Vivienda: cuidado con las seudosoluciones empobrecedoras
«Las propuestas comunistas son coherentes con su propósito de demoler nuestro sistema de libertades»

Construcción de un edificio en Barcelona. | EP
Irene Montero, líder de Podemos, grabó un vídeo sobre el problema de la vivienda. Merece la pena seguir su razonamiento. Dice que hay «4 millones de viviendas vacías», por lo que no hace falta construir. «Si hay casas de sobra, no es que los precios estén altos porque hay mucha demanda y poca oferta».
Aceptemos como cierto el dato que menciona sobre que casi el 60% de las viviendas se compran sin hipoteca. De eso, Montero deduce que solo están comprando casas «ricos extranjeros y fondos de inversión», a los que «les interesa que suba el precio».
Niega que la solución sea construir más vivienda, cosa que en su opinión solo interesa a «las grandes promotoras de viviendas», que según ella «construyen para hacer negocio, no para que tú tengas una vivienda» (un dato: el 98,5% de las empresas constructoras tiene menos de 50 empleados). Anticipa que las viviendas que se construyan serán compradas por los mismos extranjeros, fondos y grandes propietarios, que las pondrán en «alquiler turístico o a un precio alto», que hará que la gente siga pagando alquileres caros que les permitirán a aquellos comprar aún más casas.
La líder comunista hace dos propuestas: 1) prohibir la compra de viviendas a quien no vaya a vivir en ella y 2) expropiar la mitad de las viviendas de los fondos de inversión y grandes propietarios para destinarlas a alquiler social.
Un alumno de Economía que dijera la mitad de las cosas que dice la señora Montero en el vídeo, no solo suspendería la materia; se lo expulsaría de la carrera para siempre.
La oferta no está constituida por todas las casas que existen, sino solo por las que están en venta. Las 140.000 viviendas que comenzaron a construirse en los últimos doce meses son apenas el 0,5% del stock total de viviendas y el 3,5% de las viviendas que Montero dice que están vacías. Pero son una proporción muchísimo mayor de las viviendas en venta. Por lo tanto, la nueva construcción impacta, y mucho, en los precios. El problema es que se construye poco: entre 1980 y 1992, se construyeron casi 240.000 viviendas por año con una población media de 38,4 millones de personas (ahora somos 49 millones).
La falta de comprensión del funcionamiento de la oferta y la demanda en la determinación de los precios lleva a Montero al error de creer que los turistas estarán dispuestos a pagar alquileres siempre crecientes, como si no pudieran viajar a otros destinos. Lo de construir «para hacer negocio, no para que tú tengas una vivienda» es una sandez, como decir que el panadero hornea el pan «para hacer negocio, no para que tú comas pan». Ya lo explicó Adam Smith hace siglos: «no es por la benevolencia del carnicero, del cervecero o del panadero que podemos contar con nuestra cena, sino por su propio interés».
Las propuestas comunistas son coherentes con su propósito de demoler nuestro sistema de libertades, por eso se basan en desconocer el derecho de propiedad, baluarte último de la libertad. Añoran expropiaciones a gran escala porque eso nos acercaría a la Venezuela chavista, donde el dictador, a su antojo, gustaba señalar inmuebles mientras decía «exprópiese».
Solucionar los problemas de acceso a la vivienda de modo coherente con la prosperidad general exigiría medidas como: 1) eliminar el Impuesto de Construcciones; las promotoras deben pagar hasta un 4% antes de empezar las obras; 2) suprimir el Impuesto de Transmisiones Patrimoniales, que encarece la compra hasta un 13% según la autonomía; 3) derogar el impuesto de plusvalía municipal; 4) flexibilizar la hiperregulación de las hipotecas; 5) eliminar regulaciones contraproducentes, como la que prohíbe construir en Madrid viviendas de menos de 40 metros cuadrados; 6) permitir la construcción de edificios más altos, para reducir el impacto del suelo en el precio final; 7) desregular el mercado del alquiler, para que aumente la oferta; 8) terminar con la sobreprotección al inquilino, que permite abusos y posterga los desahucios; 9) terminar con la okupación; 10) bajar el IVA de la vivienda nueva al tipo superreducido.
El problema es de incentivos: a los socialistas de todos los partidos les encantan los altos impuestos para poder hacer demagogia con el gasto; a las izquierdas, además, les viene bien el problema de la vivienda para crear enemigos y excitar el resentimiento del que adolecen. Tal vez por eso proponen cosas que agravarían el problema y crearían otros nuevos.
