Míriam Nogueras, yo sí te creo
«Espero que lo hagas realidad. Porque si no, serás una más en el montón de las que amagan y no dan»

Míriam Nogueras, portavoz de Junts en el Congreso de los Diputados. | Diego Radamés (EP)
Míriam Nogueras, la portavoz de Junts, decidió soltar una de esas frases que suenan a amenaza velada, pero que, en realidad, son un grito de guerra disfrazado de ingenio. «Habría que hablar menos del cambio de hora y más de la hora del cambio», espetó al presidente Pedro Sánchez durante la sesión de control al Gobierno. Y un servidor, que ha visto pasar por esa Cámara a todo tipo de charlatanes y oportunistas, le digo: Míriam, yo sí te creo. Porque en un mundo donde los políticos piensan lo que dicen para que les cuadren las cuentas electorales, tú pareces decir lo que piensas, aunque eso signifique dinamitar el frágil equilibrio que sostiene a este Gobierno Frankenstein.
La sesión de control empezó como siempre, con Sánchez pavoneándose sobre su propuesta de eliminar el cambio de hora en la Unión Europea, un tema que, francamente, a la mayoría de los españoles nos importa un comino cuando tenemos facturas disparadas y delincuencia rampante. Pero Nogueras, con esa mirada afilada que parece salida de un thriller catalán, decidió aprovechar la maniobra de despiste para lanzar su misil. «Hay que empezar a hablar de la hora del cambio», dijo, refiriéndose claramente a un relevo en La Moncloa. Ahí estaba, la amenaza implícita: Junts, con sus siete diputados que son como siete espadas de Damocles sobre la cabeza de Sánchez, podría retirar su apoyo y dejar caer a este Ejecutivo que se tambalea más que un castillo de naipes.
Pero no se quedó ahí. En su intervención, Nogueras no escatimó en sus críticas al Gobierno. Recordó que Junts ha cumplido con los acuerdos de investidura, pero que el PSOE y sus aliados parecen más interesados en bloquear iniciativas que en resolver problemas reales. Habló de la ley contra la multirreincidencia, esa que Junts propuso para frenar la delincuencia en las calles y que sigue empantanada en algún cajón ministerial. Mencionó la ocupación ilegal de pisos, otro cáncer social que el Ejecutivo ignora mientras predica sobre vivienda social. No olvidó a los autónomos, esos héroes anónimos que pagan impuestos para que Sánchez viaje en Falcon, ni los retrasos eternos en los trenes, que convierten un trayecto Barcelona-Madrid en una odisea homérica. «La gente está hasta las narices», proclamó, y en eso, Míriam, tienes toda la razón. Porque este Gobierno ha convertido la política en un espectáculo donde los problemas cotidianos se resuelven con tuits y promesas vacías.
Un servidor te cree, Míriam, porque tu principal enemiga no es Sánchez ni Feijóo. Tu verdadera rival es otra mujer, Sílvia Orriols, la líder de Aliança Catalana, ese partido independentista de extrema derecha que está devorando el electorado de Junts como un lobo a un cordero despistado. Orriols, con su discurso radical y sin complejos, le está quitando votos al partido del fugado Carles Puigdemont, ese que se esconde en Waterloo, cansado de comer chocolate y beber cerveza belga, mientras sueña con la república catalana. Mujer contra mujer, el mecano más difícil de construir en la política catalana, donde los egos son más grandes que la Sagrada Familia. Orriols representa el independentismo puro y duro, sin concesiones, y eso resuena en un electorado que ve en Junts un partido acomodado, apoyando a un Gobierno de izquierdas que promueve políticas que van contra sus intereses conservadores y nacionalistas.
El electorado de Junts no entiende por qué su partido sostiene a un Ejecutivo progre que le da migajas a cambio de lealtad. ¿Amnistía? Bien, pero ¿y el referéndum? ¿Y el control fiscal? ¿Y la independencia real? Nada de eso ha llegado, y mientras, Sánchez se ríe en la cara de Puigdemont, ese exiliado de lujo que parece más un turista eterno que un líder revolucionario. Para que Junts sea tomado en serio, debe hacer algo drástico. Algo que demuestre que no son solo unos oportunistas con escaños. Dejar caer un Gobierno sería una buena forma de empezar. Sería el acto definitivo para recuperar la credibilidad ante un votante que se siente traicionado por este pacto con el diablo socialista.
Míriam, yo sí te creo porque lo que dices es lo que piensas, no como otros políticos que piensan lo que dicen para que les salgan las cuentas. Cuando separas la bandera de España, como hiciste en un momento que buscaba el impacto de esa provocación, es porque te da verdadero asco, cosa que no comparto y que me parece deleznable. Pero en usted, al menos, el cálculo electoral coincide con el pensamiento personal, odias lo que representamos, y lo usas para movilizar. No hay hipocresía, solo cruda radicalidad.
Mezclo mi fe en que cumpla esa amenaza con la esperanza de que así sea. Porque este Gobierno de Sánchez es un zombi político, sostenido por calaveras independentistas y fantasmas populistas. Yo sí te creo. Y espero que lo hagas realidad. Porque si no, serás una más en el montón de las que amagan y no dan. Y no sé si podríamos recuperarnos de esa decepción.
