Primeros 'vigilantes' del catalán en los hospitales: Clínic y Gerona estrenan supervisión
Esta figura se encargará de vigilar «el grado de cumplimiento de las obligaciones en el ámbito lingüístico»

Entrada del Hospital Clínic de Barcelona. | EP
Los ‘vigilantes lingüísticos’ comienzan su andadura por los hospitales de Cataluña con el objetivo de supervisar el uso del catalán entre profesionales y pacientes. El Hospital Clínic de Barcelona y el Hospital Universitario Doctor Josep Trueta de Gerona han sido los primeros en contar con esta figura que se encargará de vigilar «el grado de cumplimiento de las obligaciones en el ámbito lingüístico», según ha podido conocer THE OBJECTIVE por fuentes médicas del sector.
El propósito es tener ‘coordinadores’ «en el máximo posible de centros y áreas geográficas» con el fin de que cada centro hospitalario de Cataluña cuente con un referente para su coordinación en materia lingüística. Esto es, «valorar el grado de cumplimiento de las obligaciones en el ámbito lingüístico (normativa, cláusulas lingüísticas establecidas en los instrumentos de encargo de actividad asistencial suscritos con el Servicio Catalán de la Salud, instrucciones, etc.) y, en su caso, proponer las acciones oportunas para conseguirlos»
Esta figura fue aprobada en mayo de 2024 por el anterior Gobierno de Pere Aragonès y ahora la lidera el think tank de médicos independentistas Salut pel Català, constituido por más de 2.000 facultativos dispuestos a promover el uso del catalán en el ámbito sanitario. Según la normativa, este ‘vigilante lingüístico’ deberá gestionar las quejas lingüísticas, sean internas o procedentes de la ciudadanía, respecto a los servicios del centro, y actuar como «referente» del plan de gestión de la lengua. También será responsabilidad de esta figura velar para que los profesionales sanitarios «acrediten el nivel de formación adecuada a las funciones desarrolladas de acuerdo con la normativa en materia lingüística que les sea aplicable».
De esta forma, un año después de la aprobación de esta normativa, los ‘vigilantes lingüísticos’ llegan a los primeros centros, en concreto al Clinic de Barcelona y al de Gerona, con el objetivo de implantar el catalán en el entorno sanitario de la mano de Salut pel Català. Constituidos desde hace más de un año como asociación, Salut pel Catalá promueve, por ejemplo, escribir siempre en catalán en la historia clínica; dirigirse a todo el mundo en catalán a la hora de empezar una conversación «independientemente de su origen o aspecto externo», realizar las recetas en catalán, mantener el catalán en las sesiones y reuniones aunque algún interlocutor hable en castellano, llamar a los pacientes en catalán a las salas de espera y atender en catalán a los pacientes.
Un millón de euros para implantar el catalán en la sanidad
El catalán es un requisito para ejercer como médico en el Instituto Catalán de la Salud (ICS) y un mérito para trabajar en los centros concertados. Sin embargo, no es ni requisito ni mérito para los residentes. No obstante, que sea requisito o mérito no garantiza que en el ejercicio de la profesión los facultativos vayan a ser uso del idioma. De hecho, Plataforma per la Llengua ha recogido datos que indican que sólo un 40,2% del personal sanitario habla habitualmente en catalán con los pacientes, una cifra que se reduce especialmente en hospitales y en áreas urbanas grandes, como Barcelona. Estos datos evidencian una desconexión entre la competencia lingüística de los sanitarios y el uso real de la lengua durante la atención.
Por ello, recientemente el Gobierno de Salvador Illa firmaba el Pacto Nacional por la Lengua que prevé gastar este año más de un millón de euros (1.140.000 millones) «para garantizar el conocimiento y el uso del catalán en el sistema público de salud de Cataluña», como adelantó THE OBJECTIVE.
Según se desprende del documento, la Generalitat destinará 640.000 euros a impulsar el uso del catalán en la sanidad pública a través de un conjunto de medidas que incluyen la elaboración de planes de gestión lingüística en todos los centros del Siscat, la formación obligatoria en sensibilización lingüística para los nuevos profesionales, y el diseño de itinerarios personalizados para que el personal sanitario acredite progresivamente los niveles A2, B2 y C1 de catalán. También se prevén acciones complementarias como formación previa a la incorporación y espacios de conversación en los centros, así como la mejora del sistema de quejas y supervisión para garantizar el respeto a los derechos lingüísticos de los pacientes.
Además, se gastarán 500.000 en el programa de formación del idioma para profesionales sanitarios Prescríbete el catalán. Una actividad que ha resultado todo un fiasco desde su primera edición en 2024. En la segunda edición del curso, que comenzó el pasado mes de abril, tan solo se inscribieron 1.640 personas, un 60% menos que en la primera edición, cuando se apuntaron 3.930 sanitarios.