THE OBJECTIVE
Sociedad

Todo lo que me gusta, lo tiene la Navidad

Me gustan los vecinos que decoran exuberantemente su fachada, se nota que son libres y viven al margen de Instagram

Todo lo que me gusta, lo tiene la Navidad

Toa Heftiba | Unsplash

Esto de que se tome la Navidad como un espacio de tiempo sin fronteras me desconcierta mucho. Para unos empieza a principios de diciembre, otros la adelantan a noviembre y si eres el alcalde de Vigo, empleas tus vacaciones de verano en montar el belén.

Necesito saber con exactitud cuándo empieza la Navidad. La Navidad entendida como ese conjunto de días donde se vive pensando en Navidad, decorando la casa de Navidad y comiendo Ferrero Rocher como si no hubiera un mañana.

Exijo que nos fijen un tramo oficial de la Navidad. No me parece pedir tanto. El año empieza un día y acaba en otro. Los días, las semanas, la campaña de la declaración de la renta, todo está muy bien delimitado. También las estaciones del año. Tú sabes que el 19 de marzo es invierno y el 20 ya es primavera. Y eso te da serenidad. Te ayuda a tomar decisiones y defenderlas a muerte. Por ejemplo, un día dices «pues hoy me voy a poner un vestidito de gasa». Te lo pones, sales a la calle y te jodes de frío, pero si estás a 21 de marzo, vas hasta el final con tu decisión porque quien está equivocado es el clima, no tú. Y lo llamas loco: «Este tiempo está loco. Primavera y mira qué frío». Te quita un peso. Si coges una pulmonía, es culpa del tiempo, no de que seas gilipollas. En cambio, si esto te pasa el 19 de marzo, lo siento, amiga, tienes el pleito perdido por salir con ropa de primavera en invierno.

Hasta que alguien tome las riendas de este asunto, voy a seguir iniciando la Navidad el 9 de diciembre y dándola por acabada el 17 de enero por el refrán «hasta san Antón, pascuas son». Esto de empezar a darle al Suchard en octubre y descolgar el alumbrado antes de que los Reyes Magos hayan pasado por la última casa, me parece de una impaciencia propia de pasajero de Ryanair, que se dan guantazos para entrar los primeros y se tirarían del avión en marcha si pudieran para salir cinco segundos antes.

«Me gusta el momento de decorar la casa de Navidad, aunque en mi caso, lo de decorar es un decir: están los que no ponen árbol, los que sí y los que tenemos gato»

Me gusta el momento de decorar la casa de Navidad, aunque en mi caso, lo de decorar es un decir: están los que no ponen árbol, los que sí y los que tenemos gato, que siempre acabamos con el pino de plástico con el aspecto de una tortilla hecha en una sartén que se pega. 

Decorar entretiene mucho, pero también trae sus quebraderos de cabeza. Mi amiga MC tiene gran empatía con las bolas de su árbol, dice que siente muy mala persona si las tiene que poner atrás porque es como si las castigase. Para tranquilizarla, le hice un poco de terapia de bolas y le expliqué mi teoría de que las bolas de detrás se sacrifican para que las bolas de delante luzcan más. Y si pone todos los adornos delante, no está haciendo un árbol sino una foto de Podemos. 

Captura de vídeo de Podemos.

No hago belén por pereza, pero admito que ver belenes me entretiene. Son un mundo de fantasía lleno de incoherencias y surrealismo que me encanta. Un belén refleja el nivel de tolerancia y de concesiones que hay entre los que lo han hecho, por eso, cuando estoy delante de alguno me gusta imaginarme el making of. Piensa en el momento en que en el belén del barrio aparece un vecino muy voluntarioso a prestar para el belén una maqueta de la catedral de Burgos. Imagínate a esos otros vecinos remontándose 2021 años atrás para explicarle al voluntarioso que, si acababa de nacer Jesucristo, una catedral no tiene mucho sentido. Por no entrar en nimiedades como que la catedral es gótico español y se supone que estamos representando unas escenas de Belén. 

Sobre esto de los vecinos voluntariosos volcados en la Navidad, también tengo mucha devoción por los que quieren llevar su pasión navideña más allá de la intimidad de su hogar. Me gustan los que abren sus cortinas para que el mundo vea la decoración navideña de su comedor y, de paso, apreciemos con qué arte se cenan el sanjacobo. 

Siempre me fastidió vivir en una calle donde no pasaba mucha gente porque me hubiese encantado decorar la puerta de mi casa y exhibir mi exquisito gusto eligiendo gnomos luminosos. Me gustan los vecinos que decoran exuberantemente su fachada, se nota que son libres y viven al margen de Instagram. La única tendencia decorativa que les importa es la que les marca el chino de su bazar de confianza. La temática es lo del año pasado y un poquito más. Su premisa es «si parece un puticlub, está bien» y a partir de estos rigurosos criterios, el cielo es el límite. 

Publicidad
MyTO

Crea tu cuenta en The Objective

Mostrar contraseña
Mostrar contraseña

Recupera tu contraseña

Ingresa el correo electrónico con el que te registraste en The Objective

L M M J V S D