El purgatorio de Pedro Baños
Pedro Baños (León, 1960) sonríe, tampoco estalla en él una carcajada, es una sonrisa, más que risa, de oficio pero amable. Es cortés, atento en el trato, nunca eleva la voz, responde encadenando ideas sin apenas dudar. Viste traje y corbata. Sobre su rostro, limpio, rasurado, unas gafas de montura invisible. Un gesto muy suyo, lo repite a lo largo de la entrevista, es juntar las yemas de los dedos de ambas manos. Según expertos en comunicación no verbal, se trata de una muestra de confianza. Espero me lo perdonen, pero me recuerda al gesto del señor Burns en Los Simpson. Baños, coronel en la reserva, de infantería del ejército de tierra, analista geopolítico, experto en terrorismo, colaborador habitual de Iker Jiménez, acaba de publicar La encrucijada mundial: un manual del mañana (Ariel). Cosecha cientos de seguidores y otros tantos detractores. Muchos le han acusado de rusófilo y de estar a sueldo del Kremlin, otros ven en él a un alma libre, entre tanto adoctrinado.