El purgatorio de Ramón Espinar
Fueron como los Rolling. Los años salvajes. Aquel Podemos de caras aniñadas, abrazos por doquier y puños en alto. Cuando un grupo de jóvenes profesores universitarios madrileños se sintieron inmortales. No tocaron las puertas del cielo, porque el cielo, lo dijo el sumo pontífice Iglesias, no se toma por consenso: el cielo se toma por asalto. A Ramón Espinar (Madrid, 1986) nunca le gustó eso de asaltar los cielos, pero allí estuvo en esos primeros compases de Podemos como nuevo actor político. No fue uno de los fundadores, pero sí un rostro visible, un cargo importante en los pasos iniciales de ese neonato que se gestó en la barriga de la Complutense.