo las siguientes iniciativas: Pasarela Metálica en Lliria, Permeabilización ciclopeatonal en San Antonio de Benagéber, Pasarela Ciclista en L’Omet Picassent, Puerto de Santa Pola y Rehabilitación de la Estación de Autobuses de Valencia. Finalmente, en abril de 2022, la consejera adjudicó a la privilegiada Levantina un contrato de 5.287,983 euros para la ejecución de las obras del proyecto del paso inferior de la Avenida Beniardá en Benidorm. Todos llevan su firma.
Señora por lo demás la Torró de lealtades descriptibles. Al caso: fue durante algún tiempo (y esto va a saberse toda la semana porque el perjudicado pretende deponer) mujer de estrecha confianza del que fue alcalde de Onteniente, uno de los grandes pueblos de Valencia. El munícipe, de nombre y apellido Jorge Rodríguez, acopió desde el PSOE una enorme popularidad en lo cual le valió por lo menos una vez la mayoría absoluta en su pueblo, pero hete aquí que se le descubrió una supuesta irregularidad en un proceso, «La Alquería», y tuvo que dimitir. Torró, su principal valedora hasta el momento, le dejó compuesto y sin su voto, tirado entre el personal. Rodríguez declaró al medio local: «Torró no sabe lo que es la lealtad». Por eso se echó en manos de Ximo Puig, el promotor del asalto contra Rodríguez, que al final se quedó en nada. Torró llegó después a «conseller». Premio a la traición.
Hoy empieza de nuevo el movimiento en el Supremo con la supuesta declaración (no sabemos si acudirá) de Antxón Alonso, el cómplice empresarial para travesuras varias de Cerdán. Si asiste a la vista corre el peligro de salir de allí «caminito de Soto del Real», como su compinche Cerdán. El Supremo es solo una instancia más porque este martes en el Senado se reúne la hasta ahora inane Comisión de Investigación de Contratos, Licencias, Concesiones y Ayudas del Gobierno a la trama. La verdad es que los asistentes a la Comisión no guardan mucha confianza en su eficacia; uno de ellos, senador popular, le decía el sábado al cronista: «Tenemos la impresión de que aramos en el agua». Algo similar ocurre en otra Comisión: la de Investigación del apagón del 28 de abril. Y es que a Sánchez todo le trae por una higa. Desde luego, quédense con la ironía de un viejo socialista: «¿Alguien cree que de haberse sabido el fin de semana los tocamientos de Salazar, Sánchez se hubiera reunido con un grupo de fanáticas?». Claro que no.
La semana viene calentita como la Plaza Mayor de Écija, la sartén de Andalucía. Más arriba, en Pamplona, estaremos en plenos Sanfermines con el alcalde etarra de la ciudad, Asirón resulta llamarse, haciendo publicidad en contra de los encierros y los toros. «Los pamploneses -afirma el sujeto- están por otra clase de celebraciones». Un mal remedo de Hemingway que no, no ha dudado un solo minuto en sumarse al homenaje que ETA, con «Kantauri» al frente, está dedicando a Anboto, una asesina, Soledad Iparraguirre, militante de los comandos criminales «Araba» y «Madrid», jefe del sanguinario «Aparato militar» de la banda y especialista en huidas. Estos/as son los héroes/heroínas de Sánchez, sus más fervientes apoyos, ítem más de un criminal, Otegui, el baranda del pistolón, que se ufana de haber negociado junto con el Cerdán el asalto de la conjunción socio-comunista-terrorista al trono de la Comunidad Foral Navarra.
Y el gran petardo borracho de la semana es, naturalmente, la presencia este miércoles de Sánchez en el Congreso, a donde llega con las encuestas en una deriva que ni siquiera se empeña en corregir el desalmado Tezanos. Su Tanatorio Federal ha sido una muestra disparada de hasta dónde llega su alejamiento psicótico de la realidad, tanto que nada se puede esperar de su próxima comparecencia en el Congreso. Decíamos el domingo los periodistas: «Hay que enterrarlo cuanto antes». Debe ser porque ya huele.
P.D.- Tampoco Feijóo se ha vuelto loco con su Ejecutiva, de la que se puede derivar un Gobierno en la sombra, al estilo británico. Desde luego el Parlamento va a ser una pira funeraria para Sánchez. El trío Muñoz-Rafa Hernando-Cayetana va a ser letal para el todavía presidente. Y hablando de presidentes, confirmación de un exministro de Aznar: «Feijóo ya se siente en la Moncloa». Pues eso.