The Objective
Hastío y estío

Sergio Ramos, quien canta su mal espanta

«Yo nunca quise irme, tú me pediste que vuele»: una despedida cantada entre heridas abiertas y lealtades eternas

Sergio Ramos, quien canta su mal espanta

Sergio Ramos, en el videoclip de 'Cibeles'. | Redes sociales

El que fuera capitán indiscutible del Real Madrid, el héroe de las noches europeas y el defensa con alma de delantero, ha sacado pecho, o mejor dicho, voz, con la canción titulada Cibeles. No es un tema cualquiera; es un desahogo personal, un ajuste de cuentas con su pasado blanco que huele a nostalgia, reproche y a amor inquebrantable por el club de su vida. Y todo ello envuelto en un estilo que mezcla el flamenco de sus raíces andaluzas con toques de balada pop.

La canción va directa al grano: es una carta de amor al Real Madrid. Ramos canta a la diosa Cibeles, esa fuente madrileña donde los madridistas celebran sus triunfos, como símbolo de su devoción eterna. «Hay cosas que no te dije, que todavía me duelen. Yo nunca quise irme, tú me pediste que vuele», arranca el tema, dejando claro que su salida del club en 2021 no fue voluntaria. Es un relato de sacrificio y traición percibida: «Yo mataba por ti, te amé y te defendí, pero no estaba en mí. Tú me pediste que vuele». Ramos evoca los años de gloria, el sudor derramado en el Bernabéu, las coronas, léase títulos, que le puso al club: «Te puse coronas, tú me pusiste alas. No sabía que eran solo para que me alejara». Y remata con una referencia icónica a su gol en el minuto 93 de la final de la Champions en Lisboa contra el Atlético en 2014: «Un partido dura 90, y te di 90 y más de la cuenta». 

Y aquí entra la crítica velada, o no tan velada, a Florentino Pérez, presidente del Real Madrid. Ramos no lo nombra explícitamente, pero las alusiones son claras como el agua de la fuente de Cibeles. Esa petición de «volar» se interpreta como la decisión del club de no renovarle en condiciones dignas, obligándolo a salir tras 16 temporadas de lealtad absoluta. «Menos mal que yo me marché, porque no me trataste igual», canta, en un reproche que huele a decepción por el trato recibido. Es el ya clásico «shakirazo», un desquite similar al de Shakira contra Piqué, pero en versión madridista. Ramos acusa al club, y por extensión a su mandamás, de olvidar sus méritos, de dejarlo de lado sin poder decidir: «Te olvidaste de mí, me dejaste de lado, sin poder decidir. Eso es lo que más me duele». Florentino, el hacedor de galácticos, aparece como el villano implícito, el que priorizó el balance económico sobre la leyenda viva. No es la primera vez que Ramos lanza dardos; recordemos sus entrevistas post-salida, donde ya insinuaba que el club no valoró su entrega. Pero ahora, con música de por medio, el mensaje llega amplificado.

Pese a todo, el amor al Real Madrid impregna cada estrofa. Ramos no oculta su madridismo visceral: «Te disfruté y te sufrí», confiesa, reconociendo los altibajos de una relación pasional. Y culmina con una declaración que hará saltar las lágrimas a más de un socio: «Aunque todo fue así, volvería encantado. Una vez y hasta mil. Tú lo sabes, Cibeles». Es el capitán eterno, el que lo dejaría todo por volver. Actualmente en el Monterrey mexicano, tras pasar por el PSG y el Sevilla, Ramos ha reiterado en entrevistas que el Madrid es su casa, su obsesión. ¿Volvería? La letra lo grita: sí, sin dudarlo. Es un grito de lealtad que contrasta con el resentimiento, un equilibrio que hace de Cibeles un tema honesto y crudo. No es sólo nostalgia; es la afirmación de que, pese al dolor, el blanco corre por sus venas.

El videoclip, dirigido con un toque cinematográfico, complementa perfectamente la narrativa. Ramos aparece en primer plano, con su mirada intensa y tatuajes al aire, cantando en el set de rodaje mezclado con algunos momentos estelares de Ramos: la fuente de Cibeles a la que se le cae una lágrima, flashes de celebraciones pasadas con la camiseta blanca. No es un derroche de efectos especiales, sino algo íntimo: Ramos paseando solo por la fuente acompañado por un caballo blanco, simbólicamente «volando» lejos del club, pero siempre mirando atrás. Incluye imágenes archivadas de sus momentos míticos, como el de Lisboa, reforzando el mensaje legendario. Es visualmente emotivo, aunque algunos critiquen su simplicidad: no necesita más, la fuerza está en la letra y en la presencia carismática del sevillano.

¿Se defiende Ramos como cantante? Digamos que no es Camarón de la Isla ni Frank Sinatra, pero tampoco desentona. Su voz, con ese acento andaluz marcado, encaja en el estilo flamenco-pop. No aspira a premios Grammy; es un futbolista cantando su verdad, y eso le da autenticidad. Las redes, como siempre, han sido implacables comparándolo con Kiko Rivera. 

¿Necesitaba España una canción de Sergio Ramos? Seguramente no, pero en estos tiempos de polarización es un divertimento inofensivo, un guiño a la cultura popular. Sin embargo, el momento elegido es revelador: mientras el Presidente del gobierno, Pedro Sánchez, perpetraba un teatrillo junto a Pepa Bueno en su vuelta a la segunda edición del telediario de televisión española, Sergio Ramos también daba el cante en El hormiguero, en el primer programa de su nueva temporada. Pan y circo en las pantallas de los españoles, y sólo migas en sus manteles.

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