China ha anunciado este martes que permitirá el regreso de nacionales de hasta 36 países de Europa, entre ellos España, que cuenten con un permiso de residencia en vigor en el país asiático, lo que abre las puertas para que miles de ciudadanos europeos puedan retomar su vida y reunirse con sus familias.
En contexto: desde el pasado 28 de marzo, día en que China anunció el cierre de sus fronteras, incluso para los residentes, a causa de la pandemia de coronavirus que se cernía ya gravemente sobre el mundo, solo algunos casos excepcionales han podido regresar. Son los que entraban en el denominado fast track o «vía rápida», trabajadores de sectores «esenciales» para la producción según los criterios de las autoridades chinas.
El anuncio se ha conocido a través del inusual canal de la Embajada china en Dinamarca, que ha publicado en su página web que los nacionales de casi todos los países europeos «que tengan los permisos de residencia en China pertinentes» podrán solicitar un visado «de forma gratuita».
Posteriormente, fuentes del Ministerio de Exteriores chino han confirmado a Efe que la medida se aplicará solamente a los ciudadanos europeos y no a otros del resto del mundo y han indicado además que a quienes les haya caducado el permiso de residencia podrán igualmente pedir ese visado gratuito y tramitar nuevamente el resto de documentos una vez en China.
La lista de países europeos a cuyos residentes se les permite regresar a China incluye a los 27 Estados miembros de la Unión Europea (UE), además de a Albania, Macedonia del Norte, Islandia, Bosnia, Montenegro, Noruega, Suiza, Serbia y Reino Unido.
Y se adopta, en «el contexto de la normalización de la prevención y el control de la nueva epidemia de coronavirus[contexto id=»460724″], con el fin de facilitar aún más los intercambios de personal entre las dos partes», según la nota de la Embajada china en Copenhague.
Aunque ningún país europeo ha impedido la entrada a los residentes chinos como ha hecho Pekín, la decisión de la Unión Europea (UE) de dificultar el acceso a los turistas y empresarios de la nación asiática mientras China no levantase sus restricciones puede haber servido de instrumento de presión para facilitar este nuevo paso chino. También las presiones de países como Alemania, con una relación comercial muy intensa con el gigante asiático.
Las compañías aéreas internacionales han retomado muy poco a poco sus vuelos con China y los limitan a uno por semana, lo que junto a la escasa demanda ha disparado los precios hasta niveles por encima de los 3.000 euros. Las plazas en los chárter alemanes se vendían a un precio de 2.500 euros por el trayecto de solo ida, gastos de gestión aparte.
Los europeos residentes que vuelvan a China deberán someterse, al igual que todas las personas procedentes del extranjero que llegan al país asiático, a estrictos controles de prevención contra el virus.
Estos incluyen un test de coronavirus en origen antes de coger el avión, uno nada más llegar a destino y otro tras la cuarentena de 15 días en un hotel, que todos ellos deben realizar antes de poder incorporarse a su vida normal.
Los residentes en Pekín no pueden además volar directamente a la ciudad, ya que todos los vuelos internacionales hacia ella se desvían a diferentes aeropuertos del país para prevenir cualquier brote en la capital.
Así las cuarentenas deben hacerse en hoteles de ciudades como Qingdao (noreste) o Hangzhou, considerablemente alejadas de Pekín, cuyos gastos de estancia y manutención corren a cuenta de quienes regresan, además del traslado posterior a la capital.
Respecto a una eventual apertura de las fronteras para los nacionales latinoamericanos residentes en China, el Ministerio de Exteriores no ha facilitado por el momento ninguna información.