El puente de la autopista que atraviesa la ciudad de Génova, que se desplomó causando 43 muertos hace dos años, se inaugura este lunes después de haberse reconstruido en un tiempo récord, con un acto al que asistirán las principales autoridades italianas pero no los familiares de las víctimas.
En contexto: el 14 de agosto de 2018, una parte del puente de la autopista A10 que atraviesa la ciudad de Génova se derrumbaba y causaba la muerte de 43 personas, entre ellas cuatro niños, y casi otras 600 tuvieron que abandonar las casas situadas en los aledaños e incluso bajo el puente. Con la inauguración del puente, diseñado por Renzo Piano, Génova cierra una herida que, además de las víctimas y los desalojados, causó importantes daños económicos al quedarse la ciudad sin una de sus arterias de comunicación más importantes.
En un país donde aún esperan que se reconstruyan sus localidades los habitantes de los últimos grandes terremotos, como el de L’Aquila en 2006 o el de Amatricce en 2016, la construcción del nuevo puente en menos de dos años ha sido calificada como «un milagro». El nuevo viaducto se llamara «Puente Génova San Giorgio» y, como ha afirmado en las redes sociales el primer ministro, Giuseppe Conte, «es un símbolo de una nueva Italia que se levanta».
Para la construcción del puente, realizado por el consorcio PerGenova, formado por las empresas Fincantieri y Salini Impregilo, se han utilizado 17.400 toneladas de acero y se han necesitado hasta 19 ascensores para trabajar, incluidos tres especiales para colocar los tramos de 100 metros cada uno y llevarlos a más de 40 metros de altura.
En la tarde de este lunes, las máximas autoridades italianas, entre ellas Conte y el presidente de la Republica, Sergio Mattarella, asistirán a la inauguración, en una ceremonia sobria por respeto a la voluntad de los familiares de las 43 víctimas, que no asistirán. Antes de la ceremonia, en la sede de la delegación de Gobierno de Génova, el presidente de la República se reunirá con los familiares de las víctimas en privado.
Tras el derrumbe, la Fiscalía de Génova abrió una investigación a unas 70 personas, entre ellas directivos de Autostrade, la gestora de la autopista que se tenía que encargar del mantenimiento del puente.