The Objective
Hastío y estío

Torrente presidente: crónica de una España anunciada

«Es una ironía que los que claman contra la corrección política, sean los primeros en exigirla cuando el chiste les roza»

Torrente presidente: crónica de una España anunciada

Captura del vídeo del rodaje de la última película de Torrente.

Este miércoles se filtró una escena fugitiva, un fragmento robado del rodaje de la nueva entrega de Torrente. La saga que Santiago Segura ha convertido en el espejo grotesco de nuestra España reciente. Se titula, al parecer, Torrente presidente, y en el vídeo filtrado, de apenas veinticinco segundos, vemos al inefable José Luis Torrente, ese antihéroe de barriga prominente y moral elástica, arengando a las masas desde un balcón, con una bandera de fondo verde y el acrónimo NOX ondeando sobre ella. NOX, que suena a Vox, pero con una N que podría evocar la negación, la nada, o simplemente el nitrógeno que asfixia el ambiente político. Y he aquí que algunos simpatizantes del partido de Santiago Abascal, han montado en cólera, acusando a Segura de mofa partidista, de risa sesgada contra su formación. ¡Ay, la piel fina de los ofendidos perpetuos!

¿De veras se enfadan por un retazo insignificante de celuloide, un abrir y cerrar de ojos visual que se escapa del set de rodaje como un gato callejero? La película se está rodando estos días bajo el sol implacable de Madrid o dondequiera que Segura haya plantado sus cámaras, y nadie, ni siquiera los videntes y futurólogos con más niebla en sus ojos que votan a Vox, y que son la parte de los simpatizantes de este partido que se han quejado, ha visto el conjunto, es decir, la película terminada.

Juzgar una sinfonía por una nota aislada es como condenar a Goya por un boceto suelto de sus Caprichos: absurdo, precipitado, y revelador de una susceptibilidad que roza lo patético. Los ofendidos ven agravio donde hay mera parodia, y claman al cielo como si el cine les debiera pleitesía ideológica. Qué delicadeza tan exquisita, qué epidermis tan sensible en tiempos donde las redes sociales son un campo de minas verbales, y estos que ahora se quejan son expertos en colocar explosivos en cualquier resquicio que les permite internet.

Y es que, si algo ha demostrado Santiago Segura a lo largo de su saga, desde aquel Torrente, el brazo tonto de la ley de 1998 hasta esta sexta entrega que promete ser otro carnaval de excesos, es que su humor no discrimina a ninguna ideología. Porque si hay algo a lo que no hay que tener ningún respeto y de lo que hay que descojonarse sin ningún miramiento, son las distintas ideologías y sus becerros de oro, los partidos políticos.

Cuando la democracia real llegue, será el momento en que las películas de Torrente estarán catalogadas como ciencia ficción. Mientras tanto, tendrán que seguir estando en el género de realismo español o costumbrismo cañí. Segura critica a todos, con esa causticidad que escuece como el vinagre en una herida abierta, pero sin favoritismos. Imaginen, si no, cómo retratará al PSOE en esta nueva odisea: ahí estará, seguro, José Luis Ábalos, una especie de hermano gemelo de nuestro héroe colchonero. O Koldo García, el guardaespaldas reconvertido en comisionista, el típico lugarteniente que ha tenido Torrente en cada una de sus aventuras, y que parecían tontos de remate como los personajes interpretados por Javier Cámara, Gabino Diego o Kiko Rivera, pero que en el fondo, y como Koldo, escondían la inteligencia marginal del pillo de apariencia distraída.

Un PSOE donde el poder se entremezcla con el placer previo pago, con mujeres convertidas en moneda de cambio en fiestas que apestan a hipocresía falsamente llamada feminista. El partido más putero daría una razón de peso al nostálgico del régimen anterior para votar al partido del puño y la rosa. Y cuando Torrente se canse de ser cliente, podría pasar a ser dueño de un prostíbulo, que ahora en ese partido también está bien visto, por lo menos a ojos del «matrimonio todopoderoso».

Seguro que este «último» Torrente reflejará todo ello, no como un panfleto sesgado, sino como un fresco grotesco de una sociedad donde la corrupción va asociada de manera omnipresente a este sistema de partidos. ¿Por qué, entonces, algunos de Vox se sienten que son los únicos en el punto de mira? ¿Acaso creen que su verde es intocable, mientras el rojo socialista sangrará a chorros en el guion? No deja de ser una ironía del destino que los que claman contra la corrección política, sean los primeros en exigirla cuando el chiste les roza. Y es que los simpatizantes de todos los partidos se parecen demasiado en sus defectos, y los comparten todos, en forma y fondo.

En este agosto de enfados efímeros, recordemos que el cine de Segura es un oasis en el desierto de la seriedad impostada. Un lugar donde la risa une, la crítica iguala y la ideología se esconde en el fondo del paquete de las palomitas. Que siga rodando el gran Santiago Segura, y que los ofendidos se apliquen crema solar: la piel fina es la que más se quema bajo el sol de la sátira. A tenor de cómo nos comportamos los españoles, estoy seguro de que “Torrente Presidente” será como un episodio nacional galdosiano de la España del siglo XXI. Una crónica, puede que menos literaria, pero sin duda más cercana a la realidad. La crónica de una España anunciada, pero cuyo realismo, más que mágico es sucio. Bukowski bebiéndose la piel de toro a morro. 

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