The Objective
Crónicas del caos

ETA, desde 1959, se fundó tal día como hoy

«Y los maketos del PNV celebran sus 130 años en USA»

ETA, desde 1959, se fundó tal día como hoy

Ilustración de Alajandra Svriz.

Permítanme una larga licencia. El terrorismo de ETA en su versión más light (por ahora) vuelve a estar de moda. Aquí y, por lo que sé también, fuera. Tanto, que Estados Unidos, que no pasa una, ha denegado su entrada en la Nación a un tipo miserable y estúpido que pretendía radicarse un tiempo en Boise, capital de las ovejas de Idaho, para vender allí a los pastores vascos la apuesta de su partido, Bildu, a favor de la independencia en dosis, cueste lo que cueste. El sujeto se llama, atiende por tal creo, Urtzi García, y como es tan mendrugo y tan gañán, ha euskerizado el apellido de su padre maketo, y lo ha dejado en «Gartzia». Como se lee. Este episodio coincide con la disolución de «Hatortxu», la organización que ha venido exigiendo la llegada al País Vasco y Navarra de todos los criminales que, dicho sea al pairo, ya están allí. A esta tropa le ha sustituido otra, Aske, que está organizando la salida de los terroristas que quedan en la cárcel, apenas noventa, entre ellos, «Txapote»,  este forajido que sigue reivindicado el pistolón y la bomba como medios para acreditar la secesión.

Y aquí va la licencia. Tal día como ayer, 31 de julio de hace 66 años, 1959, una tribu pequeña de perdularios vascos se reunió en la Iglesia de San Antón, Vizcaya, para fundar oficialmente una asociación que, en principio nacía de una escisión, de la EGI del Partido Nacionalista Vasco, y de una decisión, del apoliticismo y el aconfesionalismo ¡fíjense! Todo para terminar con los escasos resultados (enfrentamiento con el Estado Español) que estaba consiguiendo el PNV. Los complotados, a los que guardaba con sumo cariño y dedicación el párroco de San Antón, Claudio Gallástegui, cortaron cualquier relación con ‘EGI’ (luego ‘EKIN’), las Juventudes del PNV, de las cuales procedían, y fundaron directamente Euskadi ta Askatasuna, ETA. El nombre, él lo reivindicó- se debió a Alvarez Emparanza, uno de aquellos agentes del primer terror con José Benito del Valle, José Manuel Aguirre, Pachi Iturrioz, Julen Madariaga y el «alemán» Krutwig, Como eran unos chicos educados (alguno de Neguri) enviaron una carta de despedida al PNV en la que dejaron bien claro que, de ninguna manera, rompían con el Gobierno Vasco presidido a la sazón por José Antonio Aguirre, un pésimo futbolista del Athletic, tan empeñado en dar patadones como en aparecer de adalid del separatismo vasco.

Del primer refugio religioso del que la Iglesia, es natural, nunca ha querido decir ni pío, los «chicos de la bomba» como después les denominó Arzalluz que entonces era jesuita en Frankfurt y que tenía una hermana, monja de clausura en Tudela, viajaron a otro templo católico, los Jesuitas de Deusto, a la Escuela de Ingenieros Industriales de Bilbao y-¡qué curioso- a las facultades de Medicina de Zaragoza y Valladolid. Otro clérigo, el padre Justo Morocón, también les proporcionó un zulo para sobrevivir. Se movieron unas leguas los aprendices del horror y se personaron en Deva (hoy Deba) para constituir -hecho histórico- la primera Asamblea de ETA que adornaron, esa misma semana, con dos bombas chapuceras que estallaron, aunque sólo un poco, en Bilbao y Vitoria; la de esta capital cercanísima a la Comisaría en la cual los policías no tenían la menor noticia de la banda. Fueron organizándose, entonces eran ya no menos de 150 incorporaciones, mientras uno de los «padres fundadores», Madariaga, quizá el «intelectual» mejor formado, se dedicó a escribir un libro que ya pudo caracterizarse como el «Catón» de los terroristas. Le puso como nombre una aspiración nada dudosa: «La insurrección en Euskadi». 

En Deva se despojaron los embrionarios de las caretas de muchachos nacionalistas moderados y aprobaron la que denominaron «Sección Técnica», un eufemismo debajo del cual se escondía nada menos que la «rama militar» de los delincuentes. Recogieron unas pesetas y unos francos franceses, porque a la sazón saltaban la «muga», la frontera, con toda facilidad, y con parte de la recaudación que obtuvieron de antiguos gudaris (aquellos cobardes que en la Guerra se entregaron a los italianos que tampoco eran el Soldado Ryan) adquirieron unas viejas metralletas ‘Sten’ de la II Guerra Mundial y pistolas de tres al cuarto. Ya eran terroristas al estilo del Che Guevara, su héroe, o incluso del sanguinario Gadafi. 

Allí, en la primera Asamblea, los complotados casi terminan a bofetadas, una situación que luego se hizo crónica en las reuniones sucesivas. El debate era tan crucial y simple como éste: «¿Qué? ¿Matamos o no matamos?». El ala dura de ETA acreditó sus presupuestos con una declaración inequívoca: «Nuestro enemigo es España». Otro de los asistentes, que notó que aquello se les iba  de las manos con tanta palabrería y advirtió: «Nos negamos a ser los carlistas del Siglo XX», proclamación que al menos el cincuenta por ciento de los asistentes no entendió en absoluto. Y con tan escaso arsenal programático y fusilero los más envalentonados intentaron volar un tren repleto de falangistas y precisamente de tradicionalistas, ambos ataviados con sus uniformes de rigor. Lograron sólo el susto, pero la Policía, la Guardia Civil e incluso el Ejército, empezaron a pensar que «Esto hay que tomarlo en serio». La frase no es del cronista, se debe a Angel Ugarte, un coronel del Ejército del Aire metido a jefe de espías en el País Vasco, que, al cabo de los años, reunió a tres de los pocos periodistas que deambulábamos como costumbre por allí, y nos comunicó solemnemente. «O ETA termina conmigo o yo termino con ETA». El no consiguió su objetivo porque se murió en la cama y al final ETA, como se ha comprobado, se ha marchado de rositas después de 857 asesinatos, 59 mujeres muertas, 709 personas inválidas, 125.000 vascos exiliados, un chantaje de más de 161 millones de euros, 358 crímenes sin resolver y 216 etarras que ni se han arrepentido del daño provocado, ni  tampoco se van a arrepentir.

Ayer ETA y todos sus pistoleros cumplieron (31 de julio de 1959) 166 años vivos. El tándem Zapatero-Sánchez, un par de traidores a los que debería castigarse como tales, ha hecho de los criminales poco menos que unos luchadores patriotas que mataron porque no tuvieron otro remedio; España no les dio lo que reclamaban. ¡Angelitos! Ahora se lo ha dado y además de forma humillante, horrible,  entre la práctica indiferencia de un país que, cada vez que se habla del tema, se aparta con un: «Eso es pasado, ETA ya no mata». ¿No? Que se lo digan a los habitantes del Goyerri guipuzcoano que no comulgan con Bildu. ¿Les dejan vivir? En el imaginario nacional ha cuajado la idea de que «con Vox no se puede pactar porque es la ultraderecha». Lo de Bildu sin embargo lo tragamos. Por esta razón no me disculpo por traer a colación este aniversario criminal. A los que les parezca mal se les debería caer la cara de vergüenza. O tener una víctima en sus alrededores.

 El PNV con los pastores en USA

Tal día como hoy, en un chiringuito aldeano, los hermanos Arana Goiri fundaron el PNV con un grueso mandato de entrada: ser antiliberales y antiespañoles y respetar dos lemas: el Jaun-Goika, ser católicos a machamartillo y el Lagi-Zara, los fueros ante todo. Y además expulsar a los maketos de Vizcaya. Hoy, los dos jefes máximos del partido: Pradales Gil y Esteban Bravo lo son. Ambos están ahora en Boise, la capital de Idaho, donde cientos de pastores vascos emigraron allí a cuidar ovejas. Hoy constituyen la «Diáspora Vasca» que está siendo homenajeada por los susodichos. ¿Y las 150.000 personas que, amenazadas por ETA, tuvieron que salir del País Vasco? Este PNV de ahora, acuciado por Bildu, no tiene el menor recuerdo de ellas. ¿Saben por qué? Porque si volvieran a su tierra los exiliados los partidos españoles ganarían las elecciones. 

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