The Objective
Opinión

A Lamine Yamal le crecen los enanos

«En lenguaje futbolístico, ya puestos elegir qué Ronaldo quiere ser de mayor, se ha decantado por Ronaldo Nazario»

A Lamine Yamal le crecen los enanos

Ilustración de Alejandra Svriz

A estas alturas, todo el planeta sabe que Lamine Yamal montó un circo para su cumpleaños, uno de varias pistas por lo que nos van contando, en el que desbarró hasta tal extremo (ya publicó el resultado de la monumental juerga, con su colega k.o. en el coche y sin el cinturón de seguridad: si es que al chaval le crecen los enanos con cada posteo) que hasta la prensa internacional ha recogido la noticia, sacando la misma conclusión que nuestro compañero Manu Gálvez en su columna: el jugador es, básicamente, un hortera de bolera. Ya pudimos leer los detalles sobre la pasta que se gastó en el alquiler de la masía, la nada elegante presencia de señoritas de imagen (a ver, no sé si queda claro con el eufemismo, pero parece como si no se quisiera hablar de prostitución, porque es lo que todos estamos pensando) y la casi delictiva contratación de personas con enanismo como elemento para la diversión de los invitados. Aunque a Lamine le ha echado un capote Juan Alberto Duaso, uno de los participantes, al que el digital Última hora presenta como «el enano más famoso de Ibiza», que se desmarca de las acusaciones de la Asociación de Personas con Acondroplasia y Displasias Esqueléticas con Enanismo (ADEE) y asegura que «las acusaciones no les representan porque tenemos voz propia, criterio propio y plena capacidad para decidir sobre nuestra vida personal y profesional». Es más, añadió que se sentían “profundamente orgullosos de haber sido invitados al evento. Fue una experiencia en la que fuimos tratados con respeto». Veremos si finalmente se comprueba o no que se vulneró la Ley General de Derechos de las Personas con Discapacidad.

La fiesta de marras tenía una fuerte carga simbólica: era el momento de celebrar su mayoría de edad y, por lo tanto, un buen momento para saber qué tipo de hombre quiere ser. Y el resultado no ha podido ser más decepcionante. Es como si, como puede imaginar cualquier fan de la saga de La guerra de las galaxias, con ese ritual se demostrara que estamos ante en un Caballero Sith y no ante un Maestro Jedi. O en lenguaje futbolístico, ya puestos elegir qué Ronaldo quiere ser de mayor, se ha decantado por Ronaldo Nazario. Aunque con su elección del 10, juega a ser el nuevo Messi.

Y poco se habla de la elección de la temática del cumpleaños: la mafia. Que supongo que a un italiano le hará la misma gracia que a nosotros que en Italia se hagan guateques con temática sobre ETA y sus atentados. Sí, ya sabemos que el cine ha romantizado la imagen de un capo siciliano, pero también es verdad que las películas de Francis Ford Coppola, por ejemplo, también nos han mostrado el lado psicótico y criminal de estos asesinos con amor por la famiglia. La imagen de un Al Pacino desencajado ante una montaña de cocaína es Scarface nos viene enseguida a la memoria. Pero, chico, parece que a Lamine le fascina esa estética de cadenas de oro y americanas abiertas hasta el ombligo. Todo se cura, sobre todo la juventud: es cuestión de tiempo.

Parece que todos coincidimos en el análisis, pero se ve que somos unos boomers cargados de prejuicios. Tras leer todo lo publicado en España y en toda la prensa deportiva internacional, el jugador del Barça podría, o al menos quienes le aconsejan y asesoran, podría haberse marcado un Juan Carlos I (ya saben, un «Lo siento, me he equivocado, no volverá a suceder»), pero no. Sigue en sus trece: “Yo trabajo para el Barça, juego para el Barça. Cuando estoy fuera de la ciudad deportiva, disfruto de mi vida y ya está“, ha sentenciado a preguntas sobre la fiesta. Si al Barça le parece bien que una de sus estrellas muestre sus primeros síntomas sobre su predilección por el lado oscuro, allá ellos, pero a todos se nos viene a la memoria la lista de los jugadores que prometían mucho y se quedaron por el camino tentados por este tipo de aventuras locas y excesos.

No es que pidamos que Lamine Yamal se haga monje y haga voto de castidad. Pero cuando el dinero y la fama se suman a la falta de madurez, el riesgo de tomar decisiones equivocadas se dispara exponencialmente. El hecho de que sea incapaz de entender las críticas, de asumir los posibles errores, confirma que vive en la burbuja de un crío mimado sin la menor sensibilidad.

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