The Objective
La semana por delante

2026: el cataclismo de Sánchez

«Aquí los españoles ya sabemos que con Sánchez, aun en el poder, no pasa nada y si pasa ni siquiera se le saluda»

2026: el cataclismo de Sánchez

Pedro Sánchez. - Archivo | EP

¿Será el cataclismo? Nadie hay que lo adivine. En circunstancias nítidamente democráticas, el individuo que aún okupa la Moncloa ya tendría que estar fuera de juego, incluso sentado en algún banquillo. Pero con él, ni siquiera contra él, se pueden hacer vaticinios. Así que vamos a acometer las primeras piezas de este nuevo 2026 conteniendo la respiración. Por eso, lo primero que cabe hacer es someterse al tópico y desear genéricamente que sea bueno. Al año me refiero. Como dicen los cronistas del fútbol, «está too abierto». El Rey, en una escenografía revolucionaria, les ha dejado la pelota botando a los políticos. También a los periodistas; a nosotros quizá nos hubiera gustado un ápice más de audacia en el mensaje, pero el formato —lo hemos anticipado— no admite mayores atrevimientos. Queda para dentro de unos días otro discurso, el de la Pascua Militar del día de Reyes, pero de este lo que hay que esperar, sobre todo, un alegato para reforzar la moral de nuestros Ejércitos, ese no es el momento para reconvenciones políticas. Felipe VI, como todos nosotros, nos enfrentamos a un ejercicio decisivo, 2026, para rectificar la Historia de España. En el primer semestre, que comienza este jueves, asistiremos a una serie de convocatorias electorales que deberían marcar el curso de los acontecimientos públicos. Escribo con toda consciencia «deberían» porque no es seguro que así suceda: ya hemos probado que, a pesar del trompazo bocinero que Sánchez se ha pegado en Extremadura, aquí, en España, parece no haber pasado nada. El tipo se ha escapado, al estilo del forajido Puigdemont, de vacaciones y se dispone a encarar los comicios de Aragón como quien va a la oficina a cumplir una rutina. Aquí los españoles ya sabemos que con Sánchez, aun en el poder, no pasa nada y si pasa ni siquiera se le saluda. 

Como ha hecho el individuo con sus resultados pésimos de Extremadura; la cosa no va con él, la culpa, el empedrado. Le ha dejado a su sicario Gallardo a los pies de los caballos y él ha huido presuntamente con su investigada señora a vivir y veranear en diciembre a costa del Erario. Ejemplar para un gobernante digno. A la vuelta de su nuevo periplo pagado con nuestros confiscatorios impuestos, llegará la campaña para las elecciones de Aragón que comienza en la noche del día 22. Naturalmente que ya se propalan encuestas más o menos decentes, o sea, las menos. Por fiarnos de una: el Partido Popular va a obtener en febrero de 30 a 31 escaños, este es el dato que merece ser resaltado, los demás están por componer. Ya se sabe que la mayoría absoluta en la región son 34 parlamentarios, pero esta cifra nunca se ha rozado en el Reino de Aragón, por tanto, harían muy bien Azcón y también los voceros de Feijóo en no prometer ese resultado que, ya lo decimos, queda lejos de cualquier previsión exacta. Con esos 30 escaños, Azcón, un gran gestor (veremos cómo se comporta como candidato) tendrá que entenderse, también aquí, con Vox que aspira a ser la mosca testicular como en la lejana Extremadura.

Este es el primer reto que debe afrontar el Partido Popular en este año que, como dicen los hispanoamericanos (hispanoamericanos, oiga) «recién empieza». Este enero está lleno por lo demás de citas judiciales y parlamentarias de investigación. Van a desfilar por los juzgados todos los componentes de la mafia del Peugeot y por el Senado algunos socialistas rebotados que, o están en la cárcel o a punto de entrar en ella. Tampoco para este menester hay que plantearse muchas esperanzas. Sánchez vivirá estos sucesivos trances como quien oye llover, como si tampoco los próximos escándalos fueran con él. Sospechosamente, ha tenido que tragarse, más o menos, algunas de las imputaciones y juicios que ha hecho Felipe VI en la Nochebuena, lo cual no quiere decir que estas reflexiones Reales le resulten de obligado cumplimiento ¡Faltaría más! Él está por encima de todo.

Y de todos sus costaleros/as que va liquidando sin piedad. Algunos/as le imitan lanarmente para ver si se pueden salvar de la quema. Por ejemplo, la aspirante al trono aragonés. Es el Caso de «Mademoiselle Tristesse» una exministra obligada a tomar el AVE para competir con Azcón con muy escasas posibilidades de éxito. La citada ha copiado literalmente a su jefe y se ha pasado por la piedra a todo lo poco que en la autonomía queda del difunto Lambán, en cuya memoria se ha ciscado sin pestañear. Esos son ciertamente métodos calcados del silente autócrata que, encima, no le han proporcionado resultado positivo alguno. Tampoco con Zapatero, el expresidente al que Sánchez ha estado encubriendo (a él y a sus procelosos negocios) tratando de que la Justicia española no le lleve por el camino del banquillo. Este mes de enero veremos si ambos consiguen sus repugnantes propósitos, pero, claro, el futuro de Zapatero, ya no reside en España, sino en Estados Unidos, donde Trump la tiene tomada con él a cuenta de sus contactos más que evidentes con los delincuentes más peligrosos. Este enero tendremos noticias al respecto.

Mientras, aquí, en España, seguimos colgados de las incidencias ferroviarias, de ese transporte que, en opinión del ministro del ramo, Puente o algo así, es el mejor del mundo, incluido Singapur. Los usuarios están afectos del hastío que el Rey definió en Nochebuena como una de las características más señaladas del español de ahora mismo. En poco más de tres días este cronista ha escuchado de labios de importantes representantes de la sociedad civil, la denuncia de la hartura y del desencanto, la desafección que sufre ya toda la ciudadanía hispana. ¿Cómo van a estar los españoles después de constatar que Sánchez, de derrota en derrota, huye como el susodicho forajido de Waterloo, o como este ministro que disimula que el principal medio de transporte que utilizamos es una carraca de feria? Se ha destacado con tino en este periódico que la principal palabra que el Rey usó para salir de este marasmo fue esta de la convivencia? Pero el cronista pregunta: ¿cómo convivir con una recua de chupatintas (además) que intenta, trampas incluidas, cargarse la propia convivencia de la Constitución? No es una duda, es una certeza: con este individuo, en el año de su presumible cataclismo… Esperemos, ni a recoger una herencia.

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