The Objective
La semana por delante

Cuidado: Sánchez deja que el Rey hable en la ONU

¿Repetirá Felipe VI en Naciones Unidas el discurso de Egipto?

Cuidado: Sánchez deja que el Rey hable en la ONU

El Rey Felipe VI durante su encuentro con miembros de la Cámara de Comercio España-Estados Unidos en 2022. | Europa Press

Solo un recuerdo: en la primavera de 1976, mayo y junio, el Rey Juan Carlos aceptó una invitación del presidente norteamericano, Gerald Ford, y viajó a Estados Unidos, no sin antes pasar -fue su deseo personal- por un país hispanoamericano, República Dominicana. Nuestro Monarca ya era considerado en aquellos lares un personaje reformista dispuesto a liquidar la herencia autocrática de Franco. Había ocurrido que el 26 de abril la revista Newsweek publicó un largo reportaje en el que el jefe del Estado español enseñaba inequívocamente sus propósitos de liberalización y, de paso, como quien no quiere la cosa, condenaba a su presidente, Carlos Arias Navarro. Firmaba el trabajo Arnaud de Borchgrave, uno de los periodistas más importantes de USA. Arnaud era hijo de un aristócrata belga y liberal, el Conde de Baudouin de Borchgrave d’Altèna, absolutamente crítico con el Régimen del general Franco en España, donde había entrado tres o cuatro veces clandestinamente. El artículo era demoledor con una frase puesta en boca de Don Juan Carlos: «Carlos Arias es un desastre sin paliativos». Fue el comienzo del fin para el franquista irredento Arias, apodado de dos maneras. «El arboricida» (como alcalde liquidó media flota arbórea de Madrid) o «Carnicerito de Málaga», recordando sus tiempos de represión como gobernador civil de la provincia andaluza.

Una revista nacional, Cambio 16, la más influyente del momento (más de trescientos mil ejemplares de tirada) difundió una portada histórica del ilustrador Ortega con este título: «Un Rey en Nueva York» y un dibujo de Juan Carlos saltarín al estilo de Fred Astaire. Arias quiso secuestrar la publicación, pero lo impidieron a tercias entre el propio Soberano (a la sazón todavía lo era) y los ministros de Exteriores, Areilza, y de Información, Martín Gamero, y el país entero supo entonces esto: la Transición había comenzado con este episodio. Era el Rey entonces mucho más libre de entendimiento y actuaciones propias de lo que puede ser ahora mismo su hijo Felipe VI que esta semana viaja también a Nueva York para intervenir en el 80 Periodo de Sesiones de la Asamblea General de la ONU. Sánchez le ha dejado el púlpito al Rey en una ocasión en que, con toda certeza, la Asamblea emprenderá una dura crítica a la acometida de Israel en Gaza. ¿Se trata de una trampa para que Felipe VI bendiga en la ONU la política del Gobierno Español en este drama? ¡Uff! Bien: cuatro diplomáticos españoles no afectos desde luego a su reducido colega Albares, se temen algo parecido. ¿Con qué razón? Pues con el antecedente del discurso pronunciado por Felipe VI la semana pasada en Egipto, muy volcado en la censura a Israel proclamada hasta el momento por Sánchez y sus ministros. No es baladí a este respecto el hecho de que el discurso de Felipe VI, Rey de Jerusalén, en directo corrigiera la versión colgada en la Página Web de la Zarzuela. De aquí el temor a que Moncloa haya impuesto al Monarca un alegato clónico a su postura alejada de los motivos de Israel.

Lo sabremos el miércoles de esta semana marcada internamente también por dos incógnitas en forma de preguntas: ¿Fijará el Supremo la fecha exacta del juicio oral contra el fiscal general del Estado?, y dos: ¿Conoceremos por fin los informes de la UCO sobre el ministro Torres y la presidenta del Congreso, Armengol? En el propio Tribunal la impresión repartida es que, efectivamente, tendremos noticias de estos dos incidentes judiciales (lo de la UCO terminará en eso) que, de producirse, negro sobre blanco, marcarán el devenir de las reacciones políticas en España por más que Sánchez trate de taparlas con Gaza y más Gaza. Es una campaña en la que no le acompaña, ya se ha visto, el canciller alemán Friedrich Merz, que se ha ido de nuestro país después de ponerle las peras al cuarto a su homólogo, por ahora, español. Pero como Sánchez es un cenizo redomado, grupo gafe-sotanillo, facción más peligrosa, Gaza se ha quedado en la escandalera hispana en Segunda División; en la Primera juegan las pulseras contra los maltratadores, asunto sobre en el que en estos días se sabrán tres pormenores decisivos: cuántos de estos artilugios resultaron ser cacharros inservibles, por qué el Gobierno cambió de adjudicatario cuando el anterior garantizaba un funcionamiento correcto, y tres: con cuánto tiempo supo el Gobierno (porque lo supo) las deficiencias persistentes de las pulseras. Para los españoles en general y más, claro está, para las mujeres afectadas, la negativa de los sanchistas, con el pequeño Bolaños a la cabeza, a reconocer fallo alguno, parece todo un insulto a la inteligencia de ese «pueblo» que se ha adjudicado la coyunda social-comunista después de que una panda de desalmados reventara la Vuelta a España.

Es esta semana nuevamente una crónica de Tribunales. El Constitucional se hace al proceloso mar de la política concreta decretando si el Supremo vulneró los derechos de los líderes del «procès» catalán al considerar que el delito de malversación está excluido de la Ley de Amnistía. Veremos que deciden Conde Pumpido y sus muchachos/as progres inclinados/as siempre a obedecer las consignas del Gobierno para acortar la distancia con los separatistas de Junts, Esquerra bastante tiene con sacarse la piel a tiras entre ellos mismos. No parece fácil, por lo demás, que ni siquiera la cerril sumisión de Pumpido a Sánchez baste en esta ocasión para, como quiere el irreductible Puigdemont, apartar a tres miembros del Constitucional en las decisiones que rozan las aspiraciones secesionistas. Hoy, Puigdemont reúne de nuevo a sus leales (¿cuánto se gastan en estos viajes para departir con el forajido y quién paga los saraos?) para acordar una sentencia -lo va a ser realmente- sobre las relaciones de Junts con el Gobierno, cara, por ejemplo, a los Presupuestos que, como hemos venido anunciando pertinazmente aquí, no tendrán de ningún modo el voto positivo de los siete magníficos secesionistas del Parlamento.

¿Servirá ello para que Sánchez entregue la cuchara y convoque a las urnas? La impresión más real es que no, que seguirá mandando por decreto, como se sabe la forma más totalitaria de gobernar. Ni siquiera el mencionado Carlos Arias Navarro se atrevió a tamaño filibusterismo antidemocrático. Es curioso lo que ocurre en estos días: los rumores sobre un adelanto de las elecciones provienen, mayormente, de los extintos cenáculos madrileños (aquí todo el mundo ya está por la noche a manzana y yogur griego) y menos de círculos monclovitas a los que hay que auscultar con el fonendo de un médico de familia y más con el detenimiento de un entomólogo. Eso es, por ejemplo, lo que Ketty Garat ha puesto sobre el papel como única posibilidad cierta de que este sujeto abominable cierre el Parlamento, es decir que su entorno vaya directamente a presidio, algo que, en opinión de muchos jueces, no está tan lejos. No hay más que oír a algunos de los magistrados y fiscales que afirman directamente que «esta locura no puede durar mucho más tiempo». Literal.

P.D.- Que no se me pase: anuncio de un partido en la cumbre Euskadi-Selección Palestina; parece que ya se están buscando futbolistas en las mezquitas o en las cárceles. Segundo: el día 30 el Barça de baloncesto visitará la cancha del Hapoel de Tel Aviv. Salvo que el franquista Sánchez (Franco no dejaba jugar con Rusia) lo impida, el encuentro se jugará. Atentos a la pantalla, televisión en directo.

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