Angulas para Pablo Iglesias, migas para sus adeptos
«Les parece bien que sea él quien vocifere y berree dogmas en los que no cree, pero que le hacen vivir como Dios»

Pablo Iglesias interviene en la ‘Uni de Otoño’ de Podemos. | Gustavo Valiente (EP)
Pablo Iglesias vuelve a estar de actualidad por un tuit que escribió el pasado sábado. Lo importante no es a quién se lo dice (Vito Quiles), sino lo que expresa en ese texto. Por si no lo han leído, cosa muy saludable para ustedes, ya viene aquí un servidor para enfermarles temporalmente (lo que tarden en leer el artículo) con las palabras que dijo el que se cortó la coleta sin tener nada de Morante, pues ni tiene su arte ni su valentía. Lo que dijo fue lo siguiente: «Soy comunista y puedo cenar en restaurantes que tú no puedes permitirte. Vas de pijo, pero te cuelas en clase preferente del AVE (no puedes pagarla). Yo sí puedo pagarme una sala VIP en el aeropuerto, pero tu vídeo es del control de pasaportes. Dame tu móvil y te hago un bizum».
El mensaje es el propio de un chulo que se cree que está por encima del bien y del mal. Pero un servidor quiere acordarse de esos pobrecillos (no lo digo yo, lo dice ese que come en restaurantes de lujo y fundó un partido al que se le llena la boca, no solo de comer angulas, sino de representar a la clase obrera, esa que tiene problemas para llegar a fin de mes por culpa del malvado capitalismo, del que ellos se benefician especialmente) que no solo trabajan más que él y que cualquier político de Podemos, por un sueldo mileurista del que utilizan parte para ponerle una taberna a su amado líder.
No sé qué pensarán estas personas del clasismo de su líder, ya no solo ideológico sino espiritual, pues hay que tener mucha fe para creer las mentiras tan evidentes de Pablo Iglesias. Unos feligreses que además de no poder ir a esos restaurantes donde cocinan el mejor y más fresco marisco gallego, tampoco podrían ir a la Taberna Garibaldi, donde por el precio de una cerveza, te puedes beber ocho en tu casa. Y luego está la comida, donde unos amigos que decidieron hacer turismo de aventura e ir a cenar a ese lugar, me dijeron que calidad/precio el Burger King era alta cocina, y por supuesto más económica que esa taberna tan poco ilustrada.
El problema está en que si ese tuit lo hubiera escrito el presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, o cualquier otro «malvado» empresario que no sea él, por supuesto, o cualquier político que represente a un partido que vaya del centro a la derecha, el Sansón podemita hubiera entrado en cólera acusándole de clasista, hacer apología de su privilegio y de no empatizar con la situación de la mayoría de los españoles. Pero los suyos callan, cuando son los más humillados, con sus declaraciones y con sus hechos. Les parece bien que sea él quien vocifere y berree dogmas en los que no cree, pero que le hacen vivir como Dios.
No hay nada más cutre que hacer ostentación de tu posición económica. La calidad de una persona se mide por cómo pone su talento al servicio del bien común. Un profesor lo hace dando las clases de la mejor manera posible. Un médico escuchando al paciente con educación y sensibilidad y dándole la mejor solución posible. Un barrendero que trabaja en el servicio de limpieza de una ciudad, cogiendo la escoba con ganas de dejar la ciudad como se merecen los ciudadanos con la conciencia limpia.
Pero llega el comunista y quiere vivir por el forro de sus caprichos. Le apetece tener un seudomedio de comunicación, el suyo sí que se puede llamar de esa manera, y con la ayuda de los demás, como siempre, el deseo se le concede. Un comunismo, el suyo, de manual, donde solo se enriquece el líder, mientras cada vez se arruinan más los que le han llevado a gozar de esa privilegiada situación. Unos adeptos embrutecidos por su necesidad de creer, y por seguir confiando en quien no solo no les da nada, sino que se lo quita.
Pablo vive como les gustaría vivir a sus votantes y a quienes le dan donativos para sus distintas empresas. Iglesias lo hace de engañar a las clases menos pudientes, o lo que es lo mismo, de que haya pobres. Si llegara a fin de mes su electorado potencial, su ideología dejaría de tener sentido, y con ello el partido político con todas sus ramificaciones de las que poder beneficiarse económicamente.
En definitiva, Pablo Iglesias necesita que siga habiendo una clase trabajadora, cuando no directamente pobre. Y lo malo no es que lo sepa, que lo es, lo retorcido es que necesite que haya esa pobreza para poder sacar provecho de ella, y que actúa en consecuencia para que así siga siendo. Prometer un paraíso donde solo vivirá él por mucho tiempo que pase.
