Florida se ha convertido en la segunda región de Estados Unidos que supera a Nueva York en cuanto a número de contagios de coronavirus, después de California. Con un total de 9.300 registrados durante el último día, el estado contabiliza ya un total de 423.855 casos.
Los datos: aunque Nueva York se había posicionado como el estado más afectado al inicio de la pandemia en Estados Unidos, poco a poco ha logrado controlar la COVID-19 mediante el cierre de negocios y restaurantes y el uso obligatorio de mascarillas.
Más de 146.000 estadounidenses han muerto por coronavirus —casi un cuarto del total global— y hay casi 4,2 millones de casos confirmados en el país, es decir, al menos 1 de cada 79 ciudadanos se ha infectado. En promedio, Florida ha sumado más de 10.000 casos diarios en julio, mientras que California ha registrado 8.300 casos diarios y Nueva York unos 700.
Entre tanto continúa al alza el número de contagios. El gobernador republicano del estado, Ron DeSantis, ha manifestado reiteradamente que no hará obligatorio el uso de mascarillas y que las escuelas deben reabrir en agosto. Una decisión a la que se oponen una gran cantidad de funcionarios del sector educativo local.
La creciente preocupación en el seno del Gobierno ha quedado patente en el discurso por parte del presidente Donald Trump, quien había mantenido hasta hace poco cierto escepticismo acerca de la gravedad y magnitud del problema de la pandemia en el país. «Probablemente, desafortunadamente, (la pandemia) empeorará antes de que mejore. Es algo que no me gusta decir, pero así son las cosas», subrayó el mandatario estadounidense en una rueda de prensa la semana pasada.
El balance provisional de fallecidos ha sobrepasado ya con creces la cota más baja de las estimaciones iniciales de la Casa Blanca, que proyectó en el mejor de los casos entre 100.000 y 240.000 muertes a causa de la pandemia.
En un principio, Trump rebajó esas estimaciones y se mostró confiado en que la cifra final estaría más bien entre los 50.000 y los 60.000 fallecidos, aunque luego auguró hasta 110.000 muertos, un número que también se ha superado y ahora roza casi los 150.000.
Por su parte, el Instituto de Métricas y Evaluaciones de Salud (IHME) de la Universidad de Washington —en cuyos modelos de predicción de la evolución de la pandemia se fija a menudo la Casa Blanca— calcula que Estados Unidos llegará al mes de octubre con unos 200.000 muertos y que para las elecciones presidenciales del 3 de noviembre podría rozar los 220.000.