María Pombo y el triunfo del analfabetismo funcional
La ‘influencer’ es el reflejo de un mundo cada vez más asilvestrado que presume de sus carencias

Ilustración de Alejandra Svriz.
María Pombo parece tener más seguidores que neuronas. María tiene tres millones de razones para ser responsable, pero como de donde no hay no se puede sacar, ahí la tenemos colgando stories catetos que confirman su vacío existencial, su nula conciencia con respecto al daño que pueden generar sus comentarios cuando pasan de banales a preocupantes. Pero María es el reflejo de un mundo cada vez más asilvestrado que presume de sus carencias, es más, que hace gala de ellas con orgullo, reivindicando lo que antes daba vergüenza mostrar: la ignorancia.
María es de esas personas que tiene las estanterías en casa a juego con los otros muebles, un mero objeto de decoración. Como le pega el estilo minimalista, la influencer las muestra vacías, por lo tanto inútiles para su verdadera función, tener libros, pero bonitas para tapar el fondo de sus posados. Son un reflejo de su propia personalidad, incluso de su propia vida. Las estanterías de María Pombo son una metáfora vital. Por eso, frente a ellas, tuvo un momento de liberación de esfínteres mentales y soltó una ventosidad en forma de declaración de intenciones: «Lo voy a decir. Creo que hay que empezar a superar que hay gente a la que no le gusta leer. Y encima no sois mejores porque os guste leer». Chica, a lo mejor eres tú, con tus complejos de inferioridad por la bajeza intelectual de tus lecturas, la que cree que los demás se sienten superiores.
María, no sé, a lo mejor es una paranoia que, en el fondo, viene a decirnos que proyectas en los demás el temor a sentirte marginada. Supéralo, no pasa nada, pero no quieras hacer sentir culpables a los demás de tus limitaciones.
Pero si María fuera un modelo de provocación, pensaríamos que sus palabras buscaban generar una conversación social sobre la importancia de la lectura. Que lo hacía en homenaje a su tatarabuela, Concha Espina, nominada al Nobel de Literatura y una de las grandes figuras de las letras españolas. Hubiera estado bien, pero eso no va con María. Lo suyo es combinar colores y dietas detox.
Como pueden imaginar, las reacciones no se hicieron esperar y las redes recuperaron un vídeo de Jesús Quintero: «Siempre ha habido analfabetos, pero la incultura siempre se había vivido como una vergüenza, nunca como ahora la gente había presumido de no haberse leído un puto libro en su jodida vida». Más claro, agua.
Pero la cosa no quedó ahí y hubo contraataque de TikTok: María ha protagonizado el clásico ritual influencer 2.0: mostrar su mesilla de noche decorada con unos cuantos libros (eso sí, nada de Faulkner ni Proust). Entre ellos hay obras de autoayuda o «de crecimiento personal» como Hábitos atómicos de James Clear o Tu mentalidad buena suerte de Álex Rovira —que suenan más a seminario de motivación que a plan de lectura tradicional. También hay títulos como La vida es bonita incluso ahora, una novela que «hace llorar» o La palabra exacta, para mejorar el vocabulario. Vamos, que al final nos quiere hacer creer que, en realidad, ella sí lee: es decir, que se cree mejor que los demás, siguiendo su propio discurso. ¡Qué paradoja!
Seamos claros: no leer no te hace peor persona, pero leer sí te hace mejor. Leer te abre los ojos a mundos nuevos, te hacer crecer, te expande la mente y la imaginación. Entre leer y no leer, siempre será mejor leer. No para sentirse superior al resto del mundo, sino para dejarse seducir por las palabras, por las emociones, por las imágenes que crean nuestra mente a partir de unas páginas que esconden auténticos tesoros. Para crecer por dentro. Por eso hay que reivindicar la lectura, porque nos enriquece, nos hace soñar, ser más autoconscientes, nos hace pensar. Si a usted no le gusta leer, no pasa nada, pero es una pena: se va usted a perder mil universos creados en este mundo.
No se trata de demonizar a los no lectores, ni de burlarse de ellos, pero ya solo faltaba que viniera una comunicadora de tres al cuarto, por mucho que se crea ella importante porque tiene hasta un reality, a despreciar a quienes leen y prefieren perderse entra las páginas de un libro a gastarse el pulgar haciendo ‘scroll’ atiborrándose a vídeos de mierda.