Sánchez con Almodóvar en Lanzarote
«Veintitrés días en una isla donde nadie le quiere ver»

Ilustración de Alejandra Svriz.
Realmente no sabemos qué diantres pinta Almodóvar en Lanzarote, España. El director, que cuenta por estrepitosos fracasos sus últimas intromisiones en el Cine, prometió en 1993 que si ganaba las elecciones José María Aznar, se exiliaría del país y nunca regresaría más. Tuvo suerte el pícnico manchego: el triunfo del PP se demoró tres años más,1996, y se ahorró el salir disparado antes por la frontera. Pero el caso es que no se marchó, se conoce que entendió que en Cuba o Venezuela, las patrias preferidas de un comunista «enragé», se vive bastante peor que en este suelo ancestral de dinosaurios escabechados. Pues bien; gracias a que nunca se ha fugado, modo Puigdemont, de la España plurinacional que él predica, Almodóvar se halla este verano en una privilegiada isla: Lanzarote donde rueda otro presumible bodrio que lleva por título original éste: «Abierto hasta Navidad». Perpetra este filme en un agosto en el que, quien más, quien menos, ha puesto la alarma para huir a la playa, a la montaña o este Madrid que es ahora mismo el principal destino turístico nacional, Y no por el Gobierno rojo, sino por la liberal Ayuso confrontado a diario con Francisco Martín, el comisario político de cheka que ha depositado Sánchez en la Delegación del Gobierno.
Sánchez, a la espera de su ídolo («Mujeres al borde de un ataque de nervios») Almodóvar Caballero, se ha acomodado en La Mareta, una Residencia Real que nos cuesta soportar 10.000 euros mensuales, para enclaustrarse en su lujo porque de aquel parque temático no puede salir ni a comprar el pan. Las autoridades locales y regionales le vienen diciendo desde el pasado mes de mayo que no era bien recibido, que se fuera a Colombia donde seguro que el terrorista Petro, su amigo, le recibiría con honores de Caudillo encarnado. Por Lanzarote no le quieren ver ni el presidente del Cabildo, ni la presidenta del Parlamento de Canarias, ni una gran parte de los políticos de la Isla. Sánchez se libró la semana pasada de ser declarado «persona non grata» en la cámara autonómica; le salvó la errática Coalición Canaria que, en vista de que Sánchez ha anunciado Presupuestos seguro que ambiciona sacarle los higadillos al todavía presidente del Gobierno de una Nación que él está volando como el mejor de los artificieros israelíes.
Por Lanzarote, aparte de Almodóvar Caballero y su «troupe» -algunos de ellos firmantes también de la Cofradía de la Ceja Marchita- pasará también, quizá esta semana, el tedioso Molt Honorable, Salvador Illa. Una cosa hay que reconocerle a Sánchez: compartir unas vacaciones con este plúmbeo personaje es algo más siniestro que con las monjas de Belorado, las herejes que se están forrando a costa de, como ellas la llaman, la «Iglesia Conciliar». A ver cómo se las apañan los dos prohombres de la mentira para continuar engatusando a los independentistas de vario pelaje con el embuste de la «financiación singular» para Cataluña, porque el habitante del Palau ya ha reconocido que hasta 2028 nada de nada, o sea en el año que, quiéralo el Todopoderoso, ya puede estar gobernando Feijóo.
Illa tranquilizará a su anfitrión (o sea, «nuestro» anfitrión) con la certeza de que el Frente Nacional de Ultraizquierda que ha venido patrocinando Rufián, se ha quedado sólo en una aspiración, en un fiasco a la altura de la «Habitación de al lado», postrer engendro de Almodóvar Caballero antes de aposentarse en Lanzarote. Pero los catalanes del procès puestos a inventar, remedan con ventaja a Gaudí, que nunca les tragó de verdad, y están empezando a propalar otra posibilidad unitaria. Se llama el «Bloc Catalá» al que por ahora no hacen caso los Junts de Puigdemont que, por sí solos, se están quedando en las raspas electorales. Precisamente este mensaje es el que ha llevado (la reunión puede haberse celebrado clandestinamente ya) al correveidile de Zapatero a Waterloo, empeñado en que los independentistas apoyen los presuntos Presupuestos de Sánchez. Ya se sabe que, como siempre, este individuo se ha tirado un formidable pegote: ha comprometido Presupuestos en público, mientras en privado sus cien mil hijos de La Moncloa, asesores y panaguados de diferente jaez, van filtrando que, salvo el caso de que las Cuentas cuenten con suficientes apoyos, la vicepresidente Montero, desaparecida desde hace quince días, no se fotografiará en el Parlamento con el pendrive correspondiente. Montero, desataviada (¡hay que ver cómo se viste y se peina esta mujer!) está ya haciendo las «Andalucías», no se sabe si en una copia del Peugeot, o en coche oficial, intentado lo imposible: revertir unas encuestas que cada día que pasa le condenan más a las galeras de la inanidad.
Ahora la diáspora general se ha puesto a gastar sin tino hasta que llegue septiembre. En España, el único que no descansa es The Economist, que ha puesto a Sánchez a caer de un burro. Todo quisque en el PSOE se ha alarmado, salvo el pequeño Bolaños, al que sólo le ha faltado exclamar: «¡Economist!» «¡Qué Economist!». A este ministro de casi todo le ha urgido el PP a que se presente en la Diputación del Congreso más pronto que tarde a explicar los informes europeos que sitúan al Gobierno del que forma parte como colaborador necesario de la corrupción, por lo que lo normal, lo decente, es que esta misma semana el ministro de que sé yo cuántas cosas, acudiera al Parlamento a dar explicaciones. No lo va a hacer, para eso ya se refugia en el auxilio de la balear Armengol que ya está en sus islas escondida no vaya a ser que algún impertinente le pregunte qué hizo con las mascarillas anti-Covid que compró a precio de caviar, y que aún se deterioran como trapos inservibles en algún almacén mallorquín.
Armengol, desde luego, no figura en las esqueléticas quinielas que se están rellenando para la sucesión del innombrable. El mejor colocado es, ¡cómo no! El líder Castilla y La Mancha, Page de apellido, al que su vicepresidente, José Luis Martínez Guijarro, viene promocionando, ya sin disimulo alguno, como heredero de un PSOE totalmente ajeno al sanchismo. La martingala tiene no obstante pocas esperanzas de victoria porque mayoritariamente en las Casas del Pueblo del resto de España, Page encuentran menos apoyos que Simeone en Valdebebas. Porque además:¿Quién ha dicho que este sujeto vaya a retirarse? Pero, díganme: ¿A dónde va a ir si encima sus conmilitones americanos del Grupo de Puebla van a pegarse un tortazo en las próximas elecciones? Le quedará algún refugio saunero, pero no se sabe sin para entonces estarán abiertos al público en particular. O sea, a ellos. Ya se sabe. Veintitrés días estará Zapatero en Lanzarote, a no ser que su amigo, el cineasta Almodóvar Caballero, le inste a que se quede «abierto hasta Navidad». El Mundo universal espera ansioso estos dos acontecimientos: el estreno del adefesio citado y el regreso del añorado preboste. ¡Cómo vivir sin ellos!