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En el foco

Viajar se ha convertido en un dolor de muelas

«Para mis próximas vacaciones no sé qué escoger: si la Renfe del ministro Puente o la Ryanair del excéntrico O’Leary»

Viajar se ha convertido en un dolor de muelas

Ilustración de Alejandra Svriz.

Qué bello es viajar. Quién no habrá sufrido este verano una pesadilla aérea o ferroviaria, o las dos juntas, resignado por el mal trato de las empresas que uno contrató con la ilusión y el disfrute de un descanso merecido o por un compromiso necesario. Uno repite un nunca más con el enfado ante el enésimo retraso de una aerolínea de bajo coste como la irlandesa Ryanair, primera en el tráfico aéreo en Europa, esa misma de low cost que ahora nos anuncia que va a reducir un millón de plazas a partir de este invierno, o la estatal Renfe, esa que sentencia en esencia que es de todos y cuyo máximo responsable, el inefable ministro de Transportes, Óscar Puente, está más preocupado en escribir tuits contra la oposición que en pedir disculpas por las demoras.

En el caso del tren, la aparición de la competencia extranjera con la italiana Iryo y la francesa Ouigo, está dañando con precios muy competitivos al hasta ahora prestigioso AVE, cuya puntualidad ya se ha convertido en leyenda. No falta el día que se produce una avería en la máquina, un fallo en los frenos o el incendio en un vagón. Hay excusas de sus responsables, empezando por el ministro Puente, de que no todo es casual y que muchas veces es debido a casos directamente de sabotaje con tintes políticos. Todo con tal de no reconocer públicamente que el mal estado de las vías o de las catenarias, de los propios trenes y en definitiva la falta de inversión en la modernización de las estructuras es la razón principal.

Si el tráfico ferroviario se ha visto saturado con la entrada de Iryo o Ouigo, esta en su modalidad de coches de dos plantas, que lo digan claramente y el ciudadano sabrá cómo actuar. Por otra parte, trate de adquirir a través de internet un billete y confíe que la página digital de Renfe, gestionada por una firma estadounidense, sea amable con usted y logre su único objetivo: un billete de tren. Y la guinda la acabamos de conocer ahora con la retirada de la línea Madrid-Barcelona en Avlo, la compañía barata del ente estatal, por un defecto de fabricación en algunos de sus trenes. Menos mal que ahora se anuncia sin que se haya registrado un accidente de envergadura.

En realidad, lo que sorprende más es que no suele haber un conato de protesta, un levantamiento de los pasajeros, un amotinamiento cuando te explican que un AVE Madrid-Málaga, por ejemplo, llega a esta ciudad con más de una hora y hasta más de dos horas de retraso debido a un problema en la máquina y teniendo que soportar la falta de aire acondicionado o un fallo eléctrico que deja a oscuras a todos los vagones. Resignación o reclamación si uno tiene tiempo y paciencia para hacerlo.

Pero si uno aborda el tema aéreo el problema se agudiza hasta extremos superlativos. Por razones personales tuve que hacer un viaje a Santander desde Málaga con Ryanair. A la ida milagrosamente el avión salió con un poco de retraso que luego el piloto recuperó. Sin embargo, el regreso pareció una película de terror después de poner en pie en Málaga casi cuatro horas más tarde. Al menos dio tiempo para hacer nuevas amistades. No hubo disculpas. La información fragmentada iba comunicándose desde la terminal de Santander que el avión iba a sufrir un ligero retraso de media hora. Luego les debió dar vergüenza y consideraron que era mejor no decir nada más. Una vez en cabina, el pasaje tuvo que soportar un aire acondicionado glacial y una subasta de estúpidos anuncios de promoción, que incluso incluían una colaboración con una ONG.

No obstante, no contentos con la desgracia, todo había empezado muy mal en el aeropuerto santanderino de Parayas. Yo no disponía de la tarjeta de embarque, pero sí de una reserva que incluía una plaza pagada previamente, por haber gestionado el viaje a través de una de las numerosas agencias en internet. Amablemente, una azafata me dijo que tenía que abonar un suplemento de 33 euros para poder disponer de mi billete. Tan pronto lo hice, obtuve la tarjeta impresa. Y a callar.

Esta es una de las prácticas abusivas, además del pago por llevar en cabina un equipaje superior a las dimensiones exigidas, que se achacan al mundo del low cost. Prácticas no completamente ilegales, pero sí muy restrictivas. Ryanair fue multada a finales del año pasado por el Ministerio de Consumo con una sanción de 109 millones de euros. Multa que ha recurrido. No ha sido la única, porque Vueling, Easyjet, Norwegian y Volotea también han sido multadas por iguales normas.

Qué extraordinario poder coger uno de esos vuelos tan económicos que nos ofrecen las compañías de bajo coste, cuyo personal trata al pasajero con un punto de prepotencia, arbitrariedad y mala educación cuando evalúa las dimensiones de una maleta que uno pretende subir a bordo. A veces depende de la flexibilidad del propio empleado. Para colmo de males, en un exceso de celo, que sus responsables justifican en aras de una mayor puntualidad, Ryanair primará al personal de tierra que sea muy estricto a la hora de que se cumplan las normas relativas a las dimensiones de la maleta. En realidad, nos dicen, lo hacen por nuestro bien. Gracias. Esperemos que eso contribuya a mejorar los sueldos de sus trabajadores. 

La compañía fundada en los ochenta por el excéntrico irlandés Michael O’Leary para hacer la guerra a las grandes compañías de bandera ha decidido echarle un pulso en España a Aena, el gestor aeroportuario, que ha anunciado una subida del 6,6% de las tasas a todas las aerolíneas a partir del próximo enero. La irlandesa considera que está completamente injustificado y daña a las empresas de aviación y que en definitiva redundará en una subida del billete.

Ryanair ha reaccionado con el cierre de sus rutas desde cuatro aeropuertos, entre ellos Tenerife Norte, lo que significa reducir en un millón de plazas de asiento -400.000 sólo en Canarias y el resto en la Península. Cerrará su base de Santiago de Compostela, suspenderá todos los vuelos a Vigo, al igual que Valladolid y Jerez y reducirá notablemente las frecuencias en Zaragoza, Santander, Asturias y Vitoria.

«Va a ser una catástrofe turística», ha adelantado su consejero delegado y hombre fuerte de la compañía, Eddie Wilson, en una conferencia de prensa el pasado jueves en Madrid. Ryanair, que obtuvo récord de beneficios el pasado año tras subir las tarifas en un 21%, sostiene que es un grave error por parte del gestor aeroportuario. El presidente de AENA, Maurici Lucena, ha reaccionado con una dureza inusitada acusando a Ryanair de deshonestidad y mal estilo, lleno de embustes, falacias y medias verdades. O’Leary, el propietario de la compañía, tachó de «loco comunista» a Pablo Bustinduy, el expodemita y miembro de Sumar, ministro de Derechos Sociales y Consumo, que fue quien multó a finales del año pasado a Ryanair y a otras low cost por prácticas abusivas.

La guerra ha estallado, aunque ya sabemos quiénes serán las víctimas: los usuarios, que seguirán soportando la subida de precios y la arbitrariedad de esta clase de compañías. Para mis próximas vacaciones no sé bien qué escoger: si la Renfe del ministro Puente o la Ryanair del excéntrico y lenguaraz de Michael O’Leary. 

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