The Objective
Crónicas del caos

Otegi amenaza físicamente a Feijóo

«El odio divide a España en dos partes irreconciliables. ‘Nos tienen rabia’, ha dicho Sánchez y la gente le ha aplaudido»

Otegi amenaza físicamente a Feijóo

El líder de EH Bildu, Arnaldo Otegi.

Tras escuchar con más paciencia que atención, eso es lo cierto, los últimos tres o cuatro sermones llorosos de Pedro Sánchez, recordaba este cronista una historia que, hace años, le relataba uno de los mejores periodistas del siglo XX español: Luis Calvo, director de Abc durante muchos años a pesar de las persecuciones sostenidas de los imbéciles censores de Franco. Era un día en que ya se daba por hecha la caída de Adolfo Suárez, de la cual este cronista dudaba como muchos otros.

Así que Calvo, me agarró con fuerza por la escalera del periódico y me dijo. «Mira, niño, te voy a contar lo que les pasa a gobernantes que no se dan cuenta de que están a punto de irse a la mierda». Textual en su léxico amplio de El Brocense. Y me relató: «En una ocasión, sobre la tercera decena del XIX, el rey de Nápoles visitó París y el duque de Orleans, su cuñado, le ofreció una grandiosa fiesta con lo mejor que pudo reclutar, todo iba bien hasta que puso el silencio un ministro francés que se dirigió al de Orleans así: ‘He aquí, señor, una fiesta muy mediterránea: estamos danzando sobre un volcán’. Y terminó: ‘…Y todos, sin enterarnos’».

«Aquello pareció una precisión innecesaria, pero lo que ocurrió -me añadió don Luis- fue que 15 días más tarde el Vesubio entró en erupción y casi al tiempo ocurrió la Revolución de 1930». Nadie, en puridad, había recaído en lo que estaba sucediendo en sus alrededores, menos aún, los protagonistas que vivían en la ciudad alegre y confiada, la que luego describió Benavente.

Claro es que Sánchez y sus corifeos no es que estén ajenos a lo que se les viene encima. No, es que creen a pies juntillas que lo pueden remontar. España está en erupción y Sánchez se subió este miércoles nuevamente al escenario del Parlamento para lanzar una soflama de medidas anticorrupción, la mayoría de ellas entre ingenuas, las menos, y desvergonzadas y antiguas, las más.

Tiene a todo su entorno embarrado (nunca Feijóo se lo había retratado con tanta crudeza) él se ha quedado escuálido como una cerilla, y sólo encuentra fans entre los diputados/as que le deben el puesto. Hablando de ello: al parecer -me señalan- este fin de semana pasado, preguntaban a un parlamentario de Castilla-La Mancha por qué ellos abominan de Page y apoyan a Sánchez, y éste respondía con escaso pudor: «¿Cuál de los dos me garantiza la estabilidad?». Así, sin el menor rubor. 

Son muchos ahora los políticos en la reserva, e incluso activos, que tildan la situación de ahora mismo de irreversible. Les traigo a esta crónica dos. El primero, un exministro del PP, antiguo cargo parlamentario también, que se expresaba así: «No se puede aguantar más». El otro, colaborador de Pepe Blanco, tan de moda ahora mismo, que decía: «Están histéricos, al borde de cometer cualquier imprudencia».

¿Qué imprudencia puede ser ésta? Pues nada menos que la siguiente: «Conceder a los secesionistas de Junts la capacidad de convocar un referéndum de independencia». Esto ya no es una especulación, es una posibilidad cierta que pregonan los de Puigdemont: la polaridad del país ha llegado a tal punto de peligro que los peores, léase Bildu, se han quitado la careta y con Otegi de preboste han advertido al PP y Feijóo algo muy del estilo de ETA: «Por Euskal Herria que no se les ocurra venir, aquí les vamos a parar como sea». Viniendo este aviso de un secuestrador asesino, hay que tomarlo como lo que es: una amenaza física en toda regla. Ya ven que estamos en eso.

El odio divide a España en dos partes irreconciliables. «Nos tienen rabia», ha dicho Sánchez y la gente le ha aplaudido. Todavía hay buena parte de la población que no ha tomado en total consideración las informaciones sobre los amplios pucherazos perpetrados por el sanchismo en Andalucía y regiones colindantes. Tampoco el hecho, ya investigado con nombres y apellidos en la Audiencia Nacional, de que la corrupción haya arrasado el Ministerio de mayor gasto de España: el de Transportes, de los tiempos del forajido Ábalos.

Tengo perfecta noticia de la probidad con que ahora se dirige y preside la Audiencia Nacional y por eso adelanto que nos encontramos al borde mismo de una hecatombe nacional con Sánchez de jefe de la cuadrilla. Vamos a ver si esta semana su ministro canario, Torres. Ahora mismo España entera es un presidio abierto en el que puede entrar toda la recua sanchista de la que ahora su jefe pretende renegar.

Europa ha dejado de mirar a otro lado y ya nos ha puesto la cara colorada que, encima, lo verán, dentro de muy poco se va a tornar color sangre de toro cuando la Fiscalía Europea dilucide si, como se anticipa, se ha encontrado empleo de fondos de la Unión por ejemplo en los tejemanejes comerciales de la señora Begoña Gómez. Han escrito sus exégetas que Sánchez salvó este miércoles su tafanario. Bien, todos le han dado un respiro, al jefe de la mafia, pero ¿qué pasará mañana cuando aparezca una nueva entrega de la basura?

Rufián, un miserable hablando de ETA, lo dejó claro: «Entonces sólo quedarán las elecciones». Eso sí, con toda la izquierda haciendo la campaña de Vox y Sánchez recibiendo el apoyo entusiasta de los criminales de antaño, los que han vuelto a la amenaza. Hace años eso era previo al tiro en la nuca. Ahora si no matan es porque ya no lo necesitan. Esta sola constancia serviría para cerrar el país.

P.D: Tras el bochornoso espectáculo de Sánchez en el Parlamento, el PNV reunió a su Ejecutiva. Los más tontos del lugar han especulado sobre un cambio de postura de Esteban y sus conversos; nada de eso. Un dato: el PNV pretende sacarle a Sánchez un montón de dinero a fondo perdido de la SEPI para quedarse con los restos del Talgo. Han encontrado un mirlo blanco en forma de empresario de la cuerda y ahora exigen quedarse con los euros de los españoles. Nada que hacer con ellos.

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