El Sistema de Monitorización de la Mortalidad diaria (MoMo) del Instituto de Salud Carlos III ha cifrado la sobremortalidad en España durante todo el 2020 en 70.703 fallecimientos más de los esperados. El 63% de ellos ocurridos entre marzo y mayo, coincidiendo con la primera ola de la pandemia, y el resto entre julio y diciembre.
Lo más importante: son dos los periodos de exceso de mortalidad detectados por este sistema: el primero es el comprendido entre el 10 de marzo y el 9 de mayo, cuando murieron 44.599 personas más de las que se preveían, lo que supone un exceso del 66,9%; mientras que el segundo se extiende del 20 de julio al 20 de diciembre, en el que ese exceso se eleva a 26.104 decesos, un 16,6% de más, de acuerdo con el último informe de fecha de 5 de enero.
Durante el primero fue mayor en mujeres (72%) que en hombres (67%) y se concentró especialmente en los mayores de 74 años (78%), seguido del grupo de edad de 65 a 74 años (58%). Lo mismo ocurre en el segundo tramo: el exceso fue superior en ellas (21%) que en ellos (19%) y se dio sobre todo entre mayores de 74 años (19%). Se trata de una sobremortalidad que se ha observado en las 17 comunidades autónomas y en mayores 65 años.
El MoMo utiliza la información de mortalidad por todas las causas que se obtiene diariamente de 3.929 registros civiles informatizados del Ministerio de Justicia, correspondientes al 93% de la población española y que incluye todas las provincias. Las estimaciones de mortalidad esperada se calculan mediante modelos restrictivos de medias históricas basados en la mortalidad observada de los últimos 10 años.
Además, el Carlos III dispone de otra herramienta para medir el exceso de mortalidad específico del verano, el MoMo Calor, según el cual, en los meses estivales se ha registrado una sobremortalidad de 5.206 defunciones, de las que solo 1.875 son achacables a las altas temperaturas. «En el contexto de la pandemia de COVID-19[contexto id=»460724″] es razonable suponer que el resto del exceso de mortalidad identificado por MoMoCalor podría atribuirse a causas diferentes del exceso de temperatura, como la infección directa por COVID-19, la mortalidad indirecta de la pandemia en sus aspectos sanitarios, sociales o de cualquier otra índole, así como a cualquier otra causa de defunción», precisa.
Los fallecimientos atribuibles al calor en 2020 suponen un exceso del 1,8%, inferior al 2% observado en 2019, al 2,3% de 2016, al 2,7% de 2015 y al 6,1% de 2003. Un 56% de estos se produjeron en el mes de agosto. Nueve de cada 10 fueron personas de más de 74 años.