Resulta extraño salir de casa sin el teléfono móvil, convertido hoy en la práctica en una extensión del ser humano, incluso hay personas que no pueden sentirse desconectadas del mundo virtual y son como esclavas de ese dispositivo tecnológico, una adicción que se conoce como nomofobia.
Pese a no ser todavía un trastorno reconocido al no aparecer en los manuales de diagnóstico, es una realidad y hay investigaciones y profesionales como el psicólogo sanitario Christian Knappe que advierten de su existencia.
Se trata de una conducta que «a priori» puede no parecer perjudicial y pasar desapercibida, pero llevada a un extremo sí lo es y su detección resulta complicada porque pequeñas señales de forma aislada no significan nada, pero unidas pueden traducirse en un «posible problema de adicción», explica en una entrevista con Efe este profesional.
Cambios en rutinas, comportamientos y socialización
Algunos signos de esta adicción son los cambios en rutinas, como retrasar el sueño o comer rápido para coger el terminal. También alteraciones del comportamiento -al estar más irritable- e interferencias en la concentración y atención, además de modificaciones en la socialización al no interactuar con personas de alrededor y preferir hacerlo a través de la pantalla
Según detalla a EFE el psicólogo, le puede ocurrir a cualquier persona, pero es más común entre adolescentes porque han crecido con estos dispositivos y se encuentran en una etapa de inestabilidad emocional, un momento «crítico» de su evolución y maduración.
A algunos les puede afectar más que a otros, caso de quienes tienen «cierta vulnerabilidad», baja autoestima y dificultades en la regulación emocional y a la hora de relacionarse.
Terapia contra la nomofobia
Los tratamientos ante estas situaciones oscilan entre cinco y quince sesiones de terapia en las que se reduce el uso del móvil a un nivel adecuado -de forma progresiva porque puede causar una «ansiedad excesiva»- y se trabajan la autoestima, las emociones, las habilidades sociales y el control de impulsos.
Este tipo de asistencias son las que ofrece Knappe en la consulta de Hernández Psicólogos, situada en Marbella, donde también se promueven actividades alternativas beneficiosas al empleo del dispositivo como quedar con otras personas, salir y practicar deporte para que el paciente salga de «ese mundo o prisión que se ha creado alrededor del móvil».
Si se trata de un menor de edad, los padres juegan un papel fundamental; puesto que -aparte de la terapia- deben vigilar que se cumplan las pautas y ser conscientes de que son «los espejos donde se reflejan los niños», por lo que es «incoherente» que hagan su trabajo delante de ellos con el móvil.
Ansiedad, depresión y aislamiento
Christian Knappe ha señalado que las consecuencias psicológicas más comunes de la nomofobia son la ansiedad, la depresión o el aislamiento, «paradójicamente», porque se piensa que los móviles nos conectan con los demás, pero si se abandonan las relaciones cara a cara para hacerlo solo a través del terminal hay «un problema».
Pero también existen consecuencias físicas como los dolores de cabeza o de estómago, problemas en la vista tras altas horas de exposición ante la pantalla e incluso dolencias en la muñeca y en el cuello por la posición al coger el móvil. Un panorama ante el que es mejor aprovechar lo bueno de una tecnología tan común, aunque sin llegar al abuso.