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He aquí otra vez el tiempo de los asesinos

«La democracia para la izquierda es el fascismo. Por eso se abraza a los fascistas a la vez que ataca a los demócratas»

He aquí otra vez el tiempo de los asesinos

Charlie Kirk. | Europa Press

1. La izquierda se ha metido en un callejón espantoso. A fuerza de declararse antifascista dentro de una democracia, ha terminado combatiendo la democracia. ¿Qué otra cosa le quedaba? La democracia es para ella el fascismo. Por eso se abraza a los auténticos fascistas (entre nosotros, nacionalistas, independentistas y pro terroristas; categorías no excluyentes) a la vez que ataca a los demócratas. En España es facha el que le chista al Poder y nadie más. Esta situación latente se autodestripa cuando sucede un asesinato como el de Charlie Kirk, un hombre de cuya existencia he sabido justo cuando se le iba en un chorro de sangre por el cuello. Y entonces, alucinantemente, la danza de la muerte y el crimen de los adeptos de la izquierda, convertidos en asesinos vicarios. He aquí otra vez el tiempo de los asesinos.

2. Como brasileñista, estoy muy orgulloso de que Brasil encarcele a sus golpistas, a diferencia de Estados Unidos y España. Caetano proclama: «Sem anistia!». Caetano: el amigo de Almodóvar, quien sí estuvo por la amnistía de los golpistas españoles.

3. Bayrou, primer ministro de Francia hasta el martes, hizo algo de altura: decirles a los franceses la verdad. Los franceses, como buenos españoles, la desdeñaron. Pero Bayrou sabe que en un futuro los franceses estarán hundidos y lo recordarán con admiración. En España pasará igual, pero sin que hayamos tenido un Bayrou. Su sucesor, por cierto, se llama Lecornu: este, sin duda, muy del gusto de los franceses y los españoles.

4. Aunque no hay documentación explícita, los indicios apuntan a que Cervantes practicó el placer griego, al modo arábigo, en Argel. Lo que enriqueció esa gran comprensión humanista suya celebrada por todos. Así que bien por Amenábar. Otra cosa es que yo vaya a ver El cautivo. Soy de los que se quedaron en Tesis. Vi dos o tres más de Amenábar, pero Pumares le puso el mejor mote de todos los tiempos y acabó con él, al menos para mí. El mote era Orsoncito.

5. Me topo con el vídeo de un homenaje a Manuel Vicent. ¡Qué tufo a Establishment! A mí estas cosas me encantaban hasta hace nada, pero ya no puedo con ellas. Se me ha atravesado algo. Le veo la mueca a todo. Es quizá ese llevar velillas en la trágica mojiganga, que decía Max Estrella. O simplemente que no soporto las jetas de autosatisfacción de los oficiantes del Régimen; jetas, por supuesto, con ese punto desenfadado que el Régimen exige o da. Ahora caigo en que tampoco soporto las jetas de autosatisfacción de los que saben que llegarán al Poder después de Sánchez. No soporto, en fin de cuentas, las jetas de autosatisfacción.

6. Lluís Llach berreando en la Diada con su voz de viejecillo, qué cosa. El otro día Arcadi Espada recordó en su podcast un libro colectivo de los noventa: En el nombre del hijo, en el que varios autores (Trías, Mendoza, Azúa, Savater…) relataban su experiencia con sus padres. No lo recuerdo con precisión, pero había una constante: los hijos acababan haciendo de algún modo aquello que les habían exigido los padres y contra lo que se habían rebelado. Por ejemplo, si el padre había querido que el hijo fuese arquitecto, el hijo acababa de profesor de Estética en la Escuela de Arquitectura. Así el viejecillo Llach: berreando falangismo catalanista en imitación de su padre falangista españolista. Habría estado muy orgulloso del chico.

7. Joyita: entrevista del Loco de la Colina a Savater (1983). Incluye una apología de la existencia de los adversarios: hay que mantener una relación dialéctica con ellos, no exterminarlos.

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