The Objective
La semana por delante

Laporta y Sánchez, dos paradigmas de la España golfa

«Un poderoso, aunque sea de guardarropía como Laporta, juega con la Ley como Sánchez, Pumpido o Bolaños»

Laporta y Sánchez, dos paradigmas de la España golfa

Un billete falso con el rostro de Laporta. | EP

Eran los pensadores romanos muy aficionados a establecer comparaciones entre dos, fueran o no semejantes; creían así que sus potenciales receptores -muy escasos entonces- entenderían mejor, aceptarían de buen grado, los símiles entre el emperador de turno y el infeliz al que el productor de textos le guardaba manía. Cicerón -creo- llegó a emparejar a su sátrapa del momento con un pillo que andaba por las calles robándoles denarios a los más despistados. El género llegó a ser divertido, de gran humor, porque los jueces o sus análogos no hallaban argumentos para emprenderla con el autor de los denuestos. Por ejemplo: entonces y ahora no era lo mismo, no es lo mismo, afirmar que Fulano es un golfo, que su forma de hacer es una golfería. ¡No se va a encarcelar a la RAE! Así que, bajo este manto cultural se protege el cronista con un  título que realmente responde a la realidad de la España actual donde todo es mentira, donde todo se compra o se vende, y donde un poderoso, aunque sea de guardarropía como el caso del presidente del Barcelona, juega con la Ley como Sánchez, Pumpido o Bolaños con el Código Penal o la Ley de Enjuiciamiento Criminal. Todos los años, a la vera misma del comienzo de la temporada futbolística, los diarios deportivos fantasean con las dificultades que va a tener el pícnico Laporta para inscribir a sus fichajes más sonados. Todos los años. Y ¿qué pasa al final? Pues que con mil trampas, con dineros que vaya usted a saber si pagan, con avales que nunca luego se van a cumplimentar,  o con ingenios financieros propios de Mario Conde o de Ruiz Mateos, un segundo antes del cierre de las admisiones, se produce el milagro, y la Liga de Tebas, otro prestidigitador que tal baila, acoge con los brazos abiertos a los nuevos astros del Barça. Encima, su presidente se recochinea del personal, se ufana de cómo sus empleados (para el caso Deco que cobra de todas las partes) lo consiguen chupi y demuestran además, que “todos lo hacemos igual”. Literal

Se trata de la España golfa que se ha consagrado este fin de semana con la película futbolística de siempre: que si cumple con el 1-1, fórmula que nadie entiende, que si no se cumple… mientras en el escenario general, el Gobierno, con el mismo estilo, mantiene que las cien mil hectáreas arrasadas, provocadas -todos- son el resultado de lo mal que lo hacen las comunidades autónomas que en su mayoría, -¡oh, sorpresa!- están mandadas por el Partido Popular. El Barcelona es al Real Madrid lo Sánchez es a Ayuso, o sea, el culpable, el que hace dumping (“Dampin” dice festivamente la señora Díaz) es el contrario porque “nosotros estamos libres de toda culpa”. Así que el Barcelona se ha tirado veinte años comprando árbitros y ensuciando la competición y para embarrar el campo de juego se mete con la Televisión del Real Madrid, un canal por cierto parecido al que Laporta lo llevó a la quiebra y lo tuvo que cerrar. Así resulta también que en esta España golfa que sufrimos, Laporta se queja de que debe edulcorar sus cuentas con mil artificios porque no resisten el menor rigor, y Sánchez directamente no presenta sus Presupuestos porque, de hacerlo, probablemente caería en malversación, una figura que el presidente de la Nación elude como si estuviera saltando a pídola con el contribuyente.

Los ciudadanos de ahora no somos tontos, pero tampoco queremos complicaciones y, en efecto, aparecemos como muy simples. Por eso nos conmovemos siempre con los escándalos pequeños y pasamos por alto los grandes. A eso, se acogen los dos citados, los que se mofan uno de sus socios y abonados y otro de sus ciudadanos porque en el fondo nada importa; ya aseguran de antemano muchos colegas que el Barça tiene que volver a ganar a la Liga; o sea, lo mismo que le susurran sus mil asesores a Sánchez, que haga lo que haga, mienta como mienta, cederá el país entero a los patrones de equipo secesionista, y no pasará nada. O mejor dicho: a ellos nunca les va a pasar nada. 

Fijémonos en el caso de Sánchez que este martes va tener escogida  noticia de lo que plantee en la frontera con España su repulsivo conmilitón Puigdemont. Ya han filtrado que éste va a renovar sus exigencias para continuar apoyando al vecino de Lanzarote: “Mi amnistía (Puigdemont) cuanto antes”,  el catalán en Finlandia a toda prisa y ni un morenito más desembarcando en El Prat. O eso o te quedas en las raspas sin mis siete votos. ¡Qué más les da a uno y a otro! Esta reunión del martes terminará como con los inscritos de Laporta: mucho ruido exterior y… hasta la próxima. Laporta ha encontrado un colaborador imprescindible en el objetivo de que el Madrid nunca más vuelva a ganar la Liga, y Sánchez un socio falsario en el amenazante que “me voy a ir, pero nunca me iré”. El jefe del Gobierno de España agonizante, que además es del Barça, está hasta los colgantes de Puigdemont, a Laporta le pasa lo mismo con Tebas, el trilero de la Liga, pero ambos ya se sirven entre sí.

Entiendo que en una sección como ésta, debería ocupar gran espacio al nuevo encuentro de dos en dos, o de dos en tres, gobernantes universales, Putin y Trump que se asemejan a nuestros pillos españoles. El ruso y el yanqui se están repartiendo Ucrania, el catalán y Tebas, el costalero de Sánchez, se están repartiendo la Liga y, si pueden, los millones. Tales para  cuales. Uno para otro, como los romanos. Mientras, España arde en toda su extensión, ya no queda milímetro cuadrado que no haya sido pasto de las llamas, y Sánchez, el socio de Laporta y Tebas, abandona un minuto La Mareta que no le corresponde, y se calza su mejor traje “cool” para mostrarse, de cuerpo presente, interesado por los fuegos. Una gran patraña. Esta es la España de las catástrofes sin resolver: se apaciguó la Dana y un tipo a la fuga como Sánchez le echó la culpa a un barranco y a un jolgorio de Mazón; se encendió otra vez la luz tras el Apagón, y ni siquiera ha traído noticias de nuevos embarazos;  y ahora de las llamas son responsables unos miserables que, de ser identificados y detenidos, nunca más se sabrá de ellos. Vamos a ver: ¿por qué no salen sus caras en la televisión? ¿Los lincharían? Merecido se lo tienen. 

La semana por delante, una vez que Sánchez regresa por un segundo a la Península después de ver por la tele canaria la devastación de España, empieza -era de prever- por la primera victoria del Barça en la Liga, y con los políticos con las llamas aún vivas, regresando apresuradamente a sus vacaciones porque en septiembre nos espera una buena. Sánchez ya tiene a quién parecerse en España, un respiro, ya que en  Europa no le quiere ni Kristersson, el sueco que cada vez que se lo encuentra sufre un esparabán. Por lo demás, Trump prefiere a un soviético espía como Putin que a un compañero de viaje del comunismo más troglodita como Sánchez. A este le da lo mismo: en el país siempre le quedarán un sosías Joan Laporta Estruch. Todos muy catalanes, claro. 

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