Los países más desfavorecidos podrán tener acceso a 120 millones de pruebas de diagnóstico de COVID-19 rápidas y poco costosas en los próximos seis meses para ayudarles a combatir la pandemia, según han prometido la OMS y sus socios, con la condición de encontrar fondos.
Por qué es importante: mientras que los países ricos realizan una media de 292 test por cada 100.000 habitantes, los países con bajos ingresos y medios hacen 61 y los países pobres, 14. La pandemia se ha cobrado más de un millón de vidas en el mundo desde que apareció en China a finales de 2019, y contagió a al menos 33 millones de personas.
«Tenemos un acuerdo, tenemos un principio de financiación y ahora necesitamos el importe total para poder comprar estos test», ha declarado el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, durante una rueda de prensa telemática.
Cada prueba cuesta 5 dólares, pero tanto la OMS como sus socios señalaron que el precio deberá bajar más.
Estos test rápidos «dan resultados en aproximadamente 15 y 30 minutos, en lugar de varias horas, incluso varios días, por un precio menos elevado y con un equipo menos sofisticado», ha subrayado Ghebreyesus.
«No son la panacea» porque son algo menos precisos que los test llamados PCR (prueba nasofaríngea), ha reconocido Peter Sands, el director del Fondo Mundial de la lucha contra el Sida, la malaria y la tuberculosis, que añadió a la lista la COVID-19[contexto id=»460724″]. «Pero esto permitirá a los países con ingresos bajos y medios llenar la gigantesca brecha que separa a los países ricos de los países pobres en materia de test».
El Fondo Mundial aportará 50 millones de dólares.
El retraso en cuanto a las pruebas del COVID-19 es importante, incluso si son consideradas como una herramienta indispensable para controlar la pandemia. Sands ha destacado igualmente que 120 millones de pruebas sólo son suficientes para dos semanas. El primer pedido debe hacerse esta semana, precisó.