Ada o el ardor
«Ellas, que tantos videos han mostrado de sus cantes y sus bailes, no han enseñado una sola foto de las provisiones que llevaban para aliviar la hambruna de los gazatíes»

Ada Colau de camino a la flotilla. | Europa Press
Una de las etapas en que la democracia española tocó fondo fue el momento en que Inmaculada Colau Ballano, en el arte Ada Colau, fue investida como alcaldesa de Barcelona. Hay otros momentos clave: cuando Yolanda Díaz y Pablo Iglesias fueron vicepresidentes o Irene Montero ministra.
Ada fue una activista fundadora de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, organismo del que fue portavoz, asunto muy notable porque esta mujer no ha suscrito una hipoteca en su vida ni ha firmado nunca una escritura; primero vivió como okupa y después siempre lo ha hecho de alquiler. En su condición de tal intervino en la Comisión de Economía del Congreso, donde criticó despiadadamente al secretario general de la Asociación Española de Banca, Javier Rodríguez Pellitero, en términos como los que siguen: «Se da crédito a presuntos expertos, como el representante de las entidades bancarias. No le he tirado un zapato porque he entendido que debía seguir aquí para decirles lo que les estoy diciendo. Este señor es un criminal, no es un experto, y como tal deberían tratarle». No eran maneras y el presidente de la Comisión, el popular Santiago Lanzuela, trató de que Ada se bajara del ardor y rectificase su grosera descalificación. No fue posible.
Sin embargo, cuando el periodista Alfonso Rojo le dijo a Ada en La Sexta Noche: «Está usted muy gordita para el hambre que se pasa», la aludida abrió los ojos como platos y el presentador, Iñaki López, que tenía una balanza de medir insultos más sensible que el presidente de la Comisión de Economía, lo echó del plató.
Ada Colau, ya de alcaldesa, se negó a la instalación de pantallas gigantes en las calles de Barcelona para que pudieran seguir los partidos de la Selección Española en la Eurocopa de 2016, aquellos de sus administrados que lo desearan. En 2010, su antecesor, Jordi Hereu, sí las autorizó y siguieron a la Selección más de 75.000 barceloneses, cosa más que natural, habida cuenta de que más de la mitad de los jugadores de España eran del Barça.
Otra superchería de su etapa de alcaldesa fue cuando declaró non grata la presencia de militares en la Salón de la Enseñanza en 2016 y así se lo espetó a los dos jefes del Ejército que se acercaron a saludarla. «Por separar espacios», explicó, aunque aceptó de buen grado la compañía del ‘Furor’ para proteger a la Flotilla sin exigir separación de espacios y debió de sentirse algo frustrada cuando el barco de la Armada no quiso adentrarse en la zona de exclusión.
Ella y algunas congéneres, como Barbie Gaza, grabaron videos preventivos. El suyo decía: «Si estás viendo este video es porque Israel nos ha detenido ilegalmente. Estamos absolutamente incomunicados, no tenemos teléfono ni internet». Lógicamente; ellos mismos habían arrojado sus móviles al mar contaminando aún más el sufrido Mediterráneo. ¿Qué tendrían en ellos para querer sustraerlos al examen de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI)? Podría parecer curioso que ella misma califique de «ilegal» su detención, pero no lo es tanto si tenemos en cuenta que dos compañeros de la Flotilla, los terroristas etarras José Javier Osés e Itziar Moreno, también debieron de juzgar ilegales sus detenciones por los gendarmes y sus condenas por los jueces franceses.
Allá en los tiempos de la Revolución de los Claveles me traje de Lisboa un periódico trotskista, Sempre Fixe, que publicaba una larga entrevista con Ernest Mandel, uno de los más destacados dirigentes de la Cuarta Internacional, titulada: «Los izquierdistas portugueses son los más idiotas del mundo». Se refería a los maoístas. La traduje con mi amigo Pablo López Blanco y la publicamos en El Norte de Castilla. Aún vivía Franco y ha tenido que pasar medio siglo para que el título se repartiese entre unos 497 expedicionarios de 46 países con una participación especialmente nutrida de españoles, que eran 65. Al frente de la expedición, una activista sueca desescolarizada por sus padres cuando era adolescente, y Ada Colau. Hay más idiotas. La dudosa epopeya de esta farsante le ha reportado un chute de popularidad a los comunes gracias, precisamente, a la detención de Ada Colau. La idiotez que describía Mandel no se circunscribe a los expedicionarios. Alcanza de lleno a los votantes. Otra cuestión: ellas, que tantos videos han mostrado de sus cantes y sus bailes, no han enseñado una sola foto de las provisiones que llevaban para aliviar la hambruna de los gazatíes. Ítem más: ¿Cómo habláis de genocidio, almas de cántaro, cuando en el territorio de Israel viven 1.488.000 palestinos y en su Parlamento están representados desde hace más de 30 años por el partido Balad, que es nacionalista palestino? No hay genocidio, ni el aborto es un derecho, a ver si nos vamos enterando. Hay un plan de paz sobre la mesa que de momento apoyan: EEUU, Israel, Mahmoud Abbas y la Autoridad Nacional Palestina, Arabia Saudí, Jordania, Egipto, Turquía, Qatar, Emiratos Árabes, Pakistán, Indonesia, Rusia, China y la Unión Europea. En principio, Hamás, se muestra dispuesta a entregar a los rehenes. Pero están en contra: Podemos, Sumar y la SER. Y los expedicionarios de Ada. No sé si no quieren que sus amigos terroristas entreguen a los rehenes o es que ya no importa parar el genocidio. Todo esto le resumía bien Carlos Díaz Pache, portavoz del PP en la Asamblea de Madrid: «Si los israelíes quisieran hacer daño pondrían a Ada Colau de alcaldesa en la ciudad de Gaza».