El Gobierno nos evita el coñazo de Eurovisión
«Por una vez habéis hecho algo que beneficia a la mayoría silenciosa que cada mes de mayo maldecía la llegada del festival»

Campaña de boicot a Eurovisión.
El Gobierno de España ha decidido a través de Radio Televisión Española evitarnos ese coñazo y ese atentado contra el buen gusto que es ese festival más zoológico que musical en que se ha convertido Eurovisión. La decisión se debe a que se va a permitir que Israel participe en su próxima edición, algo que ha molestado mucho a este Gobierno, siempre defensor de lo bueno y en contra de lo malo, como demuestran cada una de sus acciones. La bondad es lo primero que nos viene a todos a la mente cuando nos piden que definamos a este ejecutivo con una palabra.
Hay quien se acuerda de Santa Bárbara cuando truena, y quien lo hace de Palestina cuando la corrupción propia coge el riesgo de sepultarles. Palestina es el vertedero elegido donde acumular su basura. Pero no quiero distraer la atención de esta buena obra que ha hecho el Gobierno. Para algo que hacen bien habrá que agradecérselo. Gracias por no llevar a ninguna mujer ni hombre a representar a España en semejante circo de los horrores. Ese sufrimiento no se lo deseo ni a mi peor enemigo.
También hay que agradecer que no tengamos la posibilidad de verlo en la televisión pública. Y es que más vale lo malo conocido que lo parecido por conocer. Un servidor ya está hecho a ver a Javier Ruiz, Cintora, o Marta Flich en el ente público, demostrando poseer un estómago a prueba de bombas, pero lo otro, es verlos a todos juntos en una especie de ritual satánico. Lo único por lo que me apena es por las personas a las que sí que les gusta ese aquelarre. Un público castigado que coincide precisamente con el que más ha comprado el tema de Palestina para tapar las vergüenzas propias.
Los más fervientes maniquíes con pañuelo palestino al cuello son los hombres y mujeres que quedan en casa de uno de ellos para ver ese simulacro de concurso musical donde la sexualidad de sus espectadores es especialmente variada, y a un servidor le parece maravilloso, pero no lo son sus ideologías. Y es que creo que nadie podrá negarme que el seguidor mayoritario de Eurovisión vota a partidos de esta izquierda posmoderna. Así que a quien verdaderamente castigan es a los suyos. A los demás nos hacen sentirnos orgullosos por una vez de un Gobierno que nos quiere evitar que nos sangren los ojos ante algo tan grotesco y nada artístico.
Imagínense ese momento. Llega mayo, ese mes en que los alérgicos maldicen la primavera y los eurofans bendicen la llegada del «gran espectáculo». Normalmente, TVE nos obligaría a tragarnos horas de ensayos, galas de selección interna (porque ya ni siquiera fingimos democracia con el Benidorm Fest), y luego la gran final con comentaristas que intentan vendernos como arte lo que es un desfile de luces estroboscópicas y vestuarios sacados de un mercadillo postapocalíptico. Pero el próximo año gracias a la «coherencia moral» del Gobierno, nos libraremos de ese mal.
El argumento oficial es que no podemos participar en un festival que permite la presencia de Israel mientras bombardea territorio palestino. Muy loable. Muy consecuente. El mismo Gobierno que mantiene relaciones comerciales con Israel, que compra sus drones y que nunca ha roto relaciones diplomáticas, decide ahora que Eurovisión es la línea roja. No las armas ni el comercio, sino Eurovisión.
Así que gracias, Gobierno. Gracias de verdad. Por una vez habéis hecho algo que beneficia a la mayoría silenciosa que cada mes de mayo maldecía la llegada del festival. Habéis conseguido que un servidor que reniega de vuestras políticas, como es lo lógico, os lo agradezca de corazón. Eso sí, no nos confiemos. En 2027, si Sánchez sigue gobernando, cosa que esperemos que no sea así, y se resuelva en un esperanzador 2026, la presión de los eurofans les hará volver corriendo al redil de los votos, lo único que les importa. Pero mientras tanto disfrutemos de esta tregua. De este tiempo suspendido donde la distorsión y el ruido serán sustituidos por un silencio siempre inmejorable. Una nada que en manos de este Gobierno es música celestial.
