The Objective
Hastío y estío

El aplastamiento de Pilar Alegría

«Aragón la recibirá con los brazos abiertos, pero no para abrazarla, sino para hundirla bajo el peso de la realidad»

El aplastamiento de Pilar Alegría

La candidata del PSOE en Aragón, Pilar Alegría.

La pasada Nochebuena, la exministra de Educación y exportavoz del Gobierno, y ahora candidata socialista a las próximas elecciones aragonesas, Pilar Alegría, quiso obsequiarnos en sus redes sociales con una fotografía familiar de ese día tan entrañable donde aparecía «aplastada» en un sofá, por cierto, de una estética deplorable, por algunos de sus familiares

La estampa pretendía ser divertida, mostrar la unión que tiene con sus familiares, la confianza en dejarse despachurrar por sus seres queridos. Pero un servidor lo que vio en esa imagen fue la metáfora perfecta de las consecuencias de haber sido una sanchista fiel y sumisa. Y es que Pedro Sánchez ha decidido enviarla a casa por Navidad. Enviarla al matadero, y que sea algo tan llevadero como hogareño. 

El presidente sabe que su aplastamiento en las elecciones de Aragón va a ser tan fuerte, que qué mejor lugar para recoger sus pedazos que su tierra y los suyos. En esa fotografía parece que la familia estuviera practicando ese momento. En sus caras aparecen sonrisas sinceras, las propias de un juego sin consecuencias, como mucho un pequeño lumbago o una fisura de una costilla. El sofá parece soportar ese momento, pero un partido político, y más el socialista tiene mandíbula de cristal para encajar los aplastamientos electorales. Y es que duele más una urna vacía de votos socialistas que se te siente encima una vaca preñada.

Observemos con detenimiento esa fotografía que Pilar Alegría compartió con el mundo, como si fuera un regalo navideño. Ahí está ella, sepultada en el sofá, con el cuerpo hundido bajo el peso de algunos parientes entusiastas. El mueble suplicando ayuda, amenazado con ceder ante la presión colectiva. Sus rostros, iluminados por la luz de un futuro por suerte todavía lejano, irradian esa alegría ingenua de las fiestas, donde el contacto físico es sinónimo de cariño.

Pero, ¿y si miramos más allá de la superficie? ¿Y si ese sofá representa al PSOE en Aragón, ese bastión que un día fue rojo intenso y ahora se tiñe de azul conservador o incluso de verde Vox? Pilar, aplastada por su familia, es como el socialismo aragonés, devastado por una realidad electoral que es un elefante tumbado sobre una hormiga.

Pilar Alegría ha sido una de las fieles escuderas de Pedro Sánchez. Como ministra de Educación, defendió con uñas y dientes políticas que, para muchos, han sido un despropósito: la ley Celaá, con su énfasis en la equidad a costa de la excelencia. Como portavoz del Gobierno, su rol era el de pararrayos humano, absorbiendo las críticas mientras Sánchez tramaba sus alianzas con independentistas y populistas.

Ahora el sanchismo, ese movimiento que premia la obediencia por encima del mérito, la envía de vuelta a Zaragoza, a competir en unas elecciones autonómicas donde las encuestas pintan un panorama desolador para el PSOE. Es como si en esa foto familiar, los parientes que la aplastan fueran los votantes desencantados, que uno por uno, se tumban sobre sus esperanzas electorales, hundiendo su candidatura.

El aplastamiento físico en la foto es efímero. Pero el electoral es duradero, y deja cicatrices en el ego y en las estructuras del partido. Sánchez, astuto como siempre, la envía a Aragón no por fe en su victoria, sino para que absorba el impacto. Es la estrategia del parachoques. Pilar se estrella para que el PSOE nacional se salve. En la imagen, el sofá resiste, pero ¿y si lo comparamos con las bases socialistas aragonesas? Esos militantes que un día vitorearon a Lambán, ahora ven en Alegría una imposición desde Madrid, una sanchista pura que no huele a tierra maña.

Un lumbago se cura con ibuprofeno, una costilla fisurada se cura en semanas. Pero en política, un aplastamiento electoral es como un tsunami: arrasa con carreras, presupuestos y narrativas. Y el sofá, ese pobre mueble de estética deplorable, representa al aparato del PSOE en Aragón. Viejo, desgastado por décadas de poder intermitente, con la tapicería raída por los escándalos. Pilar, en su intento de mostrar humanidad con esa foto, ha regalado a sus críticos la munición perfecta. Es como si dijera: «Mírenme, soy cercana, me dejo aplastar por amor». Pero los votantes aragoneses, hartos de promesas incumplidas, sólo ven frivolidad.

Pilar Alegría, aplastada en el sofá, anticipa su aplastamiento electoral. Aragón la recibirá con los brazos abiertos, pero no para abrazarla, sino para hundirla bajo el peso de la realidad. Y Pilar Alegría aprenderá que ser una sanchista fiel tiene precio. Un sofá hundido y un futuro político ruinoso.

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