Millones de niñas en todo el mundo han visto retroceder sus derechos más básicos y se han convertido en uno de los colectivos más vulnerables como consecuencia de la pandemia de la COVID-19; víctimas de matrimonios forzosos y obligadas a dejar la escuela para ayudar a sus familias.
Por qué es importante: las cifras que trasladan las ONG y organismos internacionales con motivo del Día Internacional de la Niña, son abrumadoras: 12 millones de niñas habrán sido obligadas a casarse a lo largo de 2020 y hasta 743 millones han dejado de asistir a la escuela. Las medidas de confinamiento para hacer frente a esta crisis sanitaria se han convertido en una trampa para las niñas de los países más pobres, y la primera consecuencia para la mayoría de ellas ha sido la interrupción de su educación con el cierre de las escuelas.
Además, la pandemia está suponiendo un aumento de la pobreza, lo que las obliga a trabajar para mantener a sus familias, a quedarse sin comida y a convertirse en las principales cuidadoras de familiares enfermos.
La asistencia a los centros educativos no solo es imprescindible para su aprendizaje, sino que ejerce un efecto protector frente a todo tipo de violencias, desde las que puedan sufrir en su familia hasta violaciones o matrimonios forzosos.
En este sentido, Save the Children calcula que a lo largo de este año 12 millones de niñas habrán sido obligadas a casarse -muchas de ellas con hombres de edad avanzada-, un incremento que supone revertir 25 años de progreso en los que se había conseguido reducir estas tasas.
«Estos matrimonios violan los derechos de las niñas y las dejan en mayor riesgo de depresión, violencia de por vida, discapacidades y riesgo de muerte, incluso durante el parto, dado que sus cuerpos no están preparados para dar a luz», advierte en este sentido la directora de Sensibilización y Políticas de Infancia de Save the Children, Catalina Perazzo.
De hecho, una de las consecuencias directas del matrimonio infantil y de que las niñas se vayan a vivir en pareja son los embarazos precoces.
No obstante, un contexto de violencia y explotación sexual combinado con un aumento de la inseguridad alimentaria y económica provocada por la pandemia es lo que lleva a que muchos padres y madres sientan que no tienen otra alternativa que obligar a sus hijas a casarse.
Desde Educo, ONG centrada en la educación y protección a la infancia, alertan de que 743 millones de niñas han dejado de acudir a la escuela como consecuencia de la pandemia y muchas de ellas, sobre todo las que viven en situación de vulnerabilidad, probablemente no volverán al colegio.
La responsable de Protección Infantil de esta ONG, Laurence Cambianica, explica que en determinadas realidades, es difícil que los padres y madres permitan a sus hijas ir a los centros educativos ya que no siempre ven los beneficios que tiene para ellas y sus familias el acceso a la educación y el poder continuar con sus estudios. En otras ocasiones lo ven incluso como un riesgo para ellas porque consideran que las escuelas no son seguras o bien están lejos de sus casas y sus hijas tienen que recorrer un largo camino solas.
Estas organizaciones han hecho un llamamiento internacional y han reclamado una mayor implicación de los gobiernos para eliminar el matrimonio forzoso y crear espacios para que las niñas puedan expresar sus opiniones y necesidades.
Además, las oenegés de Desarrollo Comosomos X, Fundación Xaley, KUBUKA, Médico del Mundo y Wanawake Mujer han puesto en marcha la campaña ‘La voz de las niñas’ para concienciar sobre la importancia que tiene la educación y el trabajo de las entidades en el terreno para que millones de niñas no vean truncado su futuro.