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Gobernar en minoría en España y Portugal

«En Portugal, Luís Montenegro también gobernó en minoría, pero al contrario que Sánchez, ganó las elecciones»

Gobernar en minoría en España y Portugal

El primer ministro de Portugal y el presidente del Partido Social Demócrata, Luís Montenegro. | Cuadernos FAES

Mientras el Gobierno de Pedro Sánchez intenta sobrevivir a los casos de corrupción que le asedian buscando garantizarse el apoyo de las fuerzas antisistema que le permitieron alcanzar en el parlamento la mayoría que no había obtenido en las urnas en 2023, en Portugal se ha constituido el XXV gobierno constitucional de la Aliança Democrática (AD, centroderecha), presidido por Luís Montenegro, también en minoría, pero con dos diferencias fundamentales frente al de su vecino ibérico: al contrario que éste, ganó las elecciones; y, en segundo lugar, ha rechazado de manera contumaz llegar a acuerdos de investidura, de gobierno o parlamentarios con fuerzas antisistema que le hubieran garantizado tranquilidad en la legislatura que se inicia. Eso sí, habría sido a un elevado precio.

La paradoja radica en que el gobierno portugués, desde una minoría parlamentaria asumida, ofrece una imagen más sólida que el español. Voy a intentar explicarlo en las líneas que siguen. Para ello es necesario contar alguna peculiaridad del sistema político portugués que lo diferencia notablemente del español; y también algunos de los hechos acaecidos en estos dos últimos años en la vida política portuguesa.

En primer lugar, una característica relevante del sistema político portugués es que el primer ministro es elegido por el presidente de la República. Tal como reza el artículo 187 de su Constitución: «el primer ministro es nombrado por el presidente de la República, oídos los partidos representados en la Asamblea de la República [parlamento] y teniendo en cuenta los resultados electorales». Pero, una vez nombrado el primer ministro, éste debe presentar un programa de gobierno en el parlamento en un plazo máximo de diez días hábiles para su apreciación por la cámara. El debate sobre el programa de gobierno no puede durar más de tres días y cualquier grupo parlamentario puede proponer su rechazo y el gobierno puede solicitar su aprobación mediante un voto de confianza. En el caso de su rechazo, para lo que se precisa mayoría absoluta, entonces se produce el cese automático del primer ministro y la caída del gobierno. 

Esto es lo que ocurrió en las elecciones de 2015, que fueron ganadas por la coalición de centro derecha liderada por Pedro Passos Coelho, nombrado primer ministro por el presidente Aníbal Cavaco Silva. Cuando éste presentó su programa de gobierno al parlamento descubrió, con sorpresa, que António Costa, el líder del Partido Socialista, había tejido una mayoría parlamentaria con la extrema izquierda que permitió, primero, que se rechazara por mayoría absoluta el programa de gobierno, lo que propició la caída del muy efímero segundo gobierno Passos Coelho; y, en segundo lugar, que Costa, al articular una mayoría parlamentaria, fuera nombrado a continuación primer ministro por el presidente de la República. Este primer gobierno Costa fue denominado la «geringonça» porque se veía como una alianza negativa entre socios enemigos cuyo único punto de encuentro era evitar que gobernara la derecha. Curiosamente, este primer gobierno Costa agotó la legislatura. Circunstancia que solo se daría, de sus tres gobiernos, en este. Curiosamente, el más corto de los cuales fue el último, el único en el que disfrutó de mayoría absoluta.

Otra peculiaridad del sistema político portugués es que el presidente de la República, tal como se señala en el artículo 133 referido a sus competencias relativas a otros órganos de soberanía, tiene el poder de «disolver la Asamblea de la República, observando lo dispuesto en el artículo 172, oídos los partidos en ella representados y el Consejo de Estado». En el artículo 172 se establecen los límites al ejercicio de este poder de disolución que son únicamente que la asamblea no puede ser disuelta durante los primeros seis meses de su constitución; y que el presidente tampoco puede disolverla durante «el último semestre de su mandato (…) o durante la vigencia del estado de sitio o del estado de emergencia». Este poder presidencial se denomina en la jerga política portuguesa «la bomba atómica», y el actual presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, ya la ha lanzado tres veces. La primera, al segundo gobierno Costa por su incapacidad para aprobar los presupuestos. La segunda, al tercer gobierno Costa, que disfrutaba de una cómoda mayoría absoluta del Partido Socialista, 119 diputados sobre 230, lograda en las elecciones de 2022, pero que se vio involucrado en casos de corrupción. La tercera, de la que luego hablaré, al primer gobierno Montenegro. Es importante notar que la «bomba atómica» se puede lanzar incluso contra gobiernos que disfrutan de una sólida mayoría parlamentaria y esto ha ocurrido varias veces.

Una característica del sistema político portugués es que el primer ministro es elegido por el presidente de la República

Antonio Costa.

Así pues, se celebraron elecciones legislativas por esta razón el 10 de marzo de 2024. La justificación de la disolución del parlamento decidida por el presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, era, como acabo de señalar, que el gobierno de António Costa estaba salpicado por un escándalo de corrupción entre sus muy próximos. La sospecha de corrupción justificaba frente a la opinión pública que el presidente de la República utilizara el más formidable de sus poderes, y así lo hizo. El tercer gobierno Costa, el de la sorprendente mayoría absoluta, terminaba antes de tiempo con escándalo y ponía fin a su carrera política en Portugal, aunque, a cambio, le abría las puertas de Europa. Eso sí, el Partido Socialista iniciaba entonces un declive que todavía hoy no se ha frenado. El heredero de Costa en la dirección del partido fue Pedro Nunes Santos, del sector extremista, nacionalista y defensor de las alianzas con la extrema izquierda, y que buscó alejarse en la campaña de su mentor, para conjurar sin éxito el lastre de la corrupción. 

El centro derecha liderado por Luís Montenegro, de la Alianza Democrática AD (PSD/CDS-PP/PPM), fue quien finalmente ganó las elecciones, pero tenía muy difícil gobernar y de ahí lo breve de su primera legislatura como luego explicaré.

El presidente de la República, tal como se señala en el artículo 133 referido a sus competencias relativas a otros órganos de soberanía, tiene el poder de «disolver la Asamblea de la República, oídos los partidos en ella representados y el Consejo de Estado»

En primer lugar, su primera victoria electoral necesita matizarse. Montenegro consiguió en coalición 80 escaños, frente a los 77 que obtuvo en solitario el PSD en 2022. Un ligero ascenso que quedó relativizado por el hecho de que en porcentaje la Alianza Democrática obtuvo esta vez el 28,85 por ciento de los votos, pero si se suma lo que obtuvieron en 2022 el PSD y el CDS-PP por separado arroja un 30,69 por ciento. Es decir, disminuyó el porcentaje de votos recibidos por la coalición. Si se mira el número de votantes ciertamente hay una subida de algo más de 180.000, cosa que fue celebrado como un gran éxito personal del candidato, pero esto también debe matizarse, porque subió mucho la participación, pero de los nuevos votantes solo un 31,68 por ciento votaron por Montenegro. Es decir, el candidato repitió el resultado de 2022. La cruda realidad que muy poco tiempo después se manifestó es que el parlamento de Portugal tiene 230 diputados, que la mayoría está situada en 116 y que Montenegro, aun contando con los 8 diputados del nuevo partido Iniciativa Liberal (IL), estaba muy lejos de tener una mayoría en el parlamento. Amenazado por el imponente crecimiento de la extrema derecha encarnada por Chega!, que pasaba de 12 a 50 diputados, la estabilidad del gobierno Montenegro pasaba a depender de la abstención del partido socialista si quería mantener un cordón sanitario frente a la extrema derecha. Es decir, se encontraba en una debilidad extrema y por ello la vida de este gobierno fue muy corta.

El martes 11 de marzo de 2025 todos los partidos con representación en la Asamblea de la República, salvo la coalición gubernamental AD e Iniciativa Liberal (IL), votaron en contra de la moción de confianza presentada por el primer ministro Luís Montenegro. Ese mismo día se cumplía un año y un día desde las últimas elecciones legislativas. El jueves 13 de marzo, el presidente de la República disolvió el parlamento y convocó elecciones legislativas para el 18 de mayo de este año. Era, como señalé antes, la tercera vez que Marcelo Rebelo de Sousa utilizaba la «bomba atómica».


El tercer gobierno Costa, el de la sorprendente mayoría absoluta, terminaba antes de tiempo con escándalo y ponía fin a su carrera política en Portugal, aunque, a cambio, le abría las puertas de Europa

Las razones de esta crisis estaban nuevamente ligadas a la corrupción, del mismo modo que ocurrió con la anterior. En este caso, el primer ministro Montenegro, fue acusado en los medios de que su firma familiar, Spinumviva, se había beneficiado de contratos con una empresa dedicada al negocio de los casinos que opera bajo autorización gubernamental. La sospecha de corrupción desvelada en febrero por el Correio da Manhã hizo que el partido populista Chega! (¡Basta!), tercera fuerza entonces en el parlamento, y cuyo lema electoral era y es «limpiar Portugal», presentara el viernes 21 de febrero una moción de censura que fue rechazada por todos los grupos, salvo por el Partido Comunista Portugués (PCP), que se abstuvo. En la justificación que dio André Ventura, líder de Chega!, de la presentación de la moción, emitió gravísimas acusaciones de corrupción sobre Montenegro y las hizo extensivas a su gobierno y al Partido Socialista portugués (PS). 

Por su parte, el Partido Comunista Portugués, que se había abstenido, presentó su propia moción de censura, también derrotada, el 5 de marzo. Contó con los votos en contra de los partidos de la coalición gobernante, la Alianza Democrática (Partido Social Demócrata (PSD) y Centro Democrático y Social (CDS)) y de Iniciativa Liberal; la abstención del Partido Socialista y de Chega!; y los votos favorables de la extrema izquierda y los ecologistas. El partido comunista justificó la presentación de la moción de censura como un medio para «frenar la degradación de la vida nacional y dar curso a una política alternativa de desarrollo y progreso». 

Pero superadas las dos mociones de censura, Montenegro presentó por su parte una moción de confianza al parlamento que, al ser derrotada, abocó nuevamente a la disolución del parlamento por el presidente de la República y a una nueva convocatoria de elecciones. El Bloco de Esquerda, un partido de extrema izquierda de influencia menguante, declaró en su propaganda electoral que «estas elecciones fueron provocadas por la ambición de Luís Montenegro, que precipitó una crisis política para proteger su empresa personal financiada por un concesionario de casinos». Con los matices necesarios, es una descripción ajustada de lo que ocurrió.

Así pues, este 18 de mayo pasado se eligieron nuevamente los diputados de la Asamblea de la República. Apenas un año antes los portugueses ya habían ido a las urnas, como habían hecho también en 2022 y en 2019. Es decir, el sistema político portugués, que había sido sobresalientemente estable durante treinta años parece haber entrado en un ciclo de inestabilidad que recuerda los conturbados años de su transición a la democracia, iniciada en 1974.

Amenazado por el imponente crecimiento de la extrema derecha encarnada por Chega! que pasaba de 12 a 50 diputados, la estabilidad del gobierno Montenegro pasaba a depender de la abstención del partido socialista si quería mantener un cordón sanitario

Pues bien, lo que ha venido sucediendo desde 2015 con el primer gobierno Costa en el sistema de partidos portugués es una auténtica revolución. Los partidos de la extrema izquierda que apoyaron a Costa tenían entonces 37 diputados y hoy se han quedado en 4 o 5. El Partido Socialista alcanzó, en la tercera legislatura de Costa, los 119 escaños, una hazaña de mayoría absoluta que antes solo había conseguido José Sócrates. Pero esto fue apenas un efímero espejismo. La tercera legislatura de Costa, la de la mayoría absoluta, fue la más corta de todas y con el liderazgo de su sucesor, Pedro Nuno Santos, el PS perdió 42 escaños en las elecciones de 2024 y en las de este mes de mayo otros 20, para quedarse en los 58, la tercera fuerza política del parlamento. Pedro Nuno Santos ha dimitido como líder del partido y ha sido sustituido por José Luís Carneiro. André Ventura y su partido Chega! parece seguir en un crecimiento imparable y ya son la segunda fuerza política con 60 escaños. Por su parte, Luís Montenegro, líder del PSD ganó en minoría en 2024 con 80 escaños y ha revalidado de manera ampliada este triunfo en 2025 al haber conseguido 91 escaños con la coalición AD. Está todavía muy lejos de la mayoría absoluta, pero no hay posibilidad de un gobierno de izquierdas alternativo porque los números no dan.

El jueves 29 de mayo Luís Montenegro fue nombrado nuevamente primer ministro por Marcelo Rebelo de Sousa. El miércoles 5 de junio fueron nombrados los ministros y miembros del gobierno y, finalmente, la presentación del programa de gobierno ante el parlamento se programó para los días 17 y 18 de junio. El Partido Comunista fue el único que presentó una moción de rechazo al programa de gobierno de Montenegro pero, al no contar con el apoyo del Partido Socialista ni de Chega!, fue derrotada. Los pequeños partidos de extrema izquierda sí la apoyaron y de este modo, sin necesidad de una moción de confianza, el programa de gobierno resultó aprobado sin que mediara una negociación entre Montenegro con el Partido Socialista o con Chega!

Ante los indicios de corrupción cercanos al gobierno, el presidente de la República Portuguesa, al menos durante la presidencia de Marcelo Rebelo de Sousa, siempre ha recurrido a la convocatoria de elecciones

Marcelo Rebelo de Sousa.

De todas estas circunstancias se pueden establecer algunas conclusiones. La primera es que ante los indicios de corrupción cercanos al gobierno, el presidente de la República Portuguesa, al menos durante la presidencia de Marcelo Rebelo de Sousa, siempre ha recurrido a la convocatoria de elecciones como elemento clarificador de la situación política. En segundo lugar que, con la excepción de las elecciones de 2015, siempre se ha respetado en Portugal la regla no escrita de que gobierne la lista más votada lo que va en beneficio de la legitimidad del gobierno. Es más, pareciera que, a medio plazo, el que el Partido Socialista rompiera con esa tradición en 2015 ha tenido costes en las siguientes elecciones. En tercer lugar, la experiencia portuguesa muestra que, efectivamente, los gobiernos en minoría producen inestabilidad en el sentido de que las legislaturas no se completan y la frecuencia de las elecciones produce fatiga en el electorado, pero, a cambio, el clima político se relaja y la polarización disminuye. El segundo gobierno Montenegro está en una situación de evidente debilidad, puesto que depende de la buena voluntad del partido socialista para su supervivencia, pero desde su minoría asumida ha podido rechazar la propuesta tóxica de Chega! de emprender una reforma constitucional y, al mismo tiempo, ha integrado las preocupaciones acerca de la disminución de la seguridad y de los riesgos de la inmigración descontrolada de una forma racional, libre de la hipérbole y la xenofobia del que ahora es segundo partido de Portugal y líder de la oposición. La situación política en Portugal no es desde luego ideal, pero muestra que hay formas mejores y peores de gobernar en minoría.

Este artículo ha sido publicado originalmente en la revista Cuadernos FAES de pensamiento político. Si quiere leer otros textos parecidos o saber más sobre esa publicación, puede visitar su página web.

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