La edad de inicio en el consumo de pornografía ha descendido hasta los 12 años y casi siete de cada 10 adolescentes ven estos contenidos sexuales de forma frecuente. Esta es una de las conclusiones del informe «(Des)información sexual: pornografía y adolescencia» que ha elaborado Save the Children a partir de entrevistas a 1.753 adolescentes.
En contexto: el placer, la satisfacción de los instintos, la curiosidad y la búsqueda de referentes son los motivos principales que llevan al consumo de pornografía, un consumo que, en el caso de los varones es «inaceptablemente elevado»: el 82% de los chicos reconoce que lo ve a diario, mientras que ellas lo hacen de forma semanal o mensual.
El fácil acceso de los menores a la tecnología está detrás de este adelanto en la edad de inicio -de hecho un 9% lo ha hecho antes de cumplir 10 años-, según el director general de Save the Children, Andrés Conde.
La forma más habitual de llegar hasta el porno es a través de los amigos. Así, en un 51% de los casos se produce a través de fotografías o vídeos de contenido sexual compartidos a través del móvil. En un 17% de los casos el acceso es accidental y normalmente se produce a través de anuncios en páginas de descargas gratuitas de series o películas, mientras que un 29% de los adolescentes de entre 13 y 17 años consultados aseguran que buscaron estos contenidos por curiosidad.
El informe analiza también la repercusión que tiene este consumo en los más jóvenes y pone de manifiesto que más de la mitad de ellos -especialmente los hombres- cree que la pornografía da ideas para sus propias experiencias sexuales y al 54,9% le gustaría poner en práctica lo que ha visto.
El 47,4% de los adolescentes que ha visto contenido pornográfico ha llevado alguna escena a la práctica, algo especialmente preocupante para la directora de Políticas de Infancia y Sensibilización de Save the Children, Catalina Perazzo, porque cuando intentan imitar lo que ven, no siempre solicitan consentimiento previo a su pareja. Así, el 12,2 % de los chicos lo ha hecho sin el consentimiento explícito de la pareja y sin que a ésta le haya parecido bien, frente al 6,3% de las chicas. En cuanto a ellas, un 5% ha reconocido que su principal motivación es satisfacer el deseo sexual de su pareja masculina.
«El peligro no es que vean pornografía, sino que su deseo sexual se esté construyendo sobre unos cimientos irreales, violentos y desiguales propios de la ficción. También es peligroso que crean que su consentimiento, sus deseos y preferencias, o los del resto, no tienen por qué ser tenidos en consideración», ha advertido Perazzo.
La nueva pornografía -ha detallado- representa relaciones ficticias, con cuerpos irreales y en muchos casos marcada por la violencia y el dolor físico provocado a las mujeres como algo erótico y ha lamentado, asimismo, que el colectivo LGTBI no encuentra tampoco una referencia en estos contenidos.