Pagando cada vez más impuestos
«El crecimiento de la economía no pasa por el derrumbamiento de la recaudación, sino por recaudar más»

Dinero.
España, o la Agencia Tributaria, batió el récord de recaudación de impuestos. Seguro que ha visto esta frase, reiteradamente, en los titulares de los medios estos últimos años. Es cierta, y la otra cara de la moneda es que si el Estado, o las Administraciones públicas, recaudan más impuestos, es porque los contribuyentes, ciudadanos y empresas, pagan más. Usted se preguntará si es una buena noticia, y la respuesta, ya lo verá es que sí, pero antes habría que aclarar unos conceptos previos.
El primero es que cada vez somos más. En los últimos tres años, la población residente crece, de media, medio millón de personas al año aproximadamente, según datos del Instituto Nacional de Estadística. Si somos cada vez más, el tamaño de todo tiene que aumentar, empezando por la recaudación de impuestos. Hay que tener en cuenta que el gasto público también aumenta. Este incremento de población se debe, exclusivamente, a la inmigración. La inmigración masiva es un fenómeno complejo, con retos, pero también con oportunidades. Por ejemplo, la demanda de vivienda aumenta y también la competencia en la oferta de trabajo, lo que reduce los sueldos. Pero, también, como la mayor parte de los emigrantes llegan en edad de trabajar, a corto plazo aumenta la recaudación de impuestos y cotizaciones sociales.
La segunda cuestión que se obvia es la inflación. Al final, como la recaudación de impuestos, como el nivel de actividad económica (el PIB) se expresa en euros, la inflación distorsiona la visión que tenemos de la recaudación de impuestos. Recordemos que la inflación es un proceso por el que el nivel general de precios de una economía aumenta. Esto supone, al mismo tiempo, que la moneda pierde valor, ya que se puede acceder a menos bienes y servicios con ella. Si se divide la recaudación de impuestos y cotizaciones entre el volumen de actividad económica (PIB) se obtiene el cociente o índice de presión fiscal, que es la medida más utilizada para medir cuántos impuestos se pagan en una economía. Como ambas magnitudes están en euros, en el cociente no se tiene en cuenta la inflación, al menos directamente. Aquí, llega la primera sorpresa: en los últimos años ha aumentado la presión fiscal, pero no estamos continuamente batiendo récords.

En este gráfico, que he elaborado a partir de datos de la Intervención General de la Administración del Estado (IGAE) pueden ver la evolución de la presión fiscal en España. Los datos de la IGAE incluyen los impuestos y cotizaciones pagados a una Administración española. Por eso difieren ligeramente de los datos de Eurostat, que incluyen, además, los tributos que cobran las instituciones europeas, que son solo dos, el Arancel Aduanero Común, y la aportación de los bancos al Fondo Europeo de Depósitos. Hay una ligerísima diferencia, pero la evolución es la misma.
El periodo 2020-2024 es el de mayor presión fiscal en España, pero el récord tuvo lugar en 2021, con un 37,91% de presión fiscal. La razón de este aumento fue que la recaudación fiscal creció mucho más rápido que la economía. Por cierto, sólo hay dos años con cifras de presión fiscal similares, aunque inferiores, a las de estos últimos años, 2006 y 2007, el pico de la burbuja. Entonces, España tuvo superávit en las cuentas públicas. De hecho, son los dos únicos ejercicios en los que hemos tenido superávit en las cuentas públicas en democracia. Pero, recaudábamos menos en términos reales. Como ya habrá supuesto el lector, también gastábamos menos.
Si hubiese que resumir en una palabra en que gastábamos menos, esa palabra sería pensiones. Si nos gastásemos en pensiones, en porcentaje del PIB, lo mismo que en 2007, en 2024 hubiésemos tenido superávit en las cuentas públicas, y no un déficit superior al 3% del PIB. Pero tenemos más pensionistas, que de media cobran una pensión más elevada. Y esto sólo acaba de empezar. A medida que se empiece a jubilar la generación del baby boom, el gasto en pensiones, que es el gasto público de más importe, crecerá de forma significativa, sobre todo tras la reforma Escrivá de las pensiones. El Ageing Report (el informe de los costes de envejecimiento) de la Comisión Europea estimaba, que, debido a este cambio legislativo (entre otras razones), el gasto en pensiones se incrementaría a largo plazo en 6 puntos del PIB, unos 100.000 millones de ahora (algo así como la recaudación total del IVA). Además, otros gastos muy relevantes, como sanidad, que es el segundo gasto después de las pensiones, o dependencia, también crecerán de forma muy significativa.
Si con este panorama de gasto público no se recaudan más impuestos, nos enfrentaríamos a una gravísima crisis económica y fiscal. Si no se lo creen, miren el gráfico, entre 2007 y 2009, la recaudación fiscal se derrumbó. Hasta que no conseguimos recuperar un mínimo de recaudación a partir de 2014, no conseguimos salir de la crisis. Por supuesto, usted se puede preguntar si esto no se podía haber hecho de otra forma, incidiendo más en el recorte de gasto, o, sobre todo, no prometiendo bajadas imposibles de impuestos… pues seguramente sí. Pero a mí me parece más peligroso, y criticable, dejar el déficit sin control, tanto por el lado de los gastos (como el ejemplo del despilfarro que fue el plan E), como de los ingresos (como aprobar la deducción más cara de la historia de España para las elecciones de 2008, la devolución indiscriminada de 400 euros por persona).
¿Por qué recaudamos más? Por una parte, porque el IRPF ha subido, al no haber adaptado ningún parámetro a la inflación. Esto, sobre todo en los tiempos de elevada inflación que hemos padecido, implica necesariamente pagar un tipo efectivo mayor, es decir más porcentaje de la renta en impuestos, con una renta real antes de impuestos que no se ha incrementado, o incluso que ha disminuido. Esto ha supuesto un aumento de impuestos, según mis cálculos, de 13.766 millones de euros, que hemos pagado casi todos los españoles.
Otra de las razones, esta sí, positiva, por la que recaudamos más es porque hay más gente trabajando. Como señalaba Adam Smith, el trabajo es la riqueza de las naciones, y eso se ha notado en la recaudación, especialmente de cotizaciones sociales e IRPF, pero también, aunque menos, en los impuestos indirectos.
La otra razón es que en el periodo 2020-2023 probablemente se redujeron el fraude fiscal y la economía sumergida. La base imponible del IVA creció más que el consumo durante ese periodo, muy probablemente por afloramiento de ventas. Esto supone también que aumenten las bases imponibles de todos los impuestos al disminuir el dinero negro fuera de control en la economía. Aquí hay razones de mejor control fiscal de la Agencia Tributaria, y, sobre todo, de proliferación de pagos con tarjeta y disminución correlativa del efectivo, menos controlable.
Ese tema no sólo es una intuición, sino que se puede comprobar con cifras en este estudio que hice el año pasado para EsadeEcpol. Tengo que la impresión de que esto podría estar cambiando a peor por diversas razones, tanto porque vuelve la «moda del efectivo», como por el proyecto en trámite de cupo catalán o financiación singular, que implicaría la fragmentación de la Agencia Tributaria, con pésimas consecuencias para el control fiscal, y en consecuencia para la recaudación.
La mejora de la economía y el crecimiento de la economía no pasa por el derrumbamiento de la recaudación, sino por recaudar más, porque los ciudadanos y las empresas ganen más. Y también porque haya más eficiencia recaudatoria y menos fraude. Para eso, hay que convencer a los españoles de que deben pagar sus impuestos, la medida anti-fraude más importante de todas. Y eso pasa, sobre todo, por mejorar la administración y el control del gasto público y combatir y no justificar la corrupción, pero de eso, hablaremos otro día.
