A ritmo del sonido sanatorio del gong, más de 300 personas -asiáticas, afroamericanas, latinas y blancas- han cerrado una jornada en recuerdo de las últimas víctimas mortales de la violencia racial en Estados Unidos, celebrada en la esquina en la que George Floyd murió supuestamente asfixiado por un agente en mayo de 2020.
En contexto: el jurado escuchará este lunes los argumentos finales en el juicio contra Derek Chauvin, el expolicía acusado de matar a George Floyd, un caso que provocó una ola de protestas históricas contra el racismo y la brutalidad policial en Estados Unidos.
En esa coordenada del sur de Mineápolis, los manifestantes alzaron el puño para exigir «justicia» para las seis mujeres de origen asiático asesinadas en marzo en Atlanta; el afroamericano Daunte Wright y el hispano Adam Toledo, de 20 y 13 años, respectivamente, que murieron en Brookyln Center (Minesota) y Chicago tras recibir sendos disparos de policías.
La demostración de esta unión de minorías raciales ha contado también con el apoyo de los «aliados blancos», según los organizadores, que se han acercado al vecindario de Powderhorn para mostrar su rechazo al sistema policial en el país en la víspera del inicio de la recta final del juicio contra Derek Chauvin, un veterano del Departamento de Policía de Mineápolis que enfrenta un máximo de 40 años de prisión si es declarado culpable del cargo más grave: asesinato en segundo grado.
La protesta, nacida bajo el lema «Negros y Amarillos» y organizada por el grupo Stop AAPI (Asiáticos-Estadounidenses e Isleños del Pacífico) Hate y otros colectivos asiáticos, ha tratado de ser un «ejercicio de curación» para dos comunidades «traumatizadas».
Las comunidades reunidas en la zona cero de la lucha contra la violencia policial, la tristemente famosa calle 38 con la avenida Chicago, han mostrado además su rechazo a las altas medidas de seguridad que han convertido Mineápolis en una ciudad sitiada en las últimas fechas.
Al doble vallado de tres metros de altura y los vehículos blindados que rodean desde el comienzo del proceso al juzgado, en el centro de la urbe, se han sumado refuerzos de seguridad. Más de 3.000 miembros de la Guardia Nacional y unos 1.100 agentes de diferentes agencias locales, según datos oficiales, patrullan el área metropolitana de las «ciudades gemelas», Mineápolis y Saint Paul, la capital estatal.