El purgatorio de Enrique Tomás
España, mal que nos pese por el cliché, se vende en el mundo como sol, playa, fiesta, jamón. Y decir jamón en nuestro país, jamón del bueno y del ‘güeno’, que dirían en mi pueblo, es decir Enrique Tomás (Badalona, 1966). Este badalonés de 58 años es un currante, un soñador, un tipo que supo elegir el producto con el que trabajar. Ha sufrido penalidades, ha tenido la suerte necesaria y va camino de seguir creciendo como uno de los empresarios de la alimentación más importantes de esa nación donde otra cosa no, pero de comida sabemos un rato.
- Carlos Padilla