A Sánchez le ronda la cuestión de confianza
«Nos vamos a quedar espeluznados ante la mierda que ha manejado este Gobierno en general y Sánchez en particular»

Pedro Sánchez.
En este país atormentado por la Presidencia de un psicópata todo es posible. Incluso el que este «estado crepuscular deslúcido» que definía hace una sesentena de años el profesor Antonio Vallejo-Nájera, pueda aplicarse con toda propiedad al susodicho Sánchez, y termine con sus huesos en la calle. O en la cárcel, que es lo que propalan algunos optimistas. El cronista sabe que todas las hipótesis, por disparatadas que aparezcan, puedan convertirse en realidad en un territorio donde la anormalidad -y no es un retruécano- se ha transformado en normalidad. Entre estas hipótesis, que hoy parecen todas lejanas, se está alimentado estos días la de una cuestión de confianza prevista en el Artículo 112 de la Constitución. ¿Por qué se habla en los cenáculos madrileños de ello? Pues porque desde Cataluña llegan rumores de que Junts puede aceptarla, dominado, como está, por sus empresarios de Foment que temen, como una dana arrasadora, que el ex-partido de Pujol quede sobrepasado por la ultraderecha de Orriols, algo que ya están anticipando todos en las encuestas. Fíjense en esta otra hipótesis que puede resultar cierta: llegado el momento y, con la certeza de que dicha Cuestión sale adelante, los aprovechados del PNV, siempre en posición chupar de la ubre de quien mande, ¿estamos seguros de que no apoyarían el triunfo de la Cuestión? Hay que seguir muy de cerca a Aitor Esteban, el preboste del partido, para leer entrelíneas que, por lo menos, están reflexionando sobre este asunto.
Es más, los posibles complotados se han fijado presuntamente en enero como mes favorito para la Cuestión. Sánchez se la está temiendo (quien diga que no es directamente un imbécil) y por eso trata de infundir a su pléyade de enchufados (ejemplo siniestro, Pachi López) que él va a resistir hasta el pre-verano del 27, haya o no, que no los va a haber, Presupuestos. Por si acaso, Sánchez, cuya única obsesión es salvar su pellejo, está apretando a su Gobierno para que le den las cuentas cuanto antes. Conoce de la imposibilidad de aprobarse, pero ya tiene establecido la vorágine de propaganda con la que tratará de oscurecer el rechazo. Unos Presupuestos enloquecidamente expansivos donde se puede incluir, ¡qué sé yo! Hasta zapatos nuevos para todos los escolares de España. ¿Qué les parece absurda esta supuesta promesa? ¿Cómo les resulta entonces que este Gobierno derrochador de pitiminí haya dedicado más de doscientos mil euros para producir café con perspectiva de género? Esta tontería supina, propia de unos estúpidos/as, ya esté en el BOE, por eso ¿de qué estamos hablando?
Pues estamos hablando de que Sánchez no solo le teme a la Cuestión, sino a otra posibilidad más cercana y factible: que esta misma semana PP y Vox se pongan de acuerdo en la Comunidad Valencia y firmen un acuerdo para el recambio de Mazón en la persona de Juan Pérez Llorca. El cronista ha preguntado directamente a un alto responsable del partido de Feijóo: «¿Acabará bien lo de Valencia?». La respuesta, con ser precavida, es mesuradamente positiva: «Entiendo que sí», me ha respondido el dirigente popular. En este ambiente, ¿sería muy extraño que PP accediera a ofrecer a Junts la Alcaldía de Barcelona, pongamos por caso? Aun esta semana el PP va a sufrir la enésima estación del acoso y derribo a Carlos Mazón porque, coincidiendo con que este, a petición propia, comparece en las Cortes Valencianas, seguro que la coyunda social-comunista de la Región (los discípulos de Sánchez y la carcunda roja de Compromís) le van a montar una nueva manifestación de rechazo, embrionaria de las muchas y permanentes que ya tienen organizadas para el caso probable de que existe acuerdo PP-Vox.
Es muy probable que este pacto se anticipe a la comparecencia de Sánchez en el Congreso de los Diputados hasta donde se llegará el miércoles para intentar hablar de sus periplos universales, vulgo los Consejos Europeos. Para ese día ya le tiene preparada la oposición un recibimiento a lo grande: preguntas, interpelaciones, lío en suma que el tipo toreará según su uso y costumbre como si aquí no pasará nada. Estamos chupi, según este insensato, a pesar de que el muy reciente informe de Cáritas haya denunciado que, al menos, uno de cada cuatro españoles antes establecidos en la clase media, se ha rebajado y ya mora, muy a pesar suyo, casi en la pobreza. Otro bulo del fango, dirá el psicópata. Un tipo insoportable que ha enviado a China en estos días al heroico jefe de Estado del país, Su Majestad Felipe VI. El viaje debe tener mucha justificación interna y externa porque nadie entiende que se esté realizando en un momento en que el anfitrión de nuestro Monarca encabeza una tríada mundial, Xi Jinping, Putin, Hamás (Sánchez de palmero), dedicada a la destrucción del orden democrático occidental, En fin: dada la extrema habilidad que acredita nuestro Rey soportando a Sánchez, pasemos casi por alto las intenciones de este periplo real.
Más parecería constructivo y de agradecer que Felipe VI fijara un par de instancias en las tierras españolas estos días abatidas ante la presión marroquí. Feijóo quiere respaldar la españolidad de estas ciudades, comprometidas por la estulticia «patricida» del ministro Albares, y hoy mismo se lleva hasta Melilla -más de quinientos años de españolidad, no se olvide el dato- a su Comité de Dirección, un detalle que los melillenses de toda condición, van a apreciar en lo que vale. Asuntos como este señalado deberían ser los que ocuparan la atención de todos los ciudadanos y no las persistentes informaciones judiciales sobre la corrupción de Sánchez y sus costaleros. Con certeza que esta semana vamos a conocer nuevas entregas sobre el particular. Por lo pronto, quédense con este adelanto: el empresario Aldama, matriz de toda la basura extendida en el Gobierno, no se va a quedar callado, llamado a declarar y visto que él tiene ya poco que perder, va a largar todo lo que le venga en gana. Nos vamos a quedar espeluznados ante la mierda que ha manejado este Gobierno en general y Sánchez en particular.
