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Big data

La deuda, el verdadero cohete

«Nunca, jamás en nuestra historia reciente, los españoles debimos tanto dinero»

La deuda, el verdadero cohete

Evolución de la deuda pública española.

Se recibió con alharacas la reducción de deuda que anunció Banco de España la pasada semana. «Un descenso de 0,9 puntos porcentuales respecto a un año antes», destacaba, airosa, la noticia de Europa Press. Como siempre ocurre, la estadística se usa de forma torticera para trasladar una información sesgada.

Porque la realidad es que nuestra deuda pública no hace más que crecer. En los 12 meses reflejados, el volumen total ha crecido en 77.000 millones de euros hasta el máximo absoluto de la serie histórica en 1.699.470.552 millones de euros. No, no hay error: 1,7 billones de euros. Nunca, jamás en nuestra historia reciente, los españoles debimos tanto dinero. Para poner en contexto, desde diciembre de 1994 y hasta diciembre de 2024, menor nuestro PIB se ha multiplicado por 3,75, nuestra renta per cápita por 3 y nuestra deuda pública… por 6,5 veces.

Por cierto, en ese diciembre pasado nuestra deuda era casi 80.000 millones menor, creciendo desde entonces a un ritmo de 324,7 millones de euros – cada día. Y es cierto que Irlanda, el país con el que nunca quieren compararnos, ha multiplicado también su deuda en ese periodo en 5,2 veces… pero no lo es menos que su PIB se ha multiplicado por 11,7 veces y su renta per cápita por 9,7. 

Tendremos tiempo para desgranar las causas y los causantes (¿los ayuntamientos, las comunidades autónomas? ¿O quizá la seguridad social y su incapacidad para cubrir el gasto creciente de las pensiones?), pero en esta primera aproximación nos centraremos en las consecuencias, que no son menores. Lo primero que debemos recordar es que las deudas se pagan. De una forma u otra, antes o después, pero se pagan. Algunos economistas mantienen lo contrario, y apelan a la independencia monetaria para emitir moneda y devolver así nuestras (sí, nuestras) deudas; no recuerdan la historia y el drama de Weimar que llevó (entre otros factores) a la Segunda Guerra Mundial; son los mismos, por cierto, que buscan resolver el problema de oferta del mercado de la vivienda… restringiendo aún más la oferta.

Así pues, partiendo de la imperiosa necesidad (financiera y moral) de devolver las deudas que uno ha voluntariamente contraído, las consecuencias de su crecimiento constante son muy variadas. Unas son las mayores cargas por los intereses (ya hablaremos de ello, pero los prácticamente 40.000 millones que debemos pagar este año permitirían, por ejemplo, financiar la construcción de más de 200.000 viviendas, o aumentar el presupuesto del Ministerio de Defensa hasta los 33.000 millones de euros y cumplir, así, con las obligaciones que adquirió el presidente Sánchez en junio pasado en nombre de todos los españoles), lo que supone a su vez mayores impuestos (porque nadie se va a atrever nunca a recortar nada en este país), limitando nuestro margen de maniobra en una crisis (cuando estalla la crisis de deuda, en 2008, nuestro endeudamiento a nivel macro era de menos del 40% del PIB y menos de 10.000 euros por habitante, mientras que hoy celebramos un 103,6% y rozamos los 35.000…).

Cómo no, ese endeudamiento limita la financiación de empresas y familias, al absorber el Estado una parte creciente de las necesidades financieras. Aunque quizá la consecuencia más grave no sea económica; cómo no tachar de inmoral el traslado a los más jóvenes de unas cargas que heredarán sin haber podido participar en la discusión.

La deuda. Ese es el verdadero cohete de nuestra economía. Ojalá su final sea como el de la Starship de Space X, y no como el del Challenger de la Nasa. Aunque los pilotos actuales al mando del país no inviten al optimismo.

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