El Gobierno de España en manos de Silvia Orriols
«Puigdemont, que soñaba con ser el eje de la política española desde Waterloo, ahora calcula su supervivencia»

Silvia Orriols, líder de Aliança Catalana. | Lorena Sopena (Europa Press)
En las encuestas de septiembre, Aliança Catalana (AC) de Silvia Orriols sube como la espuma, quitándole principalmente votantes a Junts, lo que ha puesto tan nervioso a Puigdemont que ha pedido audiencia en Suiza al ejecutivo español y este va a mandar a su negociador más sibilino, Zapatero. El barómetro de Sigma Dos publicado el 15 de septiembre, es un mazazo para Puigdemont: AC se dispara a 11-14 escaños en el Parlament, un crecimiento de 9 a 12 respecto a los dos actuales, mientras Junts se hunde hasta los 24-26 diputados, perdiendo hasta 11 de los 35 que ostenta. Es un trasvase directo, con el 12% de los votantes de Junts de las elecciones de mayo de 2024 migrando hacia Orriols, según el Centro de Estudios de Opinión (CEO) en su sondeo de julio, tendencia que se acelera en este momento. No es solo un sorpasso numérico; es un terremoto ideológico que resquebraja al independentismo, ese que Puigdemont ha querido monopolizar desde su exilio belga.
El pánico en Junts es palpable. Puigdemont, el eterno fugado que se cree el mesías de la causa, ve cómo su hegemonía se evapora ante la figura emergente de Orriols, alcaldesa de Ripoll y líder de un partido que combina soberanismo con un discurso sin complejos sobre inmigración y seguridad. La reunión en Suiza de este jueves, no es un capricho diplomático: es una llamada de socorro. Puigdemont, Jordi Turull y Miriam Nogueras se sentarán con José Luis Rodríguez Zapatero, el «comodín» del PSOE que Moncloa saca del cajón cuando las negociaciones apestan a fracaso.
Miriam Nogueras, la «aparta banderas», preguntó a Sánchez si pensaba que el gobierno era estable, era una forma de presionar para qué en esa reunión en Suiza, Puigdemont quede como el líder nacionalista catalán que le saca a España hasta los higadillos, pero es que poco más puede sacarle. En el Pleno del Congreso del 14 de septiembre, Nogueras echó en cara al presidente que su Ejecutivo paralice iniciativas de Junts sobre autónomos y ocupaciones ilegales. «Si el Gobierno es estable, ¿por qué bloquea lo que Cataluña necesita?». No era una pregunta inocente; era un ultimátum velado. Nogueras, que en febrero de 2023 se ganó su apodo al desplazar la bandera española en una rueda de prensa porque «estaba muy cerca» y prefería la europea que «queda muy chula», busca ahora posicionar a Puigdemont como el ariete indispensable. En Suiza, con Zapatero de mediador, el fugado aspira a extraer migajas: más traspasos competenciales, un guiño a la amnistía ampliada o promesas de indulto. Pero poco más puede sacarle a un Sánchez acorralado por una oposición que huele la sangre.
Los nervios del fugado ante la figura emergente de Silvia Orriols son el verdadero motor de esta farsa suiza. Orriols no es una amenaza periférica; es el veneno que corroe el núcleo de Junts. En el CEO de julio, AC ya arañaba 10-11 escaños a costa de Junts, y Sigma Dos lo confirma: el 52% de los indecisos de Junts se inclinan por la alcaldesa de Ripoll, hartos de pactos con Moncloa que diluyen la causa independentista. Puigdemont, que soñaba con ser el eje de la política española desde Waterloo, ahora calcula electoralmente su supervivencia. En ese cálculo electoral da por finiquitado todo lo que puede sacar a nivel nacional y se centra en querer recuperar el terreno perdido en Cataluña, y dejar caer a Sánchez del gobierno de España, para recuperar parte de su electorado que se iría ahora a Alianza Catalana de Silvia Orriols. Fuentes cercanas al fugado, admiten que el sorpasso de AC en Girona, feudo puigdemontiano, obligan a un cambio.
Orriols conseguiría de manera involuntaria lo que muchos están deseando, acabar con el siniestro sanchismo. Al retirar su muleta, Puigdemont precipitaría la caída de Sánchez, ese Gobierno Frankenstein sostenido por siete escaños de Junts que ahora tambalean. Lo que no sabe Puigdemont es que le valdrá de poco, será pan para hoy y hambre para mañana para sus intereses. Puigdemont está amortizado para su supuesto electorado que ha visto como no ha conseguido lo que verdaderamente quieren estos. Ocho años de exilio, promesas de referéndum, y un procés estancado en Waterloo. Su valoración como líder cae al quinto puesto en el CIS de Tezanos de julio, mientras Orriols sube al tercero. El fugado es un cadáver político, un zombi arrastrándose.
Orriols está muy cerca de poder acabar políticamente con dos de las figuras más negras de la política española democrática. Si lo consigue, cosa muy posible, habrá que agradecérselo, aunque lo haya hecho de manera involuntaria, sin proponérselo. Cuando Orriols se convierta en un peligro real, de lo que queda poco tiempo para que así sea, ya veremos cómo lo afrontamos, pero es fundamental acabar con lo malo conocido antes de lo malo por conocer.