Ya es Navidad para los diputados
«El verdadero pecado español es nuestra pasividad ante estas cosas y otras muchas»

Pleno del Congreso de los Diputados. | EFE
Queridos lectores, por si no lo sabían este jueves fue el último pleno del Congreso del año, y no volverá a haber otro hasta febrero de 2026. Las vacaciones de Navidad son la razón de estos dos meses de asueto que disfrutarán los diputados. Para que se hagan una idea, una vez pase el día de Reyes, y el carbón debiera ser una roca sedimentaria en carestía por encontrarse como «regalo» en casa de todos esos privilegiados políticos, les quedarán todavía más de treinta días para tener que hacer acto de presencia en el siguiente pleno.
En febrero de este año ya le dediqué un artículo a esta noticia. En esa ocasión lo hice a posteriori, y lo titulé Feliz post Navidad, donde les «felicitaba» su vuelta al mundo laboral tras casi dos meses de un parón, que, si somos sinceros, tampoco se notó mucho en nuestras vidas. Poca diferencia encontramos en que estén o no en el Congreso. La excusa suele ser que están trabajando en sus despachos haciendo gestiones o preparando comisiones. Cosas que no vemos y que debemos creer como un acto de fe.
Y es que donde los ciudadanos podemos ver el resultado de lo que hagan es en los plenos del Congreso. Donde cada portavoz del partido o sus líderes explican lo que piensan de cada tema y cómo se debería actuar. Un acto de presencia público que de sentido a su existencia. Donde vemos cuáles trabajan y cuáles no. Quiénes dicen cosas con coherencia y cuáles dicen gilipolleces donde nos faltan el respeto de manera lamentable. Quiénes siguen escupiendo restos de turrón un día gélido de febrero en el atril del Congreso, y quiénes se han lavado los dientes intentando respetar el trabajo continuo de los ciudadanos.
No estaría mal que este artículo se convirtiera en un clásico de un servidor cuando lleguen estas fechas o en el posterior febrero. Que se tenga presente que durante dos meses la «casa» que nos representa a todos, y donde se debaten y deciden nuestros designios, permanece cerrada a la ciudadanía, mientras sus moradores habituales permanecen en sus despachos. No dar la cara, para seguir dándonos la espalda.
Esta tradición parlamentaria de «hibernar» durante dos meses tiene más de siesta alargada que de merecido descanso. Es más tiempo del que la mayoría de españoles pueden permitirse de vacaciones en todo su año laboral. Por no hablar de los autónomos, que si cierran dos días seguidos ya les parece un lujo asiático, o de los trabajadores por cuenta propia que cuentan los días de fiesta como si fueran oro molido. Y eso que en este artículo solo estamos hablando de sus vacaciones invernales. Cuando llegue el verano ya hablaremos de ellas, pero les puedo adelantar que su duración es muy parecida, aunque aún más largas.
Este año el parón ha llegado incluso antes de lo habitual por las elecciones en Extremadura, que han cancelado la semana plenaria prevista para mediados de diciembre. Cortesía institucional, lo llaman. Para no interferir en la campaña. Y es que cuando quieren son muy considerados. Pero el resultado es el mismo, menos control al Gobierno, menos debates públicos, menos rendición de cuentas. Y Sánchez, que lo sabe, lo aprovecha. Así puede irse tranquilito a La Moncloa o donde vaya estas fiestas navideñas.
Normalmente, un lugar donde haya nieve para poder ejercer su maestría, no solo esquiando sobre la moqueta del Congreso, sino sobre unas pistas que pisa con unos esquís que son la horma de su zapato utilizado para intervenir en los plenos del Congreso. Sánchez es un todoterreno cuya puesta a punto es en este momento. Un tiempo de descanso y relajación, pues sabe que hasta febrero nadie podrá decirle nada a la cara en el hemiciclo.
En fin, queridos lectores, disfruten de las próximas fiestas navideñas todo lo que puedan. Coman turrón, beban sidra, pero no olviden que los más afortunados de ustedes tendrán que volver como tarde al tajo el 7 de enero. Que algunos de ustedes podrán tener un «minipuente» para disfrutar más de estas fechas, pero que la mayoría solo descansará los días puramente festivos. Y alegrémonos por la fortuna de esos «picapedreros» que son los diputados y de sus condiciones laborales. No demos la razón a los que dicen que la envidia es el pecado nacional. El verdadero pecado español es nuestra pasividad ante estas cosas y otras muchas. Que tengan un buen fin de semana. El lunes volveremos a vernos por aquí, mientras al sol de ese día solo estarán los parados y los diputados. No poder hacer nada y no hacer nada. Solo cambia el verbo «poder» en los parados, y si no está en los diputados es porque «pueden» no hacer nada.
