El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, ha recomendado este viernes a la población del país asiático que haga uso de la gasolina para desinfectar sus mascarillas.
Por qué te lo contamos: Duterte suele hacer este tipo de declaraciones polémicas a menudo, pero esta vez ha asegurado a sus asesores, que han explicado en otras ocasiones que el mandatario está «bromeando» cuando hace esa clase de declaraciones, que lo está diciendo con toda seriedad.
El mandatario filipino ha dicho, textualmente, lo siguiente: «Lo he dicho antes y lo repito porque es verdad: si no hay alcohol disponible, especialmente para la gente pobre, id a una estación de gasolina y usadla para desinfectar las mascarillas». Estas declaraciones han sido recogidas por la BBC.
A día de hoy, no existe absolutamente ninguna evidencia científica de que la gasolina, un líquido tóxico e inflamable, pueda desinfectar las mascarillas.
Además, y entre otras declaraciones polémicas, el presidente de Filipinas ha prometido a la guerrilla comunista del Nuevo Ejército del Pueblo (NEP) suministrarle la vacuna contra la COVID-19 cuando esté disponible si abandonan la lucha armada hasta final de año.
«Después de la COVID-19, luchemos de nuevo. Os lo advierto, parad por un tiempo y permitid el proceso normal de recuperación al país», ha dicho el mandatario, que el año pasado canceló el proceso de paz con los comunistas y recrudeció la ofensiva militar.
Al inicio de la pandemia, tanto el Gobierno filipino como la guerrilla del NEP declararon un alto el fuego para que la confrontación militar no entorpeciera la respuesta a la COVID-19, pero a mediados de abril se terminó la tregua tras varios enfrentamientos entre las partes cuando se distribuía ayuda humanitaria en zonas rurales.
El mandatario ha asegurado a los filipinos que el presidente chino, Xi Jinping, le ha garantizado que Filipinas estará entre las primeras naciones en recibir la vacuna cuando se terminen con éxito con ensayos clínicos.
Filipinas confirmó ayer 89.374 infecciones -de los que 22.327 siguen activos- y casi 2.000 muertes desde que se anunció el brote de COVID-19 a finales de enero.