The Objective
La otra cara del dinero

Un Mundial XXL para conquistar la última gran frontera del mercado del fútbol

El torneo se plantea como un paso definitivo para introducir el ‘soccer’ en lo más premium del sector del entretenimiento

Un Mundial XXL para conquistar la última gran frontera del mercado del fútbol

Sorteo Mundial 2026. | Reuters

Gran emoción mundial futbolera total. Se acaba de celebrar el sorteo de la Copa del Mundo 2026, que se disputará este verano (los petrodólares les han dado un respiro a las Navidades) en EE.UU.… y un poquito en México y Canadá. Arrumacos varios entre el presidente de la FIFA y el fútbol, Gianni Infantino, y el presidente de EE.UU. y… todo lo que puede, Donald Trump. Y el notición de los partidos que se avecinan.

España se empareja con Uruguay, Arabia Saudí y Cabo Verde. No muy mortal el grupo. ¿Cabo Verde? Mis primeras grandes emociones futboleras se remontan a aquella Eurocopa de 1984 en la que quedamos segundos. El grupo de España en la primera fase incluía a Alemania (entonces la RFA), Portugal y Rumanía. De hecho, solo había otro grupo. En total, ocho equipos. 

O sea, el pico de lo que ha empaquetado Infantino para el Mundial de este verano: 48. Muy del gusto americano, todo tan XXL. Ha cabido hasta Cabo Verde. Con todos los respetos, cuenta con una población de apenas medio millón de habitantes. Por supuesto, hay que entender el movimiento en clave de diversidad e inclusión. Pero como por aquí miramos más el dinero, indago otras posibles motivaciones. 

Tiro de la Swiss School of Business and Management Geneva para arrancar el análisis. Tengo el pálpito de que una escuela de negocios suiza puede ser una buena base. A lo mejor porque da la casualidad de que por allí están las sedes de la UEFA y la FIFA (y el COI, ya de paso). O por la acrisolada tradición de «confortabilidad financiera» del país. O por todo eso y alguna cosa más que me pincha el subconsciente, yo qué sé. 

Dice el informe ad hoc de la escuela que, en solo un mes desde que salieron a la venta, ya han volado más de un millón de entradas, «y se espera que se vendan más de cinco millones, superando el récord de 3,4 millones de Catar». Incluyendo el fascinante Arabia Saudí-Cabo Verde, que culminará la hipertensión cardíaca de nuestro grupo, se disputarán 104 partidos, frente a los 64 de Catar 2022. Pues eso. 

Y las entradas son lo de menos. «Se proyecta que el torneo genere más de 11.000 millones de dólares en impacto económico combinado en Norteamérica, impulsado por un turismo récord, patrocinios, derechos de transmisión e inversión en infraestructura». A continuación, por supuesto, esa corrección de los suizos, tan impolutos de puerta acorazada para afuera: «Las principales marcas globales ya están alineando sus campañas con los valores del torneo: diversidad, sostenibilidad e innovación».

En Bloomberg, un poco más afilados por otros senderos menos alpinos, recuerdan que «la FIFA suele realizar estimaciones presupuestarias conservadoras y termina superando sus objetivos». Los 7.500 millones de dólares en ingresos anunciados en Catar para el ciclo comercial 2019-22, por ejemplo, «superaron en 1.000 millones de dólares las previsiones».

Porque la cosa va de ciclos. El negocio tiene en los Mundiales una fabulosa máquina registradora, pero también su gran herramienta para la expansión del negocio. Ya asentados los petrodólares (el Mundial de 2034 será en Arabia Saudí, por si hubiera alguna duda), el gran mercado por consolidar es el estadounidense. El premio gordo todavía, por mucho que los más enterados se obstinen en señalar a China, India, África… Nadie consume como los americanos, para qué nos vamos a engañar. Cada equipo de la MLB de béisbol juega 162 partidos por temporada, por ejemplo. Lo que decíamos, otro nivel, consumo XXL.

The Economist, al que le gusta más una tendencia de fondo que a un banquero suizo una cuenta opaca, tituló el mes pasado así America is now the biggest market for international football. Y subtituló así: «Europeans may scoff, but it’s all about the soccer». Lo pongo en inglés, aparte de para molar un poco más, por el matiz entre «football» y «soccer», como llaman los estadounidenses al fútbol. América (así llaman ellos a su país) es el mayor mercado internacional del mercado del fútbol. Asumámoslo. Y, aunque los europeos nos burlemos de ellos, la cosa va del soccer

En The Economist no se flipan en lo futbolístico. Son ingleses, ya sabe: gente que sabe de fútbol y se pirra por una apuesta. Así que matizan: «Su selección masculina ha mejorado (aunque aún tiene una probabilidad de 80-1 de ganar el trofeo)». Pero… «El gran cambio se ha producido entre los aficionados». El soccer sigue siendo el cuarto deporte más seguido del país, por detrás del fútbol americano, el baloncesto y el béisbol, según encuestas de la firma de investigación Ampere Analysis. Pero al preguntarles cuál es su deporte favorito, el 10% de los estadounidenses ahora responde que es el soccer, lo que lo hace ligeramente más popular que el béisbol, considerado a veces el pasatiempo nacional. 

La cosa tiene truco, claro. Explica Daniel Monaghan, de Ampere, que, mientras que los aficionados estadounidenses al béisbol se centran en una sola liga, la Major League Baseball, los aficionados al fútbol pagan por verlo todo, desde la Premier League inglesa hasta LaLiga española, lo que eleva el valor total del producto. The Economist pone esta bonanza en el contexto de «una inflación más amplia del valor del deporte. La guerra del streaming ha disparado el precio de todo tipo de contenido. El deporte se ha vuelto especialmente valioso: a medida que el streaming divide a las audiencias en nichos, el deporte en directo es uno de los pocos que aún atrae a las grandes audiencias simultáneas que tanto valoran los anunciantes». O sea, es el momento. 

De hecho, Apple ha adquirido los derechos globales de la liga local, la MLS. Pero, vuelven a matizar los ingleses, «el fútbol estadounidense sigue teniendo dificultades. La MLS sigue siendo un espectáculo aburrido, a pesar de la presencia de megaestrellas extranjeras como Lionel Messi». En el Mundial de Clubes, que albergó EE.UU. el verano pasado, solo un equipo estadounidense superó la fase de grupos, y el PSG se lo fumigó con un fácil 4-0. Conclusión: «Puede que Estados Unidos aún tenga que mejorar en el fútbol masculino [en el femenino ya hace tiempo que son una gran potencia]. Pero, en cuanto a la audiencia, ya es de talla mundial». Y eso es lo que le interesa a Infantino, para qué nos vamos a engañar.

Publicidad