Descubierta una relación entre la flora intestinal y la esclerosis múltiple
Los microbios gastrointestinales tienen un papel mucho más importante en el origen de la esclerosis múltiple de lo que se creía, según ha indicado un estudio publicado este miércoles por la revista Science Transnacional Medicine, en el que han participado investigadores del Vall d’Hebron Instituto de Investigación (VHIR) y del Centro de Esclerosis Múltiple de Cataluña (Cemcat).
Los microbios gastrointestinales tienen un papel mucho más importante en el origen de la esclerosis múltiple de lo que se creía, según ha indicado un estudio publicado este miércoles por la revista Science Transnacional Medicine, en el que han participado investigadores del Vall d’Hebron Instituto de Investigación (VHIR) y del Centro de Esclerosis Múltiple de Cataluña (Cemcat).
El hallazgo supone un nuevo enfoque para desarrollar terapias que reeduquen el sistema inmune para evitar el ataque a las estructuras propias del sistema nervioso central.
En este estudio, los investigadores han visto cómo las células T, es decir, las células inmunitarias responsables de los procesos patológicos, reaccionan contra una proteína llamada GDP-L-fucosa sintasa. Esta enzima se forma en las células humanas y en las bacterias que se encuentran con frecuencia en la flora gastrointestinal de los pacientes que padecen esclerosis múltiple.
«Creemos que las células inmunitarias se activan en el intestino y luego migran al cerebro, donde causan una cascada inflamatoria cuando se encuentran con la variante humana de su antígeno diana», ha explicado la responsable del estudio, la doctora Mireia Sospedra, licenciada en Biología por la Universidad de Barcelona (UB) y doctora en Inmunología por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB).
La esclerosis múltiple es una enfermedad autoinmune en la que el sistema inmunológico ataca y daña la capa protectora de las neuronas, la mielina, –una membrana biológica compuesta por proteínas y sustancias grasas–. Los esfuerzos de las investigaciones se han centrado en esta estructura de membranas para encontrar el antígeno –cualquier molécula que los mecanismos de defensa identifiquen como extraña a nuestro organismo– y así tratar la enfermedad.
Sospedra espera que estos hallazgos puedan traducirse pronto en una terapia para la esclerosis múltiple y, de hecho, planea probar los componentes inmunoactivos de la GDP-L-fucosa sintasa con un enfoque para reeducar al sistema inmunitario.
Este planteamiento implica extraer sangre de pacientes con esclerosis y luego unir los fragmentos inmunoactivos de la GDP-L-fucosa sintasa a la superficie de los glóbulos rojos en un laboratorio. De esta manera, cuando la sangre se reintroduzca en el torrente sanguíneo de los pacientes, los fragmentos inmunoactivos ayudan a «reeducar» a su sistema inmunológico y a «tolerar» su propio tejido cerebral.
«Nuestro enfoque se dirige específicamente a las células inmunes autoreactivas patológicas», ha expresado la doctora Sospedra.
La doctora Carmen Espejo, participante en este estudio, ha explicado que este enfoque difiere radicalmente de otros tratamientos disponibles actualmente que afectan a todo el sistema inmunológico y que, si bien a menudo logran detener la progresión de la enfermedad, también debilitan el sistema inmunológico y, por lo tanto, pueden causar efectos secundarios graves, informa Efe.