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Pilar, portavoz de la Alegría

«La Segunda Incontinente no para de adobar su discurso con sus innumerables insuficiencias»

Pilar, portavoz de la Alegría

Pilar Alegría, portavoz del Gobierno y ministra de Educación y Deportes, el pasado 7 de octubre en la presentación de la liga U de baloncesto. | EFE

Se llama Pilar Alegría y, a pesar de su segundo apellido, cada vez que tiene ocasión se muestra incontinente. Es portavoz del Gobierno sanchista, pero en el mejor de los casos solo alcanza a expresarse con flatus vocis, que la Real Academia define como palabras vacías, sin contenido. 

Me van a permitir que me abone excepcionalmente a la estrategia descalificadora del PNV contra un fervoroso seguidor de Garaikoetxea. Se llamaba Sabin Zubiri Sánchez, era un prestigioso corsetero de Bilbao y sus excompañeros le llamaron Segundo Sánchez a partir de 1986, cuando la escisión. O sea, que Pilar Alegría, o Segunda Incontinente, no para de adobar su discurso con sus innumerables insuficiencias. Esta semana ha estado cumbre al publicar el martes en el BOE que la Junta de Contratación del Ministerio de Educación ha prohibido la carne de cerdo en los comedores escolares como respuesta a las quejas musulmanas y ha prescrito que solo se servirá carne halal, sacrificada según el rito islámico, invocando el nombre de Alá mientras se drena completamente la sangre del animal. Por Alá contra el jamón de Teruel es una consigna admirable para una aragonesa.

No hemos tenido suerte con las portavozas de Sánchez, todas mujeres y todas manifiestamente mejorables. La primera, Isabel Celáa, tuvo un gran momento cuando explicó el caso de la Manada en aquellos sanfermines de infausto recuerdo. La portavoz lo dijo así: «Ella dijo no. Esto es lo que está en el ambiente social y además es un hecho probado». Estaba en el ambiente social, pero no decía verdad la portavoz. Basta una desmañada búsqueda en Google: «La víctima de la Manada dice que no opuso resistencia» y palabras de la propia víctima en la vista oral: «no hablé, no, no grité, no hice nada».

Luego vino Mª Jesús Montero, imperfecta de subjuntivo, que en su primera rueda de prensa acuñó un produciese que tiempo después le habría de copiar Pilar Alegría. Sánchez la nombró portavoz seguramente por su don de lenguas, solo le faltaba hablar. Bueno, por eso y por sus razonamientos económicos. Preguntada por el mal comportamiento del empleo bajo el zapaterismo, exhortó al personal a no ser infantiles «a ver si vamos a achacar a Zapatero haber creado una crisis mundial». No tenía tanto liderazgo ni para el bien ni para el mal, pero sí se le podía reprochar que mientras el común de los gobernantes vieron venir la crisis y prepararon a sus economías para afrontarla, él la negaba, decía que la economía española estaba en la Champions y promovió unas descabelladas políticas de gasto público, el cheque bebé, el plan E, que dispararon el déficit y el paro. Un par de cifras que la ministra no discutirá porque son de El País. En 2007, al comienzo de la crisis, teníamos un 7,95% de paro. Cuatro años después, en el último trimestre del Gobierno Zapatero, la tasa de paro era del 21,52%.

Isabel Rodríguez, flatus vocis. En su primera rueda de prensa engatilló tres lugres comunes rutilantes: pistoletazo de salida, hoja de ruta y coger las riendas. Uno esperaba oírle: «me voy a dejar la piel y hay que tirar del carro», pero la elocuencia no viene siempre de seguido, a veces se manifiesta a rachas. En la misma comparecencia fue preguntada si en su opinión Cuba era una dictadura y solo acertó a decir que  España es una democracia.

Pero luego llegó Pilar, que además era ministra de Educación y no sabía distinguir sustantivos de adjetivos al quejarse en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros de que la presidenta de la Comunidad de Madrid le había dedicado insultos y soeces. «Insultos y soeces (insistió) que no voy a repetir aquí…»

Es una virtuosa del lenguaje por hacerse un lío con las frases hechas. No llega a la excelencia de la protagonista de La hoguera de las vanidades que rompe con su amante lanzándole una maldición: «Ojalá te cuelguen en la silla eléctrica», pero no estuvo mal al decir a los periodistas: «Perdonen que me esté repitiendo como la mojama». Otro día lo compensará diciendo que está seca como la morcilla o tiesa como el ajo. Tras la muerte de dos guardias civiles a manos de los narcos en Barbate, prometió contundencia cero contra el narcotráfico. Ella habló también de la juridisprudencia sobre la ley sisí y repitió el se producieron sobre las manifestaciones del 20-N de 2022.

Todas las portavoces del Gobierno han dominado el grado cero de la expresión oral, con permiso de Roland Barthes, pero dejadme que entre todas, la mano de mi llanto escoja a esta. Cómo extrañarse de que otros portavoces y socios traten de aguantar el ritmo que imponen estas tías sin hablar de Patxi López, o ese portento de madurez académica que es Montse Mínguez, que a los 19 años ya tenía una licenciatura universitaria. A ver si nos espabilamos, Bego. Pero digamos que hablo de Rufián que asombró a la Cámara Baja al decir a la oposición: «Si yo pago cada año el paseo de una cabra por Madrid, ustedes van a pagar la repatriación de 50 compatriotas secuestrados por Israel». Cómo extrañarse de que el pobre Rufián, víctima de varios planes educativos y siempre a la altura de su apellido, no sepa distinguir las cabras de las ovejas, ni los carneros de los cabrones.

Pero todo empezó con Zapatero, ya está dicho. Cundió la alarma por todas las Españas cuando hizo ministra ¡y de Cultura!, nada menos que a Carmen Calvo, que se estrenó el 23 de abril de 2004 con tres paridas monumentales engatilladas. Al dar el premio Cervantes al escritor chileno Gonzalo Rojas empezó a describir su obra con una frase que le habría encantado a Pilarín: «Don Gonzalo Rojas ha sabido coger la vida como rábano por las hojas». Justo por la parte no toca. En el mismo discurso anunció una magna exposición para el 4º centenario del Quijote, para la que pensaba nombrar coordinador a Francisco Rico. «No comisario, porque esta palabra se compadece mal con la Cultura». Comittere, commisus, pobre Corominas. Primera acepción del DRAE: «Comisario: Persona que tiene poder y facultad de otra para ejecutar alguna orden o entender en algún negocio».

Quizá por contextualizar condenó la guerra de Irak «porque sigue viva una vieja relación con el mundo árabe. Cervantes, sin ir más lejos, estuvo en Argel, en Orán…» Quizá debió recordar que fue como cautivo, en fin. Zapatero la hizo ministra de Cultura. Pedro Sánchez la ascendió a vicepresidenta del Gobierno y a presidenta del Consejo de Estado.

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