El terrible septiembre de Sánchez ya está aquí

Ya sabíamos que en esta tragedia arrasadora que asola el Noroeste de España había probablemente miserables pirómanos que estaban encendiendo la mecha del fuego en cientos de miles de hectáreas (no se conoce exactamente su dimensión) pero, de lo que no teníamos noticia fundada, era de que había empezado a comparecer algún que otro homínido revestido de autoridad municipal. O sea, directamente un tonto del haba. Pues bien el bodoque ya se ha presentado en sociedad: se trata del alcalde de un pequeño pueblo de Salamanca, Cantalpino, Manuel Hierro se llama el sujeto, que en plena vorágine de llamas, decidió aprobar el lanzamiento de cohetes festivos y de fuegos artificiales. Es decir: albarda sobre albarda. Como el mendrugo es del PSOE su hazaña bélica ha pasado casi desapercibida, sin duda para no nublar las que a diario producen el presidente del Gobierno y su sosias gubernamental, el ministro, aún, Oscar Puente, llamado en su tierra de origen el «Yeti de Pucela». Cómo será la cosa.

Ahora el primero de ellos, a regañadientes, ha tenido que suspender sus lujosas vacaciones de La Mareta para pasearse solo un momentito y bien protegido de iras populares por las áreas devastadas, lejos de donde los vecinos de las tierras quemadas han perdido hasta el cepillo de dientes. Se revistió el lunes de su disfraz de «hombre de Estado» y propuso un pacto de tal que rápidamente el Partido Popular se ha apresurado a rechazar. Y es que hace menos de un año Feijóo que, ni siquiera pudo prever la magnitud de la catástrofe («preveer» dicen Puente y Montero) ofreció al Gobierno una iniciativa: la creación de una Secretaría de Estado para Emergencias con plenos poderes nacionales para controlar y someter las previsibles arremetidas del fuego, por ejemplo. El PP todavía está esperando la respuesta de Sánchez y de todo su equipo de inútiles retribuidos. 

Sánchez –harto debe estar el hombre de que la Prensa de toda condición le arree estopa de la buena– ha ordenado al dúo calavera de su Gabinete, Bolaños García-Óscar López Águeda, que acelere para la primera semana del venidero septiembre la redacción de la Ley de Control Informativo, que será no ya un remedo de la «aperturista» Ley Fraga, sino una copia disfrazada de progresismo de los mandamientos del ministro de Información de Franco, Gabriel Arias Salgado. Este piadoso personaje, en los preámbulos de todas sus paridas fundamentalistas, sostenía que sus decisiones legislativas protegían la moral y las buenas costumbres del Pueblo Español. Ahora, el dúo en cuestión pretende no ya gobernarnos, sino salvarnos de la Reacción con mayúscula y prepara calentito un Proyecto que, encima, se guarda el derecho de repartir copiosamente el dinero de Estado a los medios más afectos. Los demás no; son «inframedios». Esto, a quince días vista.

Así andamos en España en un agosto que se agota en el que, inopinadamente, el juez Peinado la ha propinado un enorme bofetón a Sánchez en la cara de su señora Begoña Gómez, la hija del saunista Sabiniano. Peinado, lo avisamos aquí para agosto, ha imputado a la «influencer» un posible delito de malversación de caudales públicos que en el Código Penal, en tanto en cuanto Bolaños no proceda a su abolición, recoge la inhabilitación absoluta y prisión entre cuatro a ocho años. No se esperaba esto el habitante de La Mareta que, para mayor desgracia, está conociendo, entre hamaca y hamaca, baño y baño, los trabajos incesantes que está cumplimentando el Tribunal Supremo para ver si, antes del día 5 próximo, fecha de la inauguración del Año Judicial, el todavía fiscal general, García Ortiz puede ser suspendido de su cargo, Por todo esto y por algo más que paso a relatar, los últimos días estivales de Sánchez en «nuestro» Complejo de La Mareta se le van a hacer eternos aún con la presencia de mamá. 

El presidente más odiado de toda la Historia de España ha ordenado, manu militari, que su ministra de Hacienda, vicepresidenta simpar Montero (¿o se apellida Montoro, que tanto monta?) se lance a ofrecer Presupuestos a toda prisa, pero hete aquí que un cuarto de hora después de prometer hasta meter como los golfos de germanías, se ha encontrado con que otro de los pícnicos del país, Junqueras, le ha advertido que o se le transfieren a Cataluña todos los impuestos habidos y por haber y se le depara un modelo de financiación no «singular» sino radicalmente segregacionista, o las Cuentas monterinas sufrirán un revolcón por boca de Rufián en el Parlamento.

Claro está que este Rufián, meritorio agente del separatismo, ya no está en eso; su obsesión es el «Frente Amplio de Izquierdas», el FAIZ, un invento de Sumar y la agónica Izquierda Unida que impida la llegada de las odiadas derechas al poder. El PSOE duda sobre la eficacia electoral de esta idea, por eso todavía no ha exigido el asténico presidente de la Tele oficial, alias «El Chupaito», que se vuelque en la propaganda a favor del engendro, como lo está haciendo con Vox, convertida ya en la niña mimada de todos los programas de Televisión Española y allegados. No ha tenido en comparecencias la misma suerte preferencial la victoria de la derecha en Bolivia después de veinte años de feroz dictadura comunista e indigenista. A Sánchez se le debió atragantar la «Vieja» (pez canario que merece la pena) con el triunfo de los conservadores y con la certeza de que a Bolivia le van a seguir el Chile que aún domina el serbio terrorista Boric, Ecuador, Honduras y Haití. Al tiempo: el «Grupo Puebla», una desgracia de complicidad marxista-leninista, auspiciada por el zangolotino de Zapatero, se le va de las manos a Sánchez. Le detestamos en España, empiezan a despreciarle en Europa, en Iberoamérica ya vemos lo que está comenzando a pasar, y por Estados Unidos no puede aparecer ni siquiera a realizar un Erasmus en una universidad de chicha y nabo.

P.D.- ¡Ah! Y que no se olvide el dato final: el día 9 el Consejo de Europa ha programado una reunión para analizar la Corrupción en España. Literalmente. Luego sus miembros viajaran a nuestro país donde, ya lo adelanto, sólo les recibió el número cinco o seis en la escala del pequeño Albares. Se nos debía caer la cara de vergüenza.