Así, como un tsunami ha llegado a Reino Unido la «devastadora entrevista» de Harry y Meghan que, según medios británicos, «fuera lo que fuera lo que la familia real esperaba de esta entrevista, esto fue peor». Los británicos han quedado perplejos ante estas declaraciones. Y es que según una encuesta realizada a 2.111 adultos en Reino Unido, el 47% de ellos considera que la entrevista es «inapropiada» y solo el 21% la aprueba.
En contexto: Meghan Markle contó en la entrevista con la famosa presentadora estadounidense Oprah Winfrey emitida el pasado domingo que ciertos miembros de la familia real británica expresaron dudas sobre el color de piel que tendría su primer hijo con el príncipe Enrique. También reveló que durante ese embarazo, y dada la situación a su alrededor, llegó a tener pensamientos suicidas.
Un año después de su estrepitosa salida de la realeza británica y su partida a California, la pareja pintó con estas confesiones, recogidas por la estrella de la televisión estadounidense y amiga personal Oprah Winfrey, un sombrío retrato de la monarquía británica.
«La pareja cargó un bombardero B-52, sobrevoló con él el Palacio de Buckingham y descargó su arsenal justo encima», ha afirmado por su parte el canal británico ITV, que compró los derechos para retransmitir las dos horas de entrevista en el Reino Unido.
Para la radiotelevisión pública BBC, «es una entrevista devastadora» que revela «las terribles presiones dentro del palacio» y dibuja «la imagen de individuos insensibles perdidos en una institución» tan perdida como ellos.
Sistemáticamente despiadado con el matrimonio, el Daily Mail se indigna por los «insultos» del príncipe a su familia y su comentarista Piers Morgan denuncia una «propaganda repugnante» y un discurso «hipócrita» de una pareja que se enriqueció con la realeza y se queja.
Así, con lágrimas en los ojos, Meghan, de 39 años, una exactriz emprendedora y acérrima defensora de los derechos de las mujeres, reconoció que llegó un momento en que «ya no quería vivir más», y aseguró que cuando dijo a la familia real que estaba sufriendo por la agresiva cobertura de los medios sensacionalistas británicos y que necesitaba ayuda profesional, le contestaron «que no sería bueno para la institución».
De esta forma, Buckingham se enfrenta ahora a asuntos tan complejos como la acusación de racismo por parte de Meghan contra la Familia Real británica. Y es que actualmente embarazada de su segundo bebé, que será una niña según anunciaron, Meghan, que es mestiza, también explicó que algún miembro de la casa real, «preocupado», les preguntó «cuán oscura» sería la piel de su primer hijo, Archie.
Enrique quiso sin embargo dejar claro que no fueron ni su abuela, la reina Isabel II de 94 años, ni su abuelo, el príncipe Felipe de 99 años, actualmente hospitalizado tras ser operado del corazón, precisó el lunes Oprah Winfrey.
Tras la emisión de estas confesiones, grabadas hace semanas en la mansión de la pareja en Montecito, cerca de Santa Bárbara, Meghan recibió el respaldo público de su amiga la tenista Serena Williams, para quien «sus palabras ilustran el dolor y la crueldad que ha vivido». Incluso la Casa Blanca saludó la «valentía» de Enrique y Meghan al «hablar de sus propias luchas con la salud mental y relatar su historia personal».
«Campaña de desprestigio»
Enrique, de 36 años, siempre ha dicho que la dolorosa decisión de romper con su familia estaba motivada por su temor a que «la historia se repitiese», en referencia a su madre, la princesa Diana, que murió en un accidente de tráfico en París en 1997, cuando él tenía 12 años, tras una dolorosa ruptura con su marido, el príncipe Carlos, y la encorsetada monarquía.
Ante Oprah, reconoció haberse sentido «realmente decepcionado» por la falta de apoyo de su padre en toda esta situación. «Él pasó por algo similar. Él sabe cómo se siente el dolor», afirmó, asegurando que siempre amará a su padre -heredero al trono de 72 años- y a su hermano, el príncipe Guillermo, pero que estos «están atrapados» en las convenciones de la monarquía.
Estas declaraciones recuerdan a la entrevista que Diana dio a la BBC en 1995, cuando reveló que su marido la engañaba y admitió haber sido ella misma infiel.
De esta forma, Meghan denunció una «verdadera campaña de desprestigio» por parte de la monarquía, aunque tuvo cuidado de no atacar personalmente a miembros de la corona. Simplemente afirmó que, contrariamente a lo que había informado la prensa británica, no fue ella quien hizo llorar a Catalina, la duquesa de Cambridge, esposa de Guillermo, durante un incidente previo a su boda, sino que sucedió lo contrario y que Catalina se disculpó poco después.
La monarquía británica afrontó la entrevista ofreciendo unas horas antes de su emisión la imagen de una familia unida con motivo de las celebraciones anuales de la Commonwealth. En un discurso televisado pregrabado, la reina destacó la importancia de la «dedicación desinteresada y el sentido del deber» mostrado por el personal sanitario durante la pandemia, lo que muchos interpretaron como una crítica a Enrique y Meghan.