Se separan Andy y Lucas, se divorcian Los Javis: España debe decidir con quién se queda
«Unos separados por el dinero y las rimas; otros distanciados por los egos y los guiones»

Ilustración de Alejandra Svriz.
En España, donde debatimos con idéntica pasión por el VAR y por la tortilla con o sin cebolla, entre otros asuntos de vital importancia, el gran dilema cultural del otoño es otro: ¿con quién te quedas cuando se separan tus ídolos? Porque ya no hablamos de parejas cualquiera, sino de esas duplas que marcaron una generación: los que cantaban al amor de barrio y los que filmaban el amor diverso. Los unos —Andy y Lucas— se han enfangado en una batalla que deja en pañales las letras de Pimpinelas. Los otros —Los Javis—, de símbolo del amor artístico eterno a divorcio emocional con inesperado plot twist, de la comedia al drama en apenas unos titulares.
España, una vez más, tiene que elegir bando.
La historia de Andy y Lucas comenzó con una canción. Lucas lanzó su nuevo single, Ya no somos dos, con videoclip y letra punzante («Éramos amigos, pero el dinero cambió el camino»). Sutilezas, no gracias. Andy respondió sin melodía, pero con declaraciones: «No me hables de caminos, háblame de cuentas. Que algunos se han quedado con más de lo que tocaba». Y así, el dúo más querido del pop gaditano se convirtió en villanos de un duelo de royalties, envidias y traiciones. De Tanto laíto a Tanto litigio.
Los rumores corrieron como chismes de verbena: que si Lucas facturaba los conciertos a otra cuenta, que si Andy se sintió ninguneado, que si en el último bolo de la gira no se miraron en todo el escenario. El público, siempre sensible al drama, detectó la tensión: aquel «olé» ya sonaba más a reproche que a compás.
Lo peor vino cuando Andy, visiblemente molesto, insinuó en un podcast que Lucas le había dejado «tirado con los números». Lucas replicó en redes con un «no tengo nada que demostrar». Y a partir de ahí, la guerra fría se calentó: dos singles enfrentados en las listas, Por tu culpa o por tu cuenta (Andy) y Tanto dolió (Lucas), lanzados la misma semana. Spotify como campo de batalla, Instagram como trinchera.
Los fans, por supuesto, han tomado partido. Hay quienes ven en Andy al amigo traicionado; otros defienden a Lucas como víctima del resentimiento. El problema es que todos tienen razón y todos están equivocados, como en cualquier ruptura sentimental española.
Mientras tanto, el merchandising conjunto —camisetas, tazas, discos firmados— se ha convertido en reliquia. Se venden en Wallapop como si fueran estampas de un matrimonio roto.
Y si en la música se escuchan tambores de guerra, el cine ha fundido a negro.
Del amor gaditano pasamos al amor cool de Malasaña. Los Javis, Ambrossi y Calvo, esa pareja que durante años fue sinónimo de ternura, creatividad y sincronía perfecta, también atraviesa su particular terremoto emocional. Lo niegan, claro: «Seguimos trabajando juntos, todo está bien». Pero el lenguaje corporal y las agendas desmienten el comunicado. Porque desde hace meses los rumores corren más rápido que un actor secundario buscando papel. Se habla de tensiones creativas, ego artístico y —aquí llega el capítulo jugoso— terceros y cuartos implicados.
Que si uno de los Javis habría encontrado «nueva ilusión» en un joven guionista; que si el otro mantiene una amistad demasiado pública con un actor emergente; que si la productora se ha convertido en un ring de miradas heladas. ¡Que alguien haga el making of de lo que pasa tras las cámaras!
Fuentes cercanas (o lejanas, pero igual de imaginativas) aseguran que en set se respirará una «energía distinta». Lo que antes eran besos, bromas internas y complicidad natural darán paso a las diferencias de criterio, a distintas visiones para abordar un personaje: el grito de «¡Acción!» amenaza con sonar más a orden militar que a canto de amor al cine. Pese a todo, ambos continúan juntos en los proyectos, al menos sobre el papel. Netflix no entiende de corazones rotos, y las series no se ruedan solas. Pero la pregunta es inevitable: ¿cómo será un rodaje cuando lo que hay ya no es amor, sino resquemor? Los Javis han intentado apagar el fuego con declaraciones calculadas: «Somos familia, nos queremos, aunque exploremos caminos distintos». Traducción libre del español contemporáneo: «No te soporto, pero tenemos un contrato que nos une».
Así que aquí estamos, otra vez, frente al espejo nacional. Por un lado, Andy y Lucas, separados por el dinero y las rimas. Por otro, Los Javis, distanciados por los egos y los guiones. Y en medio, los fans, como hijos del divorcio preguntando: «¿Con quién nos quedamos este fin de semana?».
España tiene experiencia en estas cosas: somos expertos en bandos.
Team Andy o Team Lucas, Team Ambrossi o Team Calvo. Pero sin llegar a las manos, por favor.
Lo más sensato sería declarar una custodia compartida del fandom: mitad del año para Andy y su guitarra, la otra mitad para Lucas y su balada vengativa; un mes de rodaje con Calvo, otro con Ambrossi. Y así todos felices, o al menos ocupados.
Ay, pero todos sabemos que España no está hecha para decidir con la cabeza.
