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Isabel, reina, ¿qué les das?

«Ayuso ha sido y es la némesis de la izquierda en Madrid, de ahí la inquina que mantiene contra ella Sánchez»

Isabel, reina, ¿qué les das?

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. | Europa Press

Debo confesar que en mi relación con la política española hay dos momentos reconfortantes: son los miércoles de Cayetana en las sesiones de control al Gobierno en sus antológicos repasos al pobre Félix Bolaños en el Congreso y los jueves de Ayuso en la Asamblea de Vallecas en los meneos que propina a los portavoces de su oposición, ya fuera Gabilondo o Mar Espinar en el PSOE, Mónica García o Manuela Bergerot en Más Madrid.

Hay en ella unas maneras de chica de calle envueltas en un instinto certero y una dialéctica apabullante para sus adversarios, que la descalifican con todo lo que tienen a mano, desde el acrónimo de su nombre, IDA, hasta poner en duda su capacidad intelectual o reprocharle que su experiencia laboral fue llevar una cuenta de Twitter de Pecas, que así se llamaba el perro que tenía Esperanza Aguirre. Ayuso, que estaba mucho más impuesta en las redes que su jefa, leyó que en Downing Street y en la Casa Blanca, tenían cuentas en las redes a nombre de sus mascotas y pensó que podría ser una idea para mensajes que fuera más conveniente transmitir por vía alternativa a la de la entonces presidenta de la Comunidad de Madrid. Basta dar un repaso a los portavoces citados de la oposición en la Asamblea de Vallecas y a sus resultados electorales para considerar que el propio Pecas podría haberles mojado la oreja. El enfrentamiento con la presidenta ha tenido muy malos resultados para ellos. Baste recordar que ella sucedió a Cristina Cifuentes cuando esta dimitió tras el asunto de las cremas y que su estreno electoral fue manifiestamente mejorable. Los 48 escaños del PP que consiguió Cifuentes en las elecciones de 2015, se quedaron en 30 con Isabel Díaz Ayuso encabezando la lista electoral. Ángel Gabilondo no sacó mucha ventaja del asunto, porque la representación parlamentaria del PSOE no se movió entre ambas elecciones: 37 escaños. La izquierda del PSOE tampoco se alteró: 27 escaños había obtenido Podemos en 2015 y tras la escisión sufrida en la legislatura con la creación de Más Madrid por Manuela Carmena e Íñigo Errejón, 27 siguieron sumando en 2019 los 20 de Más Madrid y los siete de Podemos.

En 2021, la presidenta de la Comunidad vio venir la jugarreta que preparaba su socio de Ciudadanos, Ignacio Aguado, y atajó la opción de moción de censura mediante una higiénica disolución de la Cámara y el consiguiente anticipo de elecciones. El resultado fue espectacular: Ayuso pasó de 30 parlamentarios a 65, Gabilondo, que tenía 37, bajó hasta 24, empatando con Más Madrid, mientras Aguado, que llegaba a las elecciones con 26 escaños, se quedó en extraparlamentario. Pablo Iglesias, sin duda influido por el severo desgaste que le había supuesto la aparición de Más Madrid, debió de proponerse: esto lo arreglo yo y encabezó la lista de Podemos a la Asamblea de Vallecas. Perdió los siete escaños que había alcanzado en 2021.

Isabel Díaz Ayuso ha sido y es la némesis de la izquierda en Madrid, de ahí la inquina que mantiene contra ella el presidente del Gobierno al que ella hace frente con su desparpajo populista. El PSOE no deja de reprocharle aquel momento del debate de investidura de Pedro Sánchez en el que el candidato, desde el atril de oradores del Congreso habló de la corrupción de Ayuso y de su hermano, causa que había sido archivada por la Fiscalía Anticorrupción en España en marzo de 2022 y por la Fiscalía Europea en junio de 2023. Pedro Sánchez hizo la acusación en noviembre de 2023. A uno no le costó trabajo ponerse en la piel de Ayuso que no podía defenderse desde la tribuna de invitados. Fue el famoso momento del «me gusta la fruta». En realidad lo que hizo fue mascullar «hijo de puta», como muy acertadamente han venido denunciando todos los sanchistas. Tenían razón, dijo eso, aunque para saberlo había que contar con una persona experta en el movimiento de los labios. Y aquí está el quid de la cuestión. ¿Era una ofensa insoportable? Para considerarlo así hay que empezar el credo por Poncio Pilatos y olvidar una ofensa calumniosa hecha previamente y en voz alta desde la tribuna del Congreso. La ofensa por el movimiento de los labios recuerda a la denunciante del exhibicionista de la casa de enfrente. El policía que se hace cargo de la denuncia objeta que no se ve nada y replica ella: «Desde aquí no, pero súbase al armario y verá».

Creo que Sánchez se ganó el insulto a pulso y hay que anotar en el haber de Ayuso la discreción. Ella también se apuntó a un eslogan que hizo fortuna, aunque su origen creo que es de Vox: «Que te vote Txapote». Ha sido muy criticado, incluso por la presidenta de Covite, hay que ver. En honor a la verdad hay que decir que es un flujo votante bidireccional. Él vota a Txapote —recuérdese la alcaldía de Pamplona— y Txapote le vota a él, vía grupo parlamentario de EH Bildu. Fue un eslogan de una precisión inobjetable. Sus opositoras se encabritan e insultan, recuerden a Mónica García llamándola «mongola». Todas ellas van cimentando el aumento de la mayoría absoluta de esta buena mujer, 71 escaños y subiendo. Aún tienen la esperanza de seguir los pasos de MeMa. Su manera de estrellarse contra Ayuso es un mérito para ascender en el sanchismo. El patrón aprovecha estos desechos de tienta para nutrir es Gobierno.

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