The Objective
Hastío y estío

La heladería de Barcelona que arde

«Es el eterno bucle: victimismo contra revanchismo, donde nadie gana y todos pierden»

La heladería de Barcelona que arde

La heladería vandalizada en Barcelona. | RRSS

En el corazón de Gracia, ese barrio barcelonés que se enorgullece de su espíritu bohemio y festivo, pero que a menudo se transforma en un polvorín de identidades enfrentadas, se encuentra Dellaostia, una heladería cuyo nombre ya invita a la polémica: «de la hostia», esa expresión castiza que puede significar algo sublime o un sopapo bien dado. Y vaya si ha recibido hostias, metafóricas y literales, en estos días de agosto de 2025, cuando las fiestas mayores del barrio deberían ser sinónimo de alegría y no de ira lingüística. Pero en Cataluña, donde el idioma es un campo de minas, un simple cucurucho de pistacho puede desatar una guerra civil en miniatura.

Todo comenzó el 17 de agosto, en plenas fiestas del barrio. Guillem Roma, concejal de distrito por Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), denunció en la red social X, que su pareja había sufrido «discriminación lingüística» en Dellaostia. Según Roma, la mujer pidió un helado en catalán, pero el empleado la increpó, tildándola de «maleducada» por no usar el castellano, y remató con un patriótico «estamos en el Reino de España». El hilo de Roma se hizo viral: más de 900 retuits, 1.000 likes y 100.000 visualizaciones en pocas horas. No era para menos; en una región donde el catalán es lengua oficial, pero el castellano también, cualquier roce idiomático se convierte en munición política.

La denuncia de Roma no ha caído en saco roto. El Departamento de Política Lingüística de la Generalitat anunció que investigaría el caso, apelando al Código de Consumo de Cataluña, que obliga a atender en la lengua oficial elegida por el cliente. Pero el verdadero incendio lo prendieron las redes. Antonio Baños, exlíder y exdiputado de la CUP, no se anduvo con chiquitas: «Este local es nuestro enemigo. ¡Hasta que cierre!», tuiteó, sumándose al boicot. Jordi Borràs, periodista independentista, lo tildó de «supremacistas españoles de pata negra» y expresó su deseo de que cerraran pronto. Plataforma per la Llengua, una ONG que vela por el catalán con celo inquisitorial, llamó a «visitar» el establecimiento, mientras Acció pel Català animaba a sus fieles a «actuar». 

El clímax llegó en la madrugada del 19 de agosto: la fachada amaneció vandalizada. Pintadas como «fascistas de mierda», «putos fachas» y «feixistes de merda»; adhesivos proclamando «Este comercio discrimina el catalán» y «el turismo mata la ciudad»; el cierre cubierto de pegatinas que obligarán a interminables horas de limpieza. Un ojo por ojo entendido de manera tan particular como exagerada. Que la cosa está caliente en Barcelona es algo que algunos no quieren que se olvide. Ni siquiera en los lugares donde se va a combatirlo.

En el fondo, este incidente no es nuevo. Cataluña ha visto boicots a pizzerías por cartas en castellano, despidos en pastelerías por no hablar catalán, y otros muchos ejemplos, pero un servidor tiene el espacio que permite un artículo, y no el que necesitó Cervantes para escribir El Quijote. Obra cumbre de la literatura española y que nos explica de una manera cristalina a los españoles, incluidos los nacidos en Cataluña. El genial escritor catalán Josep Pla decía que fumaba para buscar adjetivos. El adjetivo está para vestir al sustantivo. Para adornar de la manera más estética o precisa al protagonista o concepto principal de la frase. Pero el conflicto entre los independentistas catalanes y los más «españolistas» no hay dios que lo adorne ni lo explique con un adjetivo. Papel quemado en el cenicero del autor de El cuaderno gris

Es el eterno bucle: victimismo contra revanchismo, donde nadie gana y todos pierden. Dellaostia sobrevive, pero con el sabor amargo de la división. ¿Cuántos cucuruchos más se derretirán antes de que Barcelona y Cataluña enfríen sus más bajas y nacionalistas pasiones? Lo único que queda claro, es que en esta heladería que arde, el único sabor que prevalece es el de la hostia bien dada.

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